- El nuevo Gobierno de Rumania, una gran coalición entre conservadores y socialdemócratas, recibió ayer el visto bueno del Parlamento rumano, cerrando la crisis abierta a principios de octubre por la caída del anterior Ejecutivo debido, justamente, al enfrentamiento entre los ahora socios. “Quiero que este sea el primer día de una nueva manera de gobernar el país”, dijo antes de la investidura el nuevo primer ministro, el conservador Nicolae Ciuca, que dentro de 18 meses será sustituido en el cargo por el socialdemócrata Marcel Ciolacu.

En la coalición entre el Partido Nacional Liberal (PNL) y sus hasta ahora enemigos irreconciliables del Partido Social Demócrata (PSD), está también el partido de la minoría húngara, UDMR, y los tres juntos suman 303 de los 466 escaños del Congreso y del Senado.

En la votación de investidura, el nuevo Ejecutivo obtuvo 318 votos a favor y 126 en contra.

El nuevo primer ministro prometió que conjugará prioridades tradicionales de la derecha, como impulsar inversiones en infraestructura, con políticas abanderadas por los socialdemócratas como las subidas de sueldos y pensiones a las que el PSD debe su popularidad.

Ciuca se comprometió también a no subir los impuestos ni cambiar la tasa única del 16% del IRPF que actualmente se paga en Rumania independientemente de los ingresos, y prometió luchar contra el declive demográfico de este país, con más de cinco millones de emigrados, mediante la promoción de la natalidad.

Con este Gobierno transversal, cambia por completo el paradigma que ha dominado la política rumana en el último lustro, marcado por la guerra sin cuartel entre el centroderecha y el PSD.

El nuevo mapa político deja como principal partido de la oposición a la alianza centrista USR PLUS, que reprochó a sus antiguos socios del PNL haber traicionado su credo “reformista” metiendo al PSD en el Gobierno.