- El Hospital Universitario de Donostia y Biodonostia ha recuperado la marcha, frenada por la pandemia, para participar en la ampliación del proyecto PPMI, de la Fundación Michael J. Fox, con el fin de mejorar el tratamiento y la prevención del párkinson. Lanzan un llamamiento a la participación.

Javier Ruiz, neurólogo e investigador de Biodonostia, habla con NOTICIAS DE GIPUZKOA de este trascendental proyecto y de una enfermedad que en Gipuzkoa tiene incluso una variación específica.

¿Que importancia tiene participar en el proyecto PPMI de la Fundación Michael J. Fox?

-Llevamos participando en este proyecto desde 2013. Tiene diferentes partes y nosotros colaboramos en la parte genética. Ellos quieren juntar pacientes y familiares asintomáticos que tienen riesgo de desarrollar párkinson a futuro. Nosotros desde hace años hacemos seguimiento de familias con enfermedad de Parkinson en las que hemos detectado una mutación que tiene su origen en el País Vasco, concretamente en Gipuzkoa. Esto hizo que comenzáramos a participar en este proyecto que es a largo plazo, casi no tiene fin. Inicialmente se hizo un proyecto hasta 2020 y se preveía hacer una ampliación. Todo se paró de forma un tanto brusca por la pandemia pero se ha reactivado en lo que llaman 2.0. Hemos renovado el acuerdo para continuar vigilando a nuestros pacientes y a sus familiares.

¿Y esta vigilancia a dónde lleva?

-Es un programa muy interesante, en primer lugar, porque nos hace estar en un proyecto que es quizás el más ambicioso en la investigación genética del párkinson, porque aúna a hospitales de todo el mundo que vigilan a pacientes con formas genéticas. Es muy importante porque gran parte de la investigación que necesita financiación pasa por esta fundación, que ha conseguido aunar fuerzas para lograr proyectos competitivos y financiarlos. A nosotros poder realizar un seguimiento riguroso de pacientes y familiares que a futuro pueden desarrollar la enfermedad nos abre un vía muy importante, nos da medios para vigilarlos y tratarlos.

Una mutación localizada en Gipuzkoa. ¿Qué explicación tiene?

- En lugares donde no ha habido facilidad de acceso y se han generado núcleos muy cerrados, es fácil que muchas veces te encuentres con consanguinidad y una mezcla no muy alta de diferentes familias. El que se casen tío y sobrina o las parejas de primos han hecho que se junten riesgos genéticos y aparezcan más casos.

¿Cuándo surge esta mutación?

-Esta mutación esta datada aproximadamente en el siglo VIII. Hay técnicas que permiten ver más o menos cuál es la antigüedad de la mutación y se calcula que procede aproximadamente de entonces. Una persona tuvo una modificación genética que le generó una mutación que provocaba un riesgo de desarrollar párkinson. Este se fue extendiendo durante décadas. Aquí había familias muy grandes, con muchos miembros y muchos de ellos con párkinson.

¿Afecta más a unas zonas que a otras?

-Se extendió por nuestro entorno, pero también a las áreas a las que emigraron estas familias. Aquí, en el triángulo que forman el alto de Itziar, Azkoitia y Aia es donde se empezó a hacer el estudio. Pero esto se ha extendido a otras localidades de Gipuzkoa. También hay en Bizkaia, en Álava o La Rioja, pero según te vas extendiendo se va disipando más. Es verdad que algunos núcleos en Asturias o Uruguay, a donde fueron familias de aquí, también se ha desarrollado. Pero el efecto fundador ha dio principalmente en Gipuzkoa.

¿Esta mutación afecta a todos los enfermos por igual?

-Estas son mutaciones que se trasmiten pero que no siempre generan la enfermedad propiamente dicha. Es frecuente que pase, pero no es sí o sí causa de enfermedad. A veces se trasmite sin haberla padecido. Hay gente que ha fallecido con 95 años, tiene la mutación y no ha tenido ni un síntoma de la enfermedad. Los hemos seguido en la consulta. El riesgo es alto, pero no es un 100%.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de prevención y tratamiento del párkinson?

-Es una enfermedad degenerativa y progresiva que en el momento en el que te la diagnostican sabes que va a continuar sí o sí. Cuando se diagnostica, por decirlo de alguna manera, llegamos tarde. El comienzo de la enfermedad es décadas atrás. Sin haber sentido síntomas o con síntomas que no identifica el paciente podemos estar empezando con el proceso degenerativo. En fases iniciales es cuando deberíamos intentar actuar. Estos proyectos tienen la ventaja de que permiten conocer muy bien cuál es el recorrido de la enfermedad desde que eres una persona que estás sana, pero tienes esta mutación y el riesgo, hasta que la desarrollas e incluso hasta el final. Porque hay programas de donación de cerebros, los dona el paciente para que sean estudiados. Es un proyecto que va desde el principio al final.

