sACÓ el ruso la cartera y toda la NBA se giró a mirar qué pasaba. Era verano, y un vuelo que puede ser habitual como un Boston-Nueva York se convirtió en la comidilla. ¿El motivo? La tripulación: en dicho vuelo iban nada menos que Paul Pierce, Kevin Garnett y Jason Terry. Dejaban el verde, el leprechaun y el Garden; el flamante Barklays Center de los seminuevos Brooklyn Nets les esperaba. No importaba tener que pagar el impuesto de lujo, al menos, no a Mijaíl Prójorov, el magnate ruso dueño de los Nets. Que no sea por dinero.

Y consiguieron el primero de los objetivos: llamar la atención. Como para no. Deron Williams, Joe Johnson, Paul Pierce, Kevin Garnett, Andrei Kirilenko, Brook Lopez, Jason Terry? Un roster hecho para llevarse el anillo; lo que se fue a Boston de intercambio, nada reseñable, o eso parecía. A los mandos, un clásico del manejo de juego en la cancha, aunque novato en los banquillos: Jason Kidd. Aficionados y profanos debatían sobre el equipo del momento. Algunos asegurábamos que podía plantarle cara a Miami en el Este. Otros, quizá más prudentes, lo negaban.

9-16

Fuera de 'play-off'

Y su prudencia se cobra ahora recompensa. Porque el comienzo de temporada está siendo terrible. "Una mierda", que dijo el propio Garnett. En una conferencia Este más barata que en muchos años, no llegan ni a puesto de play-off (octavo). Cierto es que las lesiones están haciendo mella (Williams, Terry, Pierce, Kirilenko? pocos se han librado); pero no menos cierto es que si formas un equipo con una media de edad tan alta, es algo esperable. El aporte de Pierce no llega aún a lo que se debería esperar de The Truth, y el Garnett de blanco y negro no es sino una caricatura de aquel jugadorazo que se batía el cobre bajo los aros con quien se le terciase. Ello, sumado al irregular papel de Williams y Johnson, da como resultado un equipo caótico, que no es capaz de ofrecer solidez. Y eso se nota en el récord (9-16).

Porque no siempre juntar grandes nombres (y salarios, algunos para jugadores en el ocaso de su carrera) en un quinteto han dado como fruto ese equipo que arrasara. Como ejemplo, uno puede pensar rápidamente en los Lakers de la pasada temporada. Nash, Howard, Bryant y Pau Gasol; cómo no iban a llegar, mínimo, a las Finales. Y no hay que irse lejos del Staples Center, ni demasiado atrás en el tiempo. Hace nueve temporadas, aquellos Lakers de Kobe, Shaq, Payton, Karl Malone y Horace Grant, dirigidos por Phil Jackson. Casi nada. Todos recuerdan el ridículo de los Lakers del año pasado; el de 2004 no fue tan sonado, aunque sí cayeron contra Detroit en las Finales por 4-1, algo, sobre el papel, bastante inesperado. Ahora los Nets repiten la fórmula. Está por ver si comparten también el resultado.

la pregunta

¿Remontarán?

Hace pocas semanas, a pocos segundos de acabar el apretado Nets-Lakers en Brooklyn, Jason Kidd, a quien no le quedaban tiempos muertos, sugirió a uno de sus jugadores que le empujara, de tal manera que se le cayera el vaso del refresco y así ganar tiempo para dar instrucciones a sus jugadores. Puede parecer inteligente, porque su asistente -que ha sido recientemente fulminado-, pudo dar las instrucciones. Pero no lo fue. Perdieron el partido y, al ser pillado por las cámaras, le cayó una sanción económica. Valiente movimiento que deriva en un buen puñado de dólares y mucho bochorno. La perfecta metáfora.

Quizá no toque aún hacer sonar las alarmas. Puede que, como en verano, sea mejor hacer gala de prudencia y no darles por muertos. Tienen plantilla y carácter para hacerlo. Y quizá así den al distrito de Woody Allen, Notorious BIG y Jay-Z una razón de orgullo. Mientras, pueden consolarse viendo cómo en la otra orilla del Hudson, los Knicks de su paisano Spike Lee, lo están haciendo aún peor. Mal de muchos?