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La basura electrónica se está multiplicando por culpa de la inteligencia artificial

Además del elevado consumo de energía y agua, el desarrollo de la IA está generando una ingente cantidad de residuos

La basura electrónica se está multiplicando por culpa de la inteligencia artificialFreepik

Mucho se está hablando últimamente del elevado consumo de energía y agua que necesita la inteligencia artificial (IA) para funcionar. Así, por ejemplo, se puso de manifiesto cuando se conoció que para convertir una foto en una ilustración al estilo Ghibli (algo que se puso muy de moda hace unas cuantas semanas) hacían falta unos tres litros y medio de agua para refrigerar los servidores.

Residuos electrónicos

Pero además de la energía y del agua, la IA tiene también un impacto medioambiental que conviene conocer, porque genera una gran cantidad de residuos electrónicos. Unos restos cuyo reciclaje y recuperación de sus metales críticos es muy costoso y no está muy extendido por ahora, lo que genera un nuevo problema.

Esta tecnología se ha desarrollado exponencialmente y eso ha aumentado la demanda de chips de procesamiento gráfico, que son necesarios para entrenar a los modelos de IA generativa, capaces de producir contenido nuevo y original a partir de datos previamente aprendidos.

"El ciclo vital de estos chips es de tres a cinco años, significa que pasado ese tiempo, e incluso un poquito antes, se desechan", explica a Efe Ana Valdivia, profesora de IA, gobierno y políticas del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, que afirma que este impacto concreto de la IA está "muy invisibilizado".

Reciclaje muy caro

Reciclar estos chips supone un coste alto que no es económicamente viable para las empresas, con lo que gran parte de ellos acaban incinerados, con emisiones contaminantes, o terminan depositados en vertederos.

El informe más reciente de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) detalla que en 2022 se generaron en el mundo 62 millones de toneladas de residuos electrónicos, una cifra récord de la que únicamente el 22% fueron recogidos y reciclados.

El estudio alertó de que la producción de basura electrónica aumenta cinco veces más deprisa que su reciclaje, y avisó de que si no se toman medidas, la cantidad de estos residuos podría aumentar más de un 33% de aquí a 2030.

Metales críticos

Reciclar esa basura electrónica no sólo reduciría su impacto medioambiental, sino que al mismo tiempo permitiría aprovechar materiales en un momento en el que los metales críticos se han convertido en una cuestión geoestratégica. Así se podrían reutilizar metales como cobre, estaño, plata, oro, paladio o incluso níquel.

La Unión Europea está fomentando el estudio de los yacimientos mineros del continente en busca de tierras raras y otros materiales críticos, pero expertos como Félix Antonio López, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas del CSIC, aseguran que esa apuesta debe ir acompañada de “políticas claras que favorezcan e incluso impongan” el reciclado de estos materiales al final de su ciclo de vida.

Para ello queda mucho por desarrollar a nivel normativo y aún se ve muy lejos la opción de llegar a unas tasas de reciclaje bastante elevadas en la industria de la electrónica, que además del beneficio medioambiental, generarían riqueza y puestos de empleo.

Alargar la vida útil

Además de apostar por el reciclaje, hay que fomentar que la vida útil de los chips se alargue y que las empresas que los diseñan inviertan en ello. Valdivia llama también a “parar" el boom de la construcción de centros de datos y de introducir la IA en cualquier aspecto de la vida. "Hay que poner una pausa, sentarnos y pensar como sociedad qué tipo de tecnología queremos y qué tipo de infraestructura nos beneficia a nivel comunitario".