- Enfado de eurodiputados, burócratas, gobiernos, periodistas o países aliados. La presidenta de la Comisión Europea se encuentra en el centro de todas las críticas por las fallas en la estrategia de vacunación europea. Su falta de explicaciones, la lentitud de la llegada de vacunas, la metedura de pata con el mecanismo de control de exportaciones en Irlanda del Norte o su negativa a entonar el mea culpa ponen su mandato ante su peor crisis.

Es la peor crisis en sus 14 meses de mandato. La exministra alemana de Defensa Ursula von der Leyen se encuentra bajo la lupa tras una semana horribilis en la que ha acumulado error tras error. Su estrategia europea de vacunación, que le da la batuta para negociar en nombre de 27 países y 440 millones de ciudadanos, está quedando eclipsada por las demoras en las entregas, la falta de transparencia en las negociaciones con las farmacéuticas, un mecanismo de control de exportaciones que socava la imagen europea en el exterior y la ausencia de explicaciones.

Ante la cascada de críticas, su portavoz Eric Mamer se excusaba recientemente asegurando que “solo el Papa es infalible”. En una entrevista en El País, la inquilina del Berlaymont ha evitado hacer valoraciones sobre si la crisis de las vacunas pondrá en juego su credibilidad: “Esperaremos al final del mandato y entonces haremos balance”.

Quien no ha esperado a que la alemana culmine sus cinco años al frente del Ejecutivo comunitario ha sido su antecesor Jean-Claude Juncker. En unas declaraciones que recoge Politico, el luxemburgués ha cargado con fuerza con la gestión de la pandemia de su sucesora. “Creo que ha sido muy lenta, no se ha hecho con la máxima transparencia, aunque se trate de una tarea muy difícil”.

Sin embargo, el grueso de las críticas se centra en el mecanismo de control de exportaciones. Tanto a nivel interno como a externo. Von der Leyen lanzó a Stella Kyriakides, comisaria de Salud, y Valdis Dombrovskis, vicepresidente y responsable de Comercio, para explicarlo. Poco después, se vio metida de lleno en un fallo garrafal: la apelación al Artículo 16 del Protocolo de Irlanda para evitar que las vacunas llegasen al Reino Unido sin control a través de la frontera irlandesa. Después de que el escándalo se hiciese público, el equipo de la presidenta vertió la culpa a su vicepresidente Dombrovskis.

La puesta en marcha de este instrumento, que tiene por objetivo evitar que las vacunas salgan de suelo comunitario, ha mermado la imagen europea en la arena internacional y en el ámbito del brexit. Bruselas se pegó un tiro en el pie facilitando la creación de una frontera entre las dos Irlandas. Aunque reculó a tiempo -horas antes de que la legislación entrase en vigor- el daño ya estaba hecho. Fortalecía a Boris Johnson, primer ministro británico, y debilitaba a Irlanda y la imagen de la Comisión.

Tampoco ha sentado bien en el exterior. Países como Japón o Filipinas han denunciado que este mecanismo afectará a la llegada de sus vacunas. La UE siempre se ha mostrado como un líder de la apertura frente al proteccionismo; y de la solidaridad y los valores mientras que otros entonaban el nosotros first. Pero lo cierto es que la urgencia y el nerviosismo desatado por las demoras en las campañas de vacunación internas están propiciando que el bloque comunitario se encierre en sí mismo proyectando todo aquello con lo que se posiciona en contra. Desde su puesta en marcha, las capitales han recibido y aceptado dos autorizaciones hacia el Reino Unido y Canadá.

Bruselas ha asegurado 2.300 millones de dosis y es el principal donante para países vecinos y en desarrollo. Aunque todavía no ha salido una sola inyección al exterior. La prioridad es acelerar el ritmo a nivel interno para llegar al 70% de vacunación de población adulta en verano. La propia Angela Merkel aseguró el lunes que su ambición es que a finales de septiembre toda la población de Alemania pueda estar vacunada, coincidiendo con las elecciones germanas. Otro de los reproches que se achacan a Von der Leyen es que ha mirado la crisis actual con gafas alemanas primando sus apariciones en los medios de este país e impulsando las políticas más beneficiosas para Berlín.

“La vacuna es la única alternativa para salir de la pandemia”, señalaba la ex ministra de Defensa germana el 26 de diciembre en Twitter, coincidiendo con el inicio de la campaña de vacunación. Es un éxito que los Veintisiete hayan unido fuerzas y unificado su postura. De lo contrario asistiríamos a una carrera entre Estados miembro por su adquisición, que dejaría a algunos mal parados y mermaría la imagen europea. Sin embargo, los recelos sobre las negociaciones con las farmacéuticas han ensombrecido lo que estaba llamado a ser una historia de éxito comunitaria.

En un momento en el que compañías como Pfizer y, sobre todo, AstraZeneca, han anunciado la reducción de entrega de viales, comienzan a surgir los fantasmas sobre si Bruselas ha negociado bien en términos de tiempos, condiciones y precios. Von der Leyen deberá ahora de dar explicaciones de todo ello a los diferentes grupos políticos de la Eurocámara y convencerles de la bondad de su gestón. La primera reunión fue ayer, pero como las conversaciones con las farmacéuticas, ocurrió a puerta cerrada.