El abandono educativo temprano alcanza mínimos históricos en Euskadi. Se ha superado, y con mucho, el objetivo fijado por la Unión Europea de reducir este indicador al 9% para el año 2030. El abandono temprano -el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años que no ha completado la segunda etapa de Educación Secundaria (FP de Grado Medio, Básica o Bachillerato)- y no sigue ningún tipo de formación se situó en 2021 en el 4,8%, la cifra más baja desde que existen registros. Se trata de un descenso de 1,7 puntos respecto al 6,5% de 2020.

La solidez del sistema, sobre todo de la Formación Profesional, y la apuesta de la juventud vasca por apurar todas sus opciones de estudio consolidan al sistema educativo vasco a la cabeza de las comunidades autónomas del Estado español que, pese a reducir su abandono la última década prácticamente a la mitad, no acaba de cumplir con el estándar mínimo del 10% marcado en todo el continente para 2020. En concreto, el abandono se redujo en España al 13,3%, 2,7 puntos (un 17%) menos respecto al año anterior, igualando la mayor caída desde el año 2000 en puntos porcentuales y la mayor como porcentaje de variación.

La media estatal esconde profundas diferencias entre comunidades. Sirva como ejemplo el hecho de que Andalucía triplica el abandono de Euskadi. La CAV (4,8%), Cantabria (6,6%) y Galicia (8,1%) lideran el ranking autonómico. Les sigue inmediatamente después Nafarroa (10,2%) que, aunque ha reducido tres puntos el abandono respecto a 2020, sigue sin superar esa barrera psicológica del 10%. Con todo, desde el Ministerio de Educación no han dejado pasar la oportunidad para considerar ese 13,3% como un logro. Y en cierta manera lo es ya que en 2004 prácticamente un tercio de los españoles de 18 a 24 años no tenía el título de Bachillerato o FP.

Las razones Numerosos especialistas ligan la evolución positiva de este indicador en el Estado a las sucesivas crisis económicas, primero la de 2008 y ahora la producida por la covid. En definitiva, los jóvenes se han decantado los últimos años por seguir estudiando ante la perspectiva de no trabajar. También podría haber influido la flexibilización que ha vivido el sistema educativo a partir de la ley Wert, orientada en gran medida a maquillar, precisamente, las altas cifras de abandono. El empeño por atajar el principal problema del sistema educativo español se ha traducido en forma de un incipiente aumento de las plazas de FP al calor, dicen, de la industria 4.0 y en una relajación de las exigencias para pasar de curso. Conclusión, menos alumnos son expulsados del sistema.

Realidad diferenciada Aunque válidas, todas esta razones no se ajustan a la realidad de Euskadi puesto que desde hace varios lustros el nivel educativo de la población vasca (en todas sus franjas y hasta los 65 años) se sitúa a la altura de los países más desarrollados del entorno. Las claves del bajo abandono habría que buscarlas en el papel estratégico que la FP ha jugado las últimas dos décadas, en la alta tasa de escolarización temprana o en el amplio abanico de programas de refuerzo diseñados para detectar factores de riesgo y prevenir el fracaso escolar en la ESO. También ha sido crucial la existencia de una política de becas propia, alejada de los recortes aplicados por sucesivos gobiernos que han ocupado La Moncloa, sobre todo en la época el PP.

A todos estos factores estructurales se añade la alta consideración que la sociedad vasca atribuye a la formación, como lo demuestra la cuenta de gasto público y privado en educación. En 2020, en plena pandemia, este gasto creció un 0,2% con respecto al 2019. En cifras absolutas, se invirtieron 3.978 millones de euros en actividades educativas regladas y no regladas, 1.887 euros por habitante.

En opinión de la viceconsejera de Educación del Gobierno vasco, Begoña Pedrosa, el bajo abandono en Euskadi se debe a "un cóctel de factores" que se puede resumir en "una cultura de entender y hacer de la educación el pilar" así como en "no dejar a nadie atrás".

Según señala a NTM, este indicador "se relaciona directamente con la fortaleza del sistema educativo vasco en algunos ámbitos pero, en mi opinión, demuestra la importancia que la sociedad y las familias vascas dan a la educación ya que por lo general tienen un alto nivel cultural". Para Pedrosa, la tasa de abandono del 4,8% "no es un hecho coyuntural" sino el fruto de "una cultura educativa que viene de lejos". En este sentido reconoce el esfuerzo que hace la comunidad educativa para retener al alumnado dentro del sistema y para motivarlo a seguir formándose. Por otro lado, destaca los programas de apoyo y refuerzo impulsados por el Departamento de Educación para que nadie, por la razón que sea, se quede descolgado.

Programas de refuerzo En ocasiones el primer obstáculo en la vida escolar de una persona llega pronto, en segundo ciclo de Primaria. La viceconsejera explica que "se ha hecho mucho hincapié en reforzar la transición de Primaria a la ESO con programas de apoyo porque puede ser una etapa en la que se suelen dar ciertas dificultades, sobre todo entre el alumnado más vulnerable". En segundo ciclo de la ESO (3º y 4º) también hay varios programas de diversificación curricular, en los que se trabajan las asignaturas instrumentales -lenguas, matemáticas, ciencias- que son, a su juicio, "la llave para tener una base sólida y sobre lo que edifica el puente hacia el Bachillerato y la Formación Profesional, una de las grandes fortalezas del sistema educativo vasco".

En este punto, Pedrosa asegura que Euskadi "ha hecho una apuesta firme y sostenida en el tiempo por potenciar la FP para convertirla en una formación de referencia y diversificada para atender las necesidades del mercado". A todo ello, dice, se une la alta escolarización en la etapa que va de los cero a los dos años. "Nosotros estamos al 94%, una tasa de escolarización temprana muy superior a la de los países de nuestro entorno, por ejemplo, España, que está al 63%". Y recuerda que "muchos estudios han demostrado que la escolarización temprana es un factor clave en el éxito escolar y en el apego por la formación".

Todo este recorrido es, desde el punto de vista de Pedrosa, lo que hace que la tasa de abandono sea una de los más bajas de Europa y muy por debajo de la media española. "Es un cóctel de diferentes acciones todas ellas dirigidas a evitar el fracaso escolar, que todo el mundo consiga las competencias básicas, que es lo que evita a la larga abandonar el sistema en la franja 18-24 años". Pero toda esta carrera comienza con la detección de los posibles problemas de forma temprana y el refuerzo de los mismos respondiendo a una filosofía de inclusión.