- "Nos veían como a unos locos. Esto empezó con un grupo de esquiadores. Nos veían y nos decían: Pero, ¿dónde vais?, ¿no tenéis bastante con lo que tenéis?". Son las palabras de un orgulloso Fernando Mitxelena, presidente del club deportivo Kemen, que mañana recogerá el Premio del Voluntariado de Gipuzkoa 2021 que concede la Diputación. "Supone un espaldarazo a todo el trabajo que llevamos haciendo durante los 27 años que llevamos metidos en esto", reconoce este donostiarra de 49 años, que ejerce de presidente desde 2014 -sucedió en el cargo a Javier Imaz y éste a Jesús Mari Lasa-. "Es un reconocimiento a todo la labor y a todo el trabajo", sostiene Fernando, que incide mucho en el "carácter voluntario" de esta asociación que cuenta con unos 160 socios: "Aquí todos somos voluntarios. Desde el que limpia el local hasta yo mismo, que estoy metido aquí todos los días haciendo cosas. Todos somos voluntarios y ese es el valor que tiene Kemen, porque nos gusta y nos apasiona lo que es el deporte y acercarlo a la gente que lo tiene, o que lo tenemos, más difícil".

Kemen se fundó en 1994 y, tal y como reconoce el actual presidente, "el panorama ha cambiado mucho" desde entonces. Confiesa que "no está normalizado", pero "es una cosa cotidiana ver en cualquier sitio atletas nuestros en todas las disciplinas", se alegra. Echa la vista atrás en el tiempo a esa Agrupación Deportiva de Esquiadores Minusválidos Físicos Vascos, un nombre "corto y rimbombante". Ese fue el inicio. Finales del 94. Gracias a un grupo de esquiadores que se juntaban en las pistas de Astún y Candanchú. "Ellos vieron la problemática que había para acceder al material, a las pistas". Y se pusieron manos a la obra. La primera sede fue la casa del primer presidente, Jesús Mari Lasa. Luego se asentaron en Aspace, de donde les echaron por culpa de unas obras. "Ese fue un momento clave en la historia de Kemen", asegura Mitxelena. "Teníamos que conseguir un local y gracias al Gobierno Vasco conseguimos la sede actual. Ya teníamos un local para guardar todo el material que tenemos", destaca.

Dentro de toda la labor que realizan, que es mucha, quizá el momento más complicado llega cuando acuden a donde alguien que acaba de tener un accidente o ha sufrido alguna problemática que le impide llevar una vida normal. "Les decimos que el mundo no se acaba y que el deporte les puede ayudar. Te miran como diciendo: "Mira lo que me ha pasado y me vienes a contar que voy a esquiar o a correr". Pese a todo, no duda en afirmar que "la gente ha cambiado el chip, se ha dado cuenta de que a través del deporte, la vida mejora 100%". Para Fernando, el deporte "es salud". Y para muestra, un botón: "Se ha visto en esta pandemia. En cuanto no se podía hacer deporte, la gente no paraba de quejarse, y en cuanto dejaron hacer algo, la gente salió a la calle a practicar deporte". Estima que practicarlo "es una forma de socializar, de curar la mente, de despejarla, de llevarla a cualquier otro lado. Es una forma de vida. Ha habido gente que ha cambiado de mentalidad, de no hacer nada a dedicar el 90% de su día a practicarlo".

No es el primer reconocimiento que recibe Kemen a lo largo de su trayectoria. En 2017, por ejemplo, la ONCE le entregó el Cascabel de Oro. "No nos hace falta esto. Reconocimientos, por suerte, ya hemos tenido unos cuantos", enfatiza Fernando Mitxelena, pero quizá éste le hace más ilusión porque, en su opinión, "se está premiando más a la labor que hacemos un tanto escondida. No sé si la gente se piensa que aquí trabajamos o vivimos de esto. No es así. Aquí venimos porque nos gusta", quiere dejar claro. A partir de ahora, la intención no es otra que "seguir con la misma labor".

Hablando desde el corazón, para Mitxelena el objetivo principal "sería desaparecer". Y se explica: "Si desaparecemos, eso quiere decir que el deporte adaptado está normalizado y que todo el mundo tiene acceso al deporte adaptado, pero hoy en día lo veo utópico". Aunque, eso sí, se muestra orgulloso de que la sociedad "cada vez es más inclusiva". Falta mucho para que el deporte adaptado esté normalizado. "Si una persona quiere salir a correr, es tan fácil como ir a una tienda, te compras unas zapatillas, le las pones, y sales. Pero para alguien que está en una silla de ruedas, es una misión casi imposible. En primer lugar porque no puedes probar las cosas. Te tienes que comprar una silla por Internet y estamos hablando de unos 3.000 euros. ¿Cómo va a empezar la gente a hacer deporte si no te dejan ni probarla?", se pregunta Fernando. De ahí la importancia de Kemen, que cuenta en estos momentos con "un montón de material adaptado, que lo ponemos al alcance de todo el que lo quiera". Ese material está dando "todo el día vueltas". Y es que para el presidente de Kemen, "lo mejor es que esto -señalando el material del local- no esté aquí".