Después de 6 años en ETB2, el programa Pásalo desaparece de la pantalla. Eran dos horas entretenidas aunque nunca me gustaron las fobias anticlericales de muchos contertulios del programa. No desaprovechaban la ocasión para sus duras críticas contra la Iglesia a la que identificaban sistemáticamente con la Inquisición, las hogueras, el Cardenal Gomá, Rouco Varela, la Curia o el dictador de Roma, el Papa. Nunca les oí hablar de la presencia de la Iglesia católica, humanizando el dolor en las leproserías, en los asilos de ancianos terminales o enfermos infecciosos, a lo largo y ancho del planeta. Todos hemos conocido las tierras duras del hambre con la Madre Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Ignacio Ellacuría o el arzobispo Romero, asesinado en el altar. Alineados inequívocamente con los más pobres de la tierra, miles y miles de sacerdotes católicos, religiosos, monjas y seglares, siguen trabajando sin descanso en esas ciudades estercoleros del cuerno de África, en los pueblos escombreras de Asia, en las favelas brasileñas o en las villamiserias peruanas, sin cámaras y en silencio, junto a quienes necesitan su ayuda. Simplemente, les atienden, les dan de comer, les limpian y les acompañan. Son la otra cara de la Iglesia católica militante, ignorada intencionadamente por muchos contertulios del programa. Amigos anticatólicos de Pásalo: en este asunto y en todos, la verdad, si no es entera, se transforma en aliada de lo falso.