a empresa de inserción social Badia Berri está llena de cucarachas. Alaitz Matxiarena, de 45 años, toma una de ellas y la deja en una caja de cartón. Acto seguido, la donostiarra repite el mismo movimiento. No es ontomóloga. Nada tiene que ver su empleo con insectos en esta segunda planta de la nave industrial de Lezo. Son piezas de caucho las que manipula, las mismas que adoptan un asombroso parecido con los bichos negros. Piezas que manejan con destreza las 32 empleadas de esta empresa donde las cucarachas. “Este trabajo nos ha devuelto la autoestima”, confiesan con gratitud.

Badia Berri es un ejemplo de la extraordinaria capacidad para salir adelante de los colectivos más desfavorecidos. Tan solo hace falta una oportunidad.

En el territorio hay más de 36.000 personas en situación de vulnerabilidad, según la encuesta de Pobreza y Desigualdades Sociales. Se trata de un estudio de 2020, antes de que la pandemia lastrara las economías de miles de guipuzcoanos, por lo que actualmente persiste un riesgo de cronificación latente, de ahí la importancia que adquieren empresas como Badia Berri, que se enmarca dentro de la iniciativa foral Elkar-Ekin Lanean.

La plantilla, salvo dos excepciones, está integrada exclusivamente por mujeres. “A decir verdad, mejor sería que fuéramos todas chicas porque los hombres no trabajan demasiado”, bromea Merche Cordeiro, responsable de personal.

tocar fondo

Familias monoparentales

Una oportunidad

Esta mujer sabe lo que supone tocar fondo en la vida. “Dejé de trabajar con 26 años, embarazada. Después llegó la separación con dos hijos a mi cargo. Estaba sola, amargada”, admite esta vecina del distrito pasaitarra de Trintxerpe que a sus 48 años siente que la vida le vuelve a sonreír.

No es fácil salir adelante en una familia monoparental en la que estás “tú y solo tú” para tirar del carro. Narra su dura experiencia vital que se remonta una década atrás en el tiempo, y nadie diría que se trata de la misma persona que hoy en día ordena y manda a las empleadas. “Todo es un proceso. Claro que tienes que tener cualidades, pero lo más importante es que se presente una oportunidad”, reflexiona en voz alta.

Se inició en la empresa hace ocho años. “Empecé como ellas, y poco a poco fui mejorando. Aquel comienzo me sirvió para ganar esa autoestima que tanto necesitaba”. Una confianza en sí misma que también ha ido alimentando estos años atrás Milagrosa Nchama. Es otra pasaitarra, de tez morena, de ese color que imprime en la piel Guinea Ecuatorial. “He aprendido mucho, y tengo ganas de aportar mi granito arena con las mujeres que llegan”, dice la africana.

Badia Berri plantea un programa de inserción de tres años de duración que combina empleo y ayuda social. Es el tiempo que lleva Nchama en la empresa de Lezo, en la que encontró desde el principio dos puertas abiertas. “Aquí me he formado, aprendiendo a separar la vida familiar de la profesional”, revela.

Frente a ella, el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, asentía ayer durante la visita a la planta de esta empresa. Entre otros, le acompañaban la presidenta de la Agencia de Desarrollo Oarsoaldea y alcaldesa de Errenteria, Aizpea Otaegi, y el diputado foral de Promoción Económica, Jabier Larrañaga.

La empresa se creó en 2005 y por ella han pasado más de 130 personas, la mayor parte de las cuales ha conseguido trabajo al poco tiempo de finalizar su recorrido. “Estamos convencidos de que la forma más eficaz de hacer frente a la exclusión social y a la desigualdad es a través del empleo y las oportunidades”, señaló Olano, quien defiende para tal fin la Estrategia de Empleo Inclusivo y de Calidad Elkar Ekin Lanean 2021.2023.

No solo se trata de un trabajo remunerado. Hay también una enriquecedora convivencia. En esta nave industrial hay 30 mujeres de distintas nacionalidades. Empleadas rumanas, árabes, nigerianas y españolas. Prácticamente todas tienen cargas familiares, hijos e hijas a los que ir a buscar a la ikastola. Un calendario imposible de cuadrar si no fuera por el carácter social de la empresa. “Algunas de ellas no habían trabajado nunca. Necesitan un periodo de adaptación, y además está su situación familiar, de ahí que haya diferentes horarios en función de las necesidades”, explicaba la responsable de personal.

“Es importante que todos los agentes que estamos detrás de este proyecto sigamos reforzando Badia Berri, que con su trayectoria hasta ahora ha demostrado claramente el potencial”, remarcó el diputado general. Alaitz Matxiarena da fe de ello. Entró en octubre de 2020. “Llevaba años viviendo de ayudas, mucho tiempo sin trabajar y llega un momento en el que te ves fuera del mercado laboral, sin saber por dónde empezar”. Este empleo, dice, ha marcado “un antes y un después”, un punto de inflexión que espera definitivo.