Bruselas - Leo Varadkar ha sido la persona encargada de liderar a Irlanda en uno de los momentos de mayor incertidumbre de la historia reciente del país. Tras protagonizar una de las recuperaciones más espectaculares de la crisis económica y financiera de 2008, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el eterno y díscolo vecino, ponía en riesgo dos décadas de paz y convivencia en la isla de Irlanda tras la firma del Acuerdo de Viernes Santo que daba por finalizados los casi 30 años de conflicto norirlandés.

Sin embargo, Varadkar, flanqueado por las instituciones europeas y el resto de capitales, logró salvar un Acuerdo de Salida que aseguraba una isla libre de fronteras físicas y, por tanto, de dolorosos retrocesos. Aunque el brexit no ha terminado y, de hecho, la principal batalla acaba de comenzar. Durante los próximos diez meses, el bloque comunitario y Londres tendrán que negociar la relación futura -especialmente, el acuerdo comercial- que sustituirá a 47 años de pertenencia al club de países europeos y su Mercado Único. Una negociación que el propio Varadkar quiere seguir liderando. “Si el brexit fuera un partido de fútbol, estaríamos probablemente en el descanso”, señaló el taoiseach durante un mitin electoral esta semana, reclamando a sus conciudadanos que se mantengan del lado del “equipo de confianza” para dirigir el país. El sábado tendrán la última palabra los irlandeses, en unas elecciones generales anticipadas por el mismo Varadkar, y en las que parte en clara desventaja.

El líder del partido de centroderecha Fine Gael no ha sido capaz de capitalizar el éxito político de su negociación del brexit. De hecho, las últimas encuestas reflejan que los irlandeses sitúan el brexit como una preocupación menor frente a otros más acuciantes como la reforma de la sanidad pública o los elevados precios y difícil acceso al mercado inmobiliario irlandés.

Precisamente dos asuntos que pueden jugar en su contra. Su formación ha dirigido el país desde el año 2011 -aunque Varadkar solo desde 2017- y ha sido artífice de la más espectacular recuperación económica tras la crisis de 2008. Convertido en una suerte de paraíso fiscal comunitario, la concentración de grandes empresas en el país les llevó a crecer por encima del 25% solo en 2015. Pero no todo el mundo pudo subirse al carro de la recuperación, y ahora las clases populares pagan las consecuencias de este espectacular crecimiento.

Estas son las principales causas que han relegado al partido de Varadkar a la tercera posición en las encuestas. El último sondeo del Irish Times, sitúa al Fine Gael en torno al 20% de estimación de voto, lejos del 25,5% anotado en 2016. Fianna Fáil, el partido de centro con el que el Fine Gael ha protagonizado un turnismo político que se remonta a la Constitución de 1922, sería la segunda fuerza del país con el 23%.

Pero quien encabeza todas las encuestas es Mary Lou McDonald, relevo de Gerry Adams al frente del Sinn Féin, quien podría alcanzar el respaldo del 25% de la población. Un resultado que supondría prácticamente doblar los votos de 2016 y que ha relegado del ostracismo al que fuera el brazo político del IRA. Lejos quedan ya los años de vinculación con la violencia, que han permitido al partido convertirse en un referente de la izquierda del país y estandarte del movimiento antiausteridad.

Sin embargo, una posible coalición del bipartidismo tradicional les impediría gobernar.