Algo fundamental

-Sí, porque de esta forma podemos hacernos una idea clara de cuándo empieza la enfermedad, los síntomas, qué podemos hacer para detectar el momento de inicio... Esto va a la par de una investigación más profunda a nivel molecular y bioquímico que nos hace ver que esta mutación provoca un cambio celular que podemos revertir con alguna molécula. Es una investigación más de laboratorio para saber qué esta pasando realmente en la célula a consecuencia de la mutación y cómo podemos intervenir para que esto realmente no ocurra.

¿Y a qué altura de este proceso se halla la investigación?

-Este primer proyecto en sus últimos años empezó a detectar moléculas que podían intervenir en que la enfermedad se desarrolle de una manera mejor o que no se desarrolle. Se han dado los primeros ensayos clínicos que utilizan estas moléculas, están en fase de estudio para ver si son eficaces. Esta es la parte de tratamiento preventivo, cuando el paciente no ha desarrollado síntomas o muy pocos.

¿Se puede incidir en la progresión de la enfermedad si se diagnostica de forma temprana?

-Se trata de intervenir en la fase de progresión para que progrese de forma más lenta. Es lo que se conoce como un tratamiento modulador, que hace que lo que iba ser de una manera pase a ser de otra más benigna. El objetivo principal sería la curación, pero esas son palabras mayores. Si lográramos que llegara a ser una enfermedad más benigna ya habríamos conseguido mucho.

¿Se puede mejorar la calidad de vida de los enfermos?

-Eso es lo más experimental, lo que está en fase de desarrollo. Pero no hay que menospreciar lo que se ha hecho hasta ahora, porque hay muchos tratamientos que mejoran los síntomas. Eso bien vigilado permite tener una aceptable calidad de vida, sobre todo los primeros cinco, diez e, incluso hasta quince años. Luego, la situación es más compleja. Pero el paciente con visitas asiduas a la consulta, con apoyo etc. puede tener una mejor calidad de vida, pese a tener una enfermedad degenerativa y progresiva.

¿Qué síntomas avisan de que se padece párkinson?

-Los síntomas de párkinson se dividen en dos tipos. Los primeros son los síntomas motores, los que todo el mundo identifica y conoce . El temblor es un síntoma, pero no es el más importante. El principal y el más importante, el que siempre tiene que estar presente, (porque hay personas con párkinson que nunca tiemblan) es la lentitud. El tercer síntoma principal es la rigidez. Los movimientos son duros y rígidos, afectan a las habilidades motoras, en la forma de caminar, la expresión facial, la destreza de las manos...

¿Y el segundo grupo?

-Serían los síntomas no motores, que a veces pueden aparecer de forma muy, muy precoz, antes que los síntomas "clásicos". Son muchos, pero los más llamativos pueden ser la pérdida del olfato, que a raíz de la pandemia se ha puesto de moda. Pero los que nos dedicamos al párkinson sabemos que este es un síntoma muy frecuente y precoz. Muchas veces la gente no te lo cuenta, solo si lo preguntas. Hay otro síntoma muy estudiado vinculado a una alteración del sueño, que se llama trastorno de conducta del sueño REM. Son pesadillas muy desagradables que el paciente tiene y que las vive con total realidad. Si sueña que le están persiguiendo, se intenta escapar; si le quieren agredir, se defiende y puede dar manotazos, tirar la mesilla... Son alteraciones del sueño que normalmente suelen aparecer después de los 50 años. Nos dan una pista de que a futuro se puede tener una enfermedad degenerativa, párkinson u otra.

¿Y hay más?

-Hay otras menos especificas, como puede ser el estreñimiento. Aunque el estreñimiento lo puede tener mucha gente. Hay que acotarlo, menos de dos deposiciones por semana. Esto puede ser una pista de una enfermedad degenerativa, aunque es un síntoma más difícil de controlar. Pueden aparecer síntomas de alteración de estado de ánimo, como estados depresivos o ansiosos. Pero estos son síntomas habituales que no siempre están vinculado al párkinson.

¿Hay que acudir al neurólogo con estos síntomas?

-Hacer un llamamiento de ese tipo es peligroso. Es bueno que la gente esté familiarizada con estas cosas pero será muy importante, y lo haremos, cuando haya la posibilidad de ofrecer un tratamiento preventivo precoz, que es en lo que estamos. Para la gente que tiene estos síntomas, como el del trastorno del sueño, el proyecto Michael J. Fox tiene una rama pata vigilarlas. A algunas personas que presentan este síntoma les podemos invitar a participar en dicha rama, aunque nosotros no participamos directamente. Pero de manera masiva llamar a consultar, provocaría colapsos y generar una preocupación que a veces no está fundada. Cuando haya una molécula, iremos a por los síntomas y se harán campañas.

"Se trata de intervenir en la fase de progresión para que lo haga de forma más lenta y benigna. Si lo logramos será conseguir mucho"