- El Ayuntamiento de Baiona rindió ayer homenaje a Aristides de Sousa Mendes, cónsul de Portugal en Burdeos y la capital labortana en plena Segunda Guerra Mundial. el diplomático habría emitido en pocos días cerca de 30.000 visados para migrantes que huían de Francia, entre ellos, hasta 10.000 judíos perseguidos por el III Reich nazi. De esta manera, Baiona celebró la inclusión de Sousa Mendes en el Panteón nacional portugués.

Esta acción le valió el sobrenombre del Schindler portugués, en referencia al empresario de origen checo Oskar Schindler, que protegió a buena parte del millar de trabajadores judíos que empleaba en su fábrica de Cracovia.

Con su decisión, en una semana a finales de junio de 1940 (recién invadida Francia por los nazis), Sousa Mendes desafió las órdenes del dictador luso António de Oliveira Salazar, que a través de la popular Circular 14 había prohibido a su cuerpo diplomático facilitar a judíos, soviéticos, apátridas o miembros de la oposición documentación con la que acceder a Portugal. Oficialmente, el Estado luso se había declarado neutral en la contienda bélica.

"Asumió esa responsabilidad y se sacrificó sabiendo que le supondría meterse en problemas", recordó ayer el alcalde de Baiona y presidente de la Mancomunidad de Iparralde, Jean-René Etchegaray, que llamó a la capital labortana a recordar la figura del diplomático y su gran gesto: "La ciudad ni debe ni puede olvidar". Sousa Mendes comenzó a repartir visados el 17 de junio en Burdeos, aunque a partir del día 20 hasta el 23 lo hizo en Baiona.

"Si hay que desobedecer, mejor desobedecer una orden de los hombres que a una orden de Dios", dijo aquellos días, en los que terminó escapando de varios funcionarios de Salazar, que envió a varios empleados del régimen para que Sousa Mendes parara de expedir estos visados.

Sousa Mendes, que cuenta con una calle en Baiona Ttipia, donde se encontraba el viceconsulado luso, fue homenajeado ayer por las autoridades locales, encabezadas por Etchegaray, y el cónsul honorario luso en Dax, Vincent Bancons, que recordó que el diplomático fue "un humanista que escuchó su alma, su pensamiento. Lo pagó caro, al igual que su familia". Sousa Mendes fue apartado por el régimen salazarista.

Símbolo del cambio de los tiempos, Portugal aprovechó para tributar un homenaje a la altura del gesto a Sousa Mendes, fallecido en los años 50. En un acto solemne presidido por el presidente luso, Marcelo Rebelo de Sousa; el primer ministro, António Costa; y el presidente del Parlamento, Eduardo Ferro Rodrigues, la lápida de Sousa Mendes está en el Panteón Nacional, junto a personalidades de la historia lusa como la fadista Amália Rodrigues, el futbolista Eusébio da Silva Ferreira o los expresidentes Manuel de Arriaga y Sidónio Pais, entre otros.