¿Cómo le va la vida a Mike Carlson?

–La verdad es que muy bien. Ahora me pillas en un campus. Es algo que me gusta mucho, porque yo tengo mucha experiencia. Tengo mi título en educación, me encanta trabajar con los niños, enseñándoles baloncesto, que es otra cosa que me encanta. Estoy es muy bueno para mí y es algo que disfruto mucho.

¿Y los más jóvenes qué es lo que piensan cuando tienen delante a alguien con Mike Carlson?

–Depende de la edad. Para los más pequeños, los de 8, 9, 10 y 11 años, si es divertido lo que estamos haciendo, es genial. Si yo puedo enseñar una o dos cosas de baloncesto, mejor. Con los mayores, es. Cómo decirlo, más interesante. Ellos están atentos e intento hacer cosas que ellos pueden usar la temporada que viene, que van a mejorar. Cuando tenemos esa confianza, que yo sé que ellos van a trabajar muy duro y ellos tienen confianza en mi, que no están perdiendo el tiempo haciendo cosas que no tienen sentido, entonces trabajamos bien juntos.

Vuelve a casa...

–Sí, estoy muy contento. Vuelvo a Donostia y a un club que es muy importante para mí. Al volver allí para los dos próximos años estamos muy contentos.

¿Qué supone volver al GBC?

–Durante mi carrera y quería conseguir dos cosas. Una era jugar en Primera División, que lo conseguí en la GBC, y la otra, jugar en Europa, algo que logré la temporada pasada. Estas dos cosas ya las he logrado. Ahora quiero ganar el máximo número de partidos posible y hacer eso con el GBC me parece la mejor opción para mí y para mi familia.

¿Cómo surgió el interés del GBC?

–La verdad es que lo hemos pensado mucho. Hemos tenido otras ofertas que estaban bastante bien, pero el GBC ha hecho un esfuerzo conmigo. Par mí es muy importante ir a un sitio donde me quieren, que van a cuidarme bien, van a cuidarnos bien y vamos a estar muy cómodos. El resto, fuera de la pista, está hecho. Entonces puedo concentrarme más en el baloncesto y eso es lo que tengo en San Sebastián.

¿Sigue disfrutando jugando a baloncesto?

–Sí. Tal y como empezó mi carrera en la Universidad, pensaba que no iba a jugar a un nivel profesional nunca. Con 18-19 años, era malísimo, muy débil. Es un sueño lo que he vivido. Al tener esta carrera y tener la oportunidad de seguir jugando, es muy bueno. Con la lesión sufrida este año, cada día es un regalo. Disfruto un montón y si llega un día en el que ya no disfrute más el baloncesto, lo tengo que dejar. Todavía estoy a tope. Esta oportunidad es un regalo.

¿Qué tal la experiencia en la liga holandesa?

–Bien. El club era muy profesional. Nos cuidaron muy bien. He jugado muy bien con el entrenador Erik Braal, que es muy bueno. Me gusta lo que hacía con el equipo, cómo lo lideraba. Era muy bueno. En el vestuario éramos un grupo conectado. Teníamos las mismas ideas, un grupo muy competitivo. Los entrenamiento eran muy duros cuando estábamos compitiendo. Ha habido momentos duros y esa unión fue clave en la temporada

¿Cómo es ese baloncesto?

–No es tan exigente como el español. Han hecho una combinación de Ligas, de Bélgica y de Holanda, y los primeros equipos tienen muy buen nivel, buena táctica, buen físico, pero los equipos de abajo son muy pobres. Uno de los equipos, por ejemplo, aquí no podría jugar ni en la EBA. Tienen un nivel muy bajo. Hemos sobrevivido a esos partidos, pero luego hemos tenido unos cuantos muy competitivos, de muy buen nivel.

¿Qué espera de esta aventura en Donostia?

–Va a ser interesante. Lo bueno que tenemos es que muchos hemos jugado juntos. He jugado con Mikel Motos y Xabi Oroz, y estos con Sollazo y también con Delas. Tenemos una conexión incluso antes de empezar, antes de la pretemporada y eso es bueno. El objetivo es juntar el grupo y luego mejorar en la pista trabajando juntos. En la LEB si tienes a un Marc Gasol en tu equipo es una cosa, pero no lo tenemos. La verdad es que si trabajamos juntos como equipo, si el balón tiene energía en los movimientos, si estamos conectados en defensa, con el talento que tenemos, podemos ser un buen equipo.

¿Piensa en el ascenso?

–Si llegamos al play-off, sí, es posible. Depende de muchos factores porque la temporada se hace muy larga. Pero al llegar a una Final Four cualquier cosa puede pasar. Sabemos que Andorra, Estudiantes o Burgos van a tener equipos muy buenos. Tampoco me olvido de Palencia, Alicante o Castellón, que está haciendo un buen equipo. Va a ser una Liga en la que los primeros ocho equipos van a ser muy competitivos. Depende de cómo lleguemos al play-off. Si estamos bien y en forma y si llegamos a la Final Four, todo es posible.

¿Ha podido hablar con Lolo Encinas?

–Sí y me ha dejado muy buena impresión. No voy a decir todo lo que hemos hablado, pero pienso que él quiere mejorar también, como los jugadores cada año. Él quiere ser mejor como entrenador y me gusta mucho las ideas que tiene de baloncesto. Puede ser positivo, pero estoy esperando a verle en la cancha y ver cómo trabaja. Vamos a tener una buena conexión.

Donostia es muy especial para Mikel Carlson y ya no solo por el baloncesto, ¿no?

–Claro. Es una ciudad que ha cambiado mi vida. Tengo muchas ganas de volver. No solo yo, tenemos muchas ganas de volver. Nos casamos el 31 de julio del año pasado, así que el aniversario está llegando.

¿Viene con la idea de quedarse aquí durante muchos años?

–Lo voy a intentar, pero no sé cuántos años de baloncesto tengo. Tengo 31 años. Es un regalo. Si puedo terminar mi carrera en San Sebastián, voy a estar muy contento con esa decisión.

¿La lesión que se produjo el año pasado ya está olvidada?

–Sí. Estoy en la pista haciendo todos los movimientos, estoy un poco lento. He perdido un poco de fuerza, normal, pero la lesión fue muscular. No es un tendón, un ligamento. Con tiempo y trabajo voy a estar bien. Me lesioné en abril, pero solo fue muscular. Eso sí tengo una cicatriz de 30 centímetros en la pierna. Estoy haciendo todos los movimientos. He perdido un poco de musculatura, pero estoy trabajando donde hizo la recuperación Xabi Oroz cuando se rompió el cruzado. Con ellos he trabajado mucho.

Las lesiones nunca llegan en un buen momento, pero la que se produjo en su etapa en Donostia fue la más inoportuna, ¿no?

–Sí. Eso fue muy complicado. Fue un momento muy difícil, no solo por el baloncesto. Estaba pensando en dejarlo porque como todo el mundo sabe, el servicio médico en EEUU está carísimo y estaba en un momento en el que no sabía si podía seguir en el baloncesto o tenía que buscar otro trabajo. Hice una apuesta por seguir con mi carera y funcionó. Pero en ese momento de mi vida estaba en el sofá de casa de mis padres pensando: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?