Donostia. La sorprendente renuncia del Ros Casares, actual campeón europeo, a disputar la próxima edición de la Liga Femenina puede traer muy buenas noticias al baloncesto guipuzcoano, ya que la plaza que deja vacante el conjunto valenciano corresponde al UPV. Según las bases de la competición, si queda una plaza libre en la Liga Femenina, esta irá a parar al tercer clasificado de la Liga Femenina 2, es decir, el primero que se quedó sin ascenso en la cancha, condición que corresponde a un UPV que perdió contra el Conquero en las semifinales de la fase de ascenso de Huelva y acabó así tercero de la categoría de plata.
Por tanto, ahora depende del propio UPV competir en la Liga Femenina. Para ello, el club guipuzcoano deberá lograr un presupuesto acorde a la máxima categoría. En sus cinco temporadas en la Liga Femenina 2, el conjunto donostiarra siempre ha peleado por los puestos cabeceros e incluso ha jugado tres veces la fase de ascenso, pero lo ha hecho con un presupuesto muy modesto, rondando los 200.000 euros, que sería claramente insuficiente para la elite.
El apoyo de la Universidad del País Vasco, el principal sustento del equipo estos años, está garantizado, pero el equipo entrenado por Azu Muguruza necesitará también la ayuda del Ayuntamiento y de algún patrocinador privado, que no tiene desde la marcha de Biurrarena, si no quiere renunciar a la posibilidad de competir con los mejores equipos. El club universitario también tiene previsto hablar con la Diputación, que en su caso ya ayuda al Hondarribia-Irun, instalado desde hace años en la Liga Femenina. El UPV tiene hasta el 6 de julio para confirmar su plaza a la Federación. No será sencillo lograr el apoyo suficiente para salir en la máxima categoría, pero el UPV quiere intentarlo y tiene casi un mes por delante para lograr su objetivo.
En caso de renunciar, el siguiente en la lista es el Obenasa navarro, que quedó penúltimo en la Liga Femenina y que, por tanto, podría aún quedarse en la máxima categoría.