“Quiero jugar a fútbol toda mi vida. Mi sueño es ese, ser jugador”. Son palabras de Ilyass Lahrach, joven marroquí de 20 años que ha participado en el torneo de fútbol sala organizado por Jatorkin Al-Nahda en el que han tomado parte, entre otras organizaciones, varios proyectos de Cruz Roja Gipuzkoa (Vais, Harrera, Emancipación y Acompañamiento). Ilyass formaba parte de uno de estos equipos y con sus goles lo clasificó para la semifinal, donde cayó eliminado. La final tuvo lugar este domingo y el triunfo se quedó en casa, ya que Altza se impuso a Jatorkin. Sin embargo, más allá del resultado, el objetivo de este torneo no era otro que fomentar la convivencia entre jóvenes en situación de exclusión a través del deporte. Cruz Roja Gipuzkoa presentó un total de 18 residentes divididos en tres equipos. “Era una iniciativa que tenía muy ilusionados a los participantes”, sostiene Susana Hernández, responsable de pisos de Emancipación de Cruz Roja en Gipuzkoa.

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“A todos los marroquíes nos gusta el fútbol”, asegura Ilyass, cuya otra pasión es la educación. “Me gustaría ser educador”, reconoce el nacido en Fez, que llegó hace dos años a Donostia. Reside en un piso de emancipación gestionado por Cruz Roja y estudia un grado medio de atención a personas en situación de dependencia. “He aprobado el primer año y ahora me queda el segundo. Soy un buen estudiante”, sostiene orgulloso. “Me gusta mucho estudiar. Es una manera de aprender rápido”, puntualiza Ilyass, cuya idea para el futuro es quedarse en Donostia: “Me encanta esta ciudad porque es muy pequeña y muy tranquila”. Este verano, dos años después de su llegada a la capital guipuzcoana, volverá a casa, a Fez, y allí podrá ver a su familia. “La echo muchísimo de menos, sobre todo a mi hermana Nada, de trece años”, reconoce. Al hablar de su adaptación a su nuevo hogar, asegura ser “más o menos feliz”.

Su tiempo libre lo dedica, siempre que puede, a su verdadera pasión: el fútbol. “Ahora no estoy entrenando por el tema de estudios, pero el año que viene fijo que vuelvo”, advierte este fan incondicional del Real Madrid y de Karim Benzema, del que dice que “es un crack”. No olvida, “aunque quiero hacerlo”, el tema de Mbappé. A pesar de su amor por el club merengue, también profesa cariño hacia la Real. “Tengo una bufanda. A veces me dan entradas y voy al campo, que es muy bonito”, ensalza Ilyass a quien, como buen centrocampista que es, le gusta Mikel Merino: “Es un jugadorazo”, destaca.

Junto a los tres equipos de Cruz Roja Gipuzkoa, también han tomado parte dos conjuntos de la cooperativa Peñascal, otro de Altza y otros dos de la Asociación Jatorkin Al-Nahda, organizador de dicho torneo y que trabaja con chicos que la mayoría están en situación de calle. “Tenemos una necesidad de promover la integración y vimos que quizá una manera buena sería el deporte, una manera saludable de promover relaciones positivas tanto con otros chicos de origen magrebí como con chicos autóctonos de aquí”, explica Ibone Aristegi. El objetivo es doble, tal y como reconoce esta trabajadora social: “Por un lado, la inclusión y la integración y, por otro, la prevención del radicalismo islamista”. Es más, “vemos muy importante tratar este último tema”, puntualiza Ibone.

“Lo que vemos en ellos es que les encanta el deporte. Les gusta promover las relaciones desde el deporte”, argumenta Ibone, que lamenta “las pocas opciones” de acceder a polideportivos. “Tienen que pagar y económicamente no pueden”, se sincera. “Algunos de ellos sí que consiguen entrar en algunos grupos deportivos, pero la mayoría no y es algo que les gustaría”, reclama. De ahí la organización de este torneo, que no será el último. De hecho, ya hay en mente la celebración de uno en Tolosa y de otro en Errenteria. Agradece Ibone la cesión del polideportivo de Altza para la competición: “Estamos súper contentos porque nos han dejado un polideportivo nuevo. Los chavales estaban muy motivados”, agradece.

“No todos los marroquíes somos malos”

Este torneo, en opinión de Susana Hernández, responsable de pisos de emancipación de Cruz Roja en Gipuzkoa, “sirve para visibilizarles”. Y se explica: “La población magrebí tiene bastante mala prensa, bastante mala imagen y el hecho de que puedan hacer otras cosas diferentes, de que puedan participar jugando un partido de fútbol, como la población en general, es positivo”. No entiende la cantidad de prejuicios existentes sobre estas personas. Explica Susana que “tenemos seis pisos de emancipación y los seis están en Donostia. Están en comunidades de vecinos normalizados. No estamos en el monte y no estamos apartados del mundo. La idea es visibilizar que existimos, que estamos y podemos hacer una vida normal”.

Detrás de este programa de Cruz Roja hay un bagaje de 23 años con los pisos de emancipación. “No nacimos ayer”, recuerda con entusiasmo. “Estamos cansados de esa imagen. Siempre se da importancia a las cosas más negativas. Si algo pasa en el vecindario, siempre somos nosotros. Si algo pasa en el barrio, seguramente ha sido un chico extranjero”. No entiende este trato y menos cuando “nuestros chicos están en los programas en la medida en la que ellos vayan cumpliendo objetivos. Si no, hay posibilidad de que se tengan que marchar y buscarse la vida por otras vías. Si ellos cumplen, nosotros estamos ahí”, deja claro.

En este sentido, Ilyass Lahrach también muestra su hastío y se defiende afirmando que “hay de todo. Como hay marroquíes malos, también hay vascos malos, hay franceses malos, hay de todo. Yo estoy cansado, muy cansado. La mayoría de los que piensan así son personas mayores. Tienen miedo cuando te ven, guardan las cosas, pero sin embargo hay otras personas que nos tratan muy bien, de verdad. Que seas de donde seas, te tratan igual”, algo que agradece Ilyass.