"Nuestro mayor aliciente es el buen ambiente que tenemos en el club"
Javier Iraeta se siente orgulloso del club que preside. Los datos hablan por sí solos: acaba de cumplir las bodas de plata y por sus equipos han pasado más de 500 jóvenes que se han formado con el baloncesto. Pero el futuro del Andraitz KE es incierto "debido a la escasez de medios"
LEGAZPI. La pasión por el baloncesto ha sido el motor de los responsables del Andraitz Kirol Elkartea, que el año pasado cumplió 25 años. Gran defensor del deporte femenino, el club legazpiarra cuenta en la actualidad con cuatro equipos de baloncesto, de los cuales tres están compuestos por chicas. Este sería un buen dato, si no fuera por la dificultad de atraer a los chavales de categorías inferiores.
Andraitz Kirol Elkartea lleva más de 25 años fomentando la afición por el baloncesto entre los jóvenes de Legazpi. Hábleme de los inicios del club que preside.
El primer equipo de baloncesto de Legazpi surgió en los años 60, era un equipo de minibasket y surgió de la mano de los Hermanos de La Salle Legazpi. Después de esta primera experiencia, a primeros de la década de los 70, Legazpi volvió a contar con equipos federados de baloncesto, otra vez de la mano de La Salle Legazpi, que por entonces contaba con equipos de balonmano e incluyó el baloncesto como una sección más, siendo esta sección de baloncesto la primera que incorporó deporte femenino. Fue en el año 1986 cuando la sección de baloncesto se escindió de La Salle Legazpi, y se creó el actual Club Andraitz Kirol Elkartea, que acaba de cumplir 25 años. Desde su creación, más de 500 jugadores se han alineado en sus equipos, y han llevado el nombre de Legazpi por la geografía de todo Euskadi.
Este club siempre le ha conferido una gran importancia al baloncesto femenino.
Siempre hemos apostado por el deporte femenino. En la actual temporada el Club Andraitz K.E. cuenta con un equipo masculino que compite en la 3ª división provincial y tres equipos femeninos, de categoría junior, cadete e infantil, respectivamente. Sin embargo, he de decir que, pese a nuestros esfuerzos por fomentar este deporte mediante la Escuela de Baloncesto o la organización de campeonatos, tenemos dificultades para atraer a los chavales al baloncesto. Llevamos más de cuatro años sin contar con equipos masculinos en las categorías inferiores.
¿Cómo está siendo la temporada?
Trabajamos con mucha ilusión, aunque debemos reconocer que no somos muy competitivos porque no tenemos los medios necesarios. La temporada está resultando muy dura. No tenemos calefacción y pasamos mucho frío en la cancha, hay que estar allí para vivirlo. No obstante, hay muy buen ambiente en el club y eso para nosotros es un gran aliciente.
Como presidente del club, ¿de qué se siente más orgulloso?
El hito más importante fue la consecución de dos ascensos de categoría, desde la categoría provincial a la categoría interautonómica, y posteriormente el ascenso a la 2ª División Masculina que marca el techo del baloncesto legazpiarra. Pero dejando de lado los logros puramente deportivos, nuestro club se siente especialmente orgulloso de haber hecho posible durante estos últimos 25 años que los jóvenes legazpiarras disfruten y se formen a través de este deporte.
En los tiempos que corren, la financiación es uno de los grandes obstáculos a los que se enfrentan los clubes pequeños, que muchas veces sobreviven gracias al apoyo institucional. ¿Cuál es su situación en este sentido?
La verdad es que nos encontramos con problemas a la hora de competir con equipos federados, debido a que los costes son elevados, pero, gracias al apoyo del Patronato Municipal de Deportes, de momento podemos afrontar la competición. No obstante, se ha notado la crisis, tanto institucionalmente como a nivel de patrocinios.
¿Cómo ve el futuro del club?
Nosotros ponemos y seguiremos poniendo todo de nuestra parte para sacar adelante el club, pero el futuro no está solo en nuestras manos, ya que son muchos factores los que lo van a condicionar, desde los medios económicos hasta los humanos. Cada vez son menos las personas comprometidas y el voluntariado empieza a escasear, con lo que si no somos capaces de renovar las estructuras, va a ser difícil aguantar otros 25 años.