El día de los Santos Inocentes, el 28 de diciembre, sigue siendo la jornada en la que se trata de embromar al prójimo, aunque también esta tradición va perdiendo adeptos. Internet y su entorno de redes sociales y montajes sigue manteniendo el espíritu.

Igualmente es fecha para que los bromistas contumaces repasen sus mejores hazañas. O se arrepientan de alguna.

Esto es lo que ha narrado un tuitero gallego, Jaime Primero. Caballo Loco Invencible (@JaimePrimeroR), en un hilo que cuenta la última broma que hizo en su vida y cómo se volvió contra él de la manera más tierna y emocionante. Y es que como dice en una de las últimas entradas de su hilo, “con la ilusión de la gente no se juega”.

Porque cuando la broma alcanza cierto punto, quizá deje de ser broma y pase ser otra cosa. Es entonces cuando hay que evitar daños irreparables.

La llamada

El tuitero JaimePrimero comienza poniendo en situación, narrando que su abuela era el objetivo habitual de sus bromas telefónicas infantiles del 28 de diciembre. Aunque la última, la que llevo a arrepentirse de sus troleos ocurrió fuera de fecha y ya tuviera “pelo en pecho”.

“Todos los 28 de diciembre, sin excepción, yo llamaba a casa de mi abuela para hacerle una broma. Que si era de hacienda para cobrarle por las gallinas, que si un vecino la había acusado de algo y tenía que ir a comisaría, que si había que revisar el butano y pagar un dineral...”

El propio JaimePrimero reconoce que a pesar de sus esfuerzos, entre ellos disimular su voz infantil, su abuela lo pillaba en el acto pero le seguía la corriente para no desilusionar al nieto.

Pero una vez no fue así. Un día, fuera de temporada por lo que quizá la cogió con la guardia baja, su abuela se la creyó. Tan grande fue la ilusión despertada en ella que Jaime no tuvo otra que seguir adelante. Pero además, una vez colgado el teléfono, se vio en la obligación de hacer realidad la broma. Ante la ilusión de la abuela, no cabía ningún desengaño.

Así lo explica: “El marido de mi prima y yo la llamamos fuera del día habitual. Era verano y nosotros ya éramos hombres de pelo en pecho, pero nos apetecía gastarle una broma inocente. -¿Es usted Remedios Tal Cual? -Sí, señor, soy yo. -Mire, soy Jeremías Aguirre, periodista de El Diario Montañés. Queríamos hacer una serie de reportajes sobre abuelos de futbolistas cántabros y hemos pensado que usted es perfecta para empezar. ¿Le interesa? -Ay, qué ilusión".

La ilusión lo cambia todo

Esa respuesta dejó al nieto y a su cómplice prisioneros de su acción. Esa ilusión hizo que se invirtieran los papeles, ahora era el nieto quien debía seguir la corriente para mantener la felicidad de su antes víctima. Solo quedaba la huida hacia delante, la ‘patada a seguir’ del rugby.

La presión inspiró a Jaime. Así lo describe: “Fue como un ‘ups, la hemos cagado’. Como no sabíamos dar marcha atrás sin hacerle daño, le hicimos una entrevista. Al acabar, nos miramos asustados y nos dijimos ‘¿y ahora qué hacemos? ¿Tú te acuerdas de lo que dijo? Que esta no es tonta’. Bueno, pues nos pusimos manos a la obra".

La solución

A grandes problemas, grandes soluciones: “Plagié una página de El Diario Montañés, le puse una foto de mi abuela con pie de foto y todo y escribí una entrevista con todo lo que nos sonaba que había dicho. Me lo curré muchísimo en una época en la que el Word no era tan sofisticado como lo es hoy. Mi abuela no sabía leer pero eso le había agudizado otros sentidos. Y no, no quería hacerle daño, quería que siguiese ilusionada y presumiera de su entrevista sin que nadie se pudiera reír de ella”.

Afortunadamente contaba con un primo futbolista de verdad. “Llamamos a mi primo Iván, el futbolista, y le contamos el petate. Él llamó a mi abuela: ‘Me han llamado unos periodistas, me han pedido una foto tuya. Ya me han contado que te entrevistaron. Caray, abuela, qué suerte. Eso sí (esto se me ocurrió a mí) la entrevista solo saldrá en internet, que tienen mucho sitio que llenar. Pero no te preocupes, dile a Diego, Miguel o Jaime que te la impriman y la ves como si fuera en un periódico. Se la puedes enseñar a quien quieras”.

Todo acabó bien y salieron del apuro con dignidad. “Allá me fui, con la entrevista maquetada de puta madre y con mucho miedo a que se enterase de la broma que nos salió mal. Por una vez, se tragó enterita la única broma que no debería haberle hecho. Amigos, con la ilusión de la gente no se juega. Y menos si esa persona era la más maravillosa que he conocido. Aún hoy me da rabia contarlo por si mi abuela, que ya no está, se entera y se desilusiona”

La buena señora, con su hoja impresa, pudo mostrar orgullosa a sus amigas la entrevista y no sospechar nunca de que todo nació de una broma desafortunada.

Quizá estos desengaños. O quizá lo resabiados que nos estamos volviendo sean la causa de que las bromas dejen de ser protagonistas de su día.