donostia - Se podría decir que Ponsarnau tiene un carisma tranquilo. No le hace falta levantar la voz ni pronunciar frases altisonantes para que su mensaje cale en la persona a la que se dirige. “Cuando el tono agresivo es lo habitual, pierde eficacia”, defiende. Su trayectoria personal y profesional están íntimamente ligadas al club de su ciudad, el Tárrega, y al Manresa, donde estuvo una década e hizo un trabajo alabado de forma unánime. Por todo, es uno de los entrenadores más respetados de la ACB en los últimos años.
Sorprendió por lo clara que fue su autocrítica el otro día tras perder contra el Estudiantes.
-Quise transmitir un discurso previo muy positivo, pero el partido nos dijo lo contrario. Y el que tiene que asumir la responsabilidad soy yo. Primero para reconducirlo y luego para poder exigir a mis jugadores. Creo en un equilibrio entre la exigencia y llegar al jugador hablando y convenciendo. Hay cosas que pasan por la exigencia, pero consigues más si el jugador está convencido. El otro día no acerté en la preparación del partido, eso es evidente y lo dije.
Siempre ha solido proteger a sus jugadores, también cuando era entrenador del Manresa.
-La presión es mejor que la asuma quien sea más útil que lo haga. Mis jugadores están trabajando muy bien y les voy a ayudar a que sigan desarrollando su trabajo con la máxima confianza posible.
No parece un entrenador de dar un portazo al entrar en el vestuario, pegar una patada a una botella y ponerse a gritar.
-Cuando el tono agresivo es lo habitual, pierde eficacia. Lo que digo es por algo, busco llegar con mi información y hablando. Si un día para llegar tengo que dar una patada a una botella, lo haré. Para estar bien enfocado y tomar las mejores decisiones posibles, que es mi trabajo, tengo que estar tranquilo.
Sito Alonso dejó el listón alto tanto en resultados como en la conexión con los aficionados.
-Es un objetivo que tengo. Me gusta sentirme bien donde estoy porque esto ayuda al equipo. Pero no voy a descentrar mi trabajo porque en algún momento pueda haber dudas sobre esta conexión. Haré lo que está de mi parte, que es trabajar cada día.
Estuvo diez años en Manresa, de 2003 a 2013, tres como ayudante y siete como primer entrenador.
-Es algo de lo que debemos estar orgullosos mucha gente, para empezar los que confiaron en mí y todos los jugadores que han estado comprometidos con el trabajo. Hasta que hubo un día en el que yo mismo vi que no era la persona adecuada para seguir en ese proyecto, que hacía falta otra cara. Las cosas se hicieron con coherencia, es el adjetivo de ese periodo, todo se hacía por algo. Si hubiese vendido humo, habría durado poco.
¿Antes de entrenador fue jugador en Tárrega?
-No muy bueno, pero sí. Es cuando empecé a amar este deporte. Antes era portero de fútbol. En el colegio al que iba, los Escolapios, en clase éramos 40 y jugábamos 20 contra 20 en el patio, así que el balón no me llegaba. Vi a unos que estaban tirando a canasta y esos sí que tocaban el balón. Y decidí probar.
Empezó a entrenar al Tárrega.
-Empecé con chicos y luego cogí el equipo de chicas. Empezamos a subir categorías hasta Liga Femenina 2. Por cierto, jugué en Hondartza un año. Luego me fichó el Manresa para ir de segundo y de entrenador del júnior.
Pasó de segundo entrenador a primero en la temporada 2006-07 en la LEB, y subió.
-Fue, sin duda, mi experiencia profesional más trascendente. Cogimos a un equipo que estaba muy mal a pesar de tener una muy buena plantilla. Fuimos haciendo cosas a través del convencimiento y acabamos jugando muy bien y subiendo. No perdimos ni un partido en el play-off.
No llegó a medirse al Bruesa GBC de la LEB.
-Vi aquel partido del ascenso en el Gasca. Al haber bajado nosotros unas semanas antes, fui porque era importante empezar a conocer la categoría. La fiesta de ese día fue brutal. Me fui emocionado.
Ha hecho grandes temporadas en Manresa, pero no llegó a dar el salto a un equipo grande.
-Bueno, hubo flirteos, pero nada en concreto. Y como entrenador no puedes frustrarte, porque tienes que estar centrado en tu trabajo. Relativicé eso e hicimos buenas temporadas en Manresa. Lo mejor de todo es que siempre he ido creciendo, ahora también debo hacerlo porque me estoy adaptando a una nueva realidad.
No ha llegado a jugar una Copa del Rey o unos ‘play-offs’.
-Tengo muchas ganas. Un par de años estuvimos cerca. Alguna cosa de esos momentos ya me achaco. Si tengo otra oportunidad aquí, espero hacerlo mejor.