os centros de mayores de Gipuzkoa tratan de seguir compaginando, tal y como han hecho durante estos últimos meses, el intento de que las personas residentes hagan una vida lo más parecida posible a la que hacían antes de la aparición del covid, pero sin descuidar todos los protocolos sanitarios para mantener a raya el virus que tan dañino ha sido en algunos momentos de la pandemia en las residencias. Ahora, la vacunación -prácticamente el 100% de las personas mayores se encuentran inmunizadas ante el coronavirus- ha impedido que se repitan momentos tan duros como los que se vivieron en la primavera del pasado año, pero el elevadísimo número de casos de estos dos últimos meses obliga a extremar las precauciones. En esta quinta ola el covid se ha cobrado la vida de diez personas mayores que residían en alguno de los 65 centros del territorio, donde actualmente hay 26 casos repartidos en cuatro residencias. Es decir, 61 centros estarían ahora mismo libres de covid.

La situación general en los centros del territorio, en este contexto, se podría definir como de “calma tensa”, tal y como la describe Álvaro Martínez, gerente de la residencia Uzturre, situada en Tolosa. Las residencias no son ajenas a la situación que hay de puertas afuera -muchos contagios diarios, aunque menor impacto en hospitales en comparación con otros momentos de la pandemia- y son conscientes de que el virus puede entrar en cualquier momento, lo que siempre resulta delicado teniendo en cuenta que los residentes son personas mayores y, en muchos casos, con otras patologías. Pero ponen en contexto las cifras: son 26 casos entre los alrededor de 5.400 personas que viven en los geriátricos de Gipuzkoa. Eso sí, la pandemia va pesando entre los propios residentes y los trabajadores, ya que la carga de trabajo y la tensión durante año y medio ha sido alta y reconocen sentirse continuamente “en el foco de la noticia”.

“La quinta ola está provocando un momento complicado en general y vendrán más. Yo hago un símil, que esto es como la marea del mar, que sube, baja y vuelve a subir. Esta última ola igual está siendo más estridente que la anterior, pero es un ciclo y ahora igual bajamos y en noviembre volvemos a estar arriba”, comenta Álvaro Martínez, que define con la expresión “calma tensa” la situación en los centros como el de Uzturre: “Estamos en cierto modo tranquilos, pero es una calma tensa, sobre todo ahora después de las vacaciones vamos a ver qué nos encontramos. Sabemos que el virus puede entrar en la residencia en cualquier momento. Cuando en el pueblo, en nuestro caso Tolosa, suben los casos, sientes que está llamando a la puerta”. Y eso que Uzturre, con 117 residentes y alrededor de 90 trabajadores, es de los pocos centros del territorio que no ha tenido aún ningún caso de coronavirus en toda la pandemia.

salidas “organizadas”

Para el gerente de esta residencia tolosarra, la “clave” es “no bajar la guardia”, algo que puede suceder cuando “te acostumbras a esta situación”: “Es importante la rutina de vigilancia activa, el diagnóstico precoz y mantener las medidas como el uso de mascarillas, la toma de temperatura y una correcta ventilación”. Y para ello, Álvaro Martínez realza “el compromiso y profesionalidad de los trabajadores”: “Es una pasada. Yo tengo 38 años, llevo cinco aquí y para mí ha sido muy llamativo comprobar ese compromiso de los trabajadores con los residentes, porque son conscientes de que pueden meter el virus en la residencia; hay un nivel altísimo de profesionalidad y es un personal muy implicado. Hay afecto entre los propios residentes y los trabajadores”.

Las visitas y las salidas al exterior, otro de los aspectos delicados en la pandemia, tienen un ritmo prácticamente de normalidad, pero están muy controladas: “Están organizadas. Por ejemplo, unos salen entre las diez y las once, otros entre las once y las doce... esto hace que haya que llamar a las familias para saber si van a venir o no y provoca más trabajo, pero estamos teniendo una media de 40 visitas diarias, que son muchas”.

El aumento en la carga de trabajo que ha traído consigo el covid al personal de las residencias es “innegable”: “Las zonas de trabajo están sectorizadas y los trabajadores no pueden mezclarse. Es un lío. Ahora lo tenemos controlado, pero ha sido complicado. Y a esto se añade que las residencias están siempre en el foco de la noticia. Por ejemplo, se anuncian los fallecimientos diarios, cosa que en otros lugares no se hace, pero entendemos cuál es la situación. También estamos siempre en la diana porque si seguimos con medidas restrictivas se nos dice que no hay contacto social y, si flexibilizamos, que no protegemos a la gente mayor. De ahí esa sensación de estar siempre en el foco. Se intenta hacer lo mejor que se puede, teniendo en cuenta que es gente mayor y que llevamos ya año y pico, y que se está haciendo duro”. En cuanto a los propios residentes, Álvaro Martínez considera que “el estado de ánimo general es bueno”, aunque “con algunos cuesta el tema de la mascarilla”.

protocolos y vacunación

En el caso de la residencia Uzturre, “todos los trabajadores y residentes están vacunados”, se congratula el gerente, que anima a todo aquel que no esté vacunado a que lo haga, especialmente si tiene un vínculo directo con el sector sanitario o con el cuidado de personas mayores: “No hablaría de obligatoriedad, pero es importante la información y la concienciación por las consecuencias que podemos tener en un sector así. Podemos transmitir el virus a personas mayores”. El número de trabajadores de residencias no vacunados se desconoce en Gipuzkoa, ya que la Diputación no facilita ese dato. En su momento se dijo que “más del 80%” de los trabajadores se vacunaron y luego se indicó que este porcentaje había “subido considerablemente”, sin especificar más. En Bizkaia y Araba ya dijeron en su momento que estaba vacunado el 95% del personal.

Hace unas semanas se debatió en el Consejo Interterritorial la posibilidad de que estos trabajadores no vacunados sean apartados de sus funciones para no tener contacto directo con las personas residentes, algo que, a juicio del gerente de Uzturre “no es posible”: “Es que el contacto es innato a su profesión. ¿Qué vas a tener, una persona solo para hacer camas? Es imposible. Lo que sí se puede obligar es que los no vacunados trabajen con medidas de seguridad como EPI. También se puede plantear la vacunación como requisito antes de contratar a un trabajador nuevo en este sector. En otros trabajos no, pero en el nuestro sí puede ser una cuestión a plantear”.

Los protocolos de cara a las próximas semanas incluirían -la medida debe aprobarse aún- pruebas PCR cada siete días al personal no vacunado y cada catorce a los que están inmunizados. Para Álvaro Martínez, es “fundamental hacer pruebas periódicas tanto a los residentes como a los trabajadores para tener un control y una prevención. Las PCR protocolizadas son la mejor herramienta que tenemos para luchar contra el virus, además de las vacunas”.

Con todo, es difícil saber cuál puede ser la situación en las residencias en las próximas semanas o meses. “Pues no sabemos qué esperar. A ver si hay que poner una tercera dosis, también qué consecuencias pueden tener las nuevas variantes...”, comenta el gerente de Uzturre: “Al menos espero que podamos entre todos controlar el virus, estar por delante de él y no por detrás, como ha sucedido hasta ahora. El covid va a seguir ahí, pero al menos deseo que estamos por delante, como sucede con la gripe. Algo así requiere de estudio y de tiempo, de establecer medidas y que no haya unos picos tan fuertes como hasta ahora”.

“Las residencias estamos siempre en el foco, es ya año y pico así y se está haciendo duro”

“Las PCR protocolizadas y las vacunas son las mejores herramientas contra el virus”

Gerente de la residencia Uzturre