Empezaré diciendo que, por lo que vengo observando durante años, el hogar del jubilado de Pasai Antxo, de "hogareño" está muy lejos. Esto no se produce así sin más. Ha tenido todo un proceso de años. El proceso se limita a que la directiva de este club lleva de 25 a 30 años y no se preocupa de la situación moral y social del club. Eso sí, de dictar normas de obligado cumplimiento y aplicar su correspondiente sanción, sí, faltaría más.
En todos los clubes de jubilados de Gipuzkoa hay bingo. Aquí lo empezaron a hacer, pero la directiva se cansó y se desentendieron y están creando un ambiente "antisocial" con los que juegan a las cartas y los que juegan al bingo.
Cuando voy de visita durante un par de días a un pueblo y me invitan a ir a un club por medio de un socio, ¿qué directivo va a tener la desfachatez de decirme que allí mi presencia no es grata estando con un socio? En nuestro club, sin embargo, hay un cartel bien grande a la entrada que dice: "Prohibida la entrada a los no socios. Con esto queda dicho todo.
Han hecho una especie de ghetto del club y así les luce el pelo. Dos ejemplos de lo hogareño del club: el 13 de junio, en el partido televisado que jugaba la Real para ascender, a las 18.00 horas había seis personas en el salón del club pero los dos televisores estaban apagados. El que iba llegando se marchaba a los bares porque allí estaba en balde. El día 20 de junio, en la final del Manomanista entre Irujo y Xala, había cuatro personas en el salón y los dos televisores estaban apagados. Dos personas estaban jugando al tute, otra haciendo solitarios y una cuarta mirando. Qué hogareño es este club.