- El joven acusado de violar en 2019 a una menor de 17 años, aquejada de una discapacidad intelectual, en una casa ocupada del centro de Donostia, negó ayer haber agredido sexualmente a la chica, aunque admitió que se besaron y que ella le masturbó por iniciativa propia a pesar de que él no se lo había pedido.

La declaración del acusado, que cuando ocurrieron los hechos tenía 18 años, centró la primera jornada del juicio que se celebrará hasta mañana en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa, ya que el testimonio de la víctima, quien padece una discapacidad del 37% y se encuentra ingresada en una centro de salud mental, tuvo lugar a puerta cerrada a través de videoconferencia y sin la presencia de público en la sala.

La Fiscalía de Gipuzkoa reclama una pena de trece años y medio de prisión para el encausado, cuya defensa demanda su libre absolución.

Según recoge el escrito de acusación provisional del Ministerio Público, los hechos ocurrieron la madrugada del 5 de agosto de 2019, después de que el inculpado, de nacionalidad marroquí, condujera a la víctima agarrada por el brazo y “contra su voluntad” a la casa ocupada, tras haber estado con ella en el centro cultural Tabakalera.

El texto del Ministerio público aclara que, una vez en el edificio, el acusado manifestó a la chica que “quería mantener relaciones sexuales”, al tiempo que cerró con llave el candado de la puerta de la estancia en la que se encontraban, a pesar de que la víctima le dijo que “no quería”, tras lo que supuestamente la violó y llevó a cabo distintos actos de índole sexual con ella. Una conducta que el encausado, que se encuentra en prisión provisional por este incidente, presuntamente volvió a repetir poco después en otra habitación del inmueble.

En la jornada de la vista oral celebrada ayer, el procesado negó haber agredido sexualmente a la chica, de la que dijo no saber la edad, ni que tenía problemas mentales por los que era medicada, a pesar de que se conocían desde tres meses atrás y de que eran “novios”.

Este chico señaló que aquel día, después de pasar un rato en Tabakalera, la joven no quería volver a su casa y que, como no quería “dejarla sola en la calle”, acudió por voluntad propia con él a la casa ocupada, donde ya había estado en otras ocasiones y donde “no ocurrió nada” porque él “no quería hacer nada” si bien, a preguntas de la fiscal, admitió que ambos estaban borrachos, que él le hizo a ella “un chupetón” en el cuello y que los dos se besaron porque estaban “a gusto”. Respecto al episodio de la masturbación indicó que la iniciativa fue de ella porque él no quería. “¿Qué iba a hacer yo?”, se preguntó.

Según relató, ella “en ningún momento” le dijo que no deseaba tener “contacto íntimo” o que quería marcharse, y que en un momento dado bajaron ambos a comprar comida a una máquina dispensadora porque ella tenía hambre y luego volvieron a la casa, donde un amigo les vio besarse y “en actitud cariñosa”.

El joven precisó, además, que cuando ya estaba encarcelado, ella le enviaba mensajes con la imagen de un corazón, en los que le decía que quería hablar con él.

En otro momento de la sesión declaró la madre de acogida de la víctima, psicóloga de profesión, quien explicó que la chica siempre ha sido “muy inmadura” y comentó que, aunque en aquellos momentos ella tenía 17 años era como si tuviera 13, por lo que siempre ha necesitado “mucha supervisión”. Además, dijo que es “una niña muy fácil de manipular y que en ocasiones ha tenido episodios de “fabulación”, aunque no sobre hechos como los enjuiciados.