- La de ayer no fue una jornada de esas exultantes. El primer día de la desescalada de mascarilla resultó ser un encuentro con sonrisas y labios pintados en la calle. No al menos de forma generalizada.

A primera hora de la mañana las personas a las que les gusta disfrutar del paseo y el aire libre salieron a la calle sin mascarilla, sobre todo en las zonas más periféricas de Donostia.

En este cinturón urbano, a ojo de buen cubero, la proporción era de 95% sin mascarilla frente al 5% con mascarilla. En el centro de Donostia el porcentaje prácticamente se invertía.

En el barrio de Egia a las 11.00 horas de la mañana pocos eran los que salían de casa sin mascarilla. Así lo corroboraba Ángel Martínez, de la carnicería Endika. “La verdad es que en el comercio todo va como es habitual. No hemos tenido que llamar la atención a nadie porque haya entrado despistado sin mascarilla. Y es que desde luego lo que estamos observando es que la mayoría de la gente la sigue llevando también en la calle”.

Centro de Donostia en torno a las 12.00 horas. Un poco de todo. Cuadrillas y familias “mixtas”, con y sin mascarillas. Pero el cálculo en las vías más comerciales no deja lugar dudas: las mascarillas ganan por goleada.

Menor es la presencia en los paseos junto al río o, incluso, en La Concha, donde por eso de que se va a andar el tapabocas parece molestar más.

Parte Vieja donostiarra, 12.30 horas. Mucha mascarilla en las calles, ninguna en las terrazas, aunque esto ya venía siendo habitual pese a los llamamientos para que solo se retire en el momento de tomar la consumición.

En la cola de una popular panadería, Galparsoro, respeto por la distancia de seguridad y mascarilla. Nada nuevo.

En el Boulevard donostiarra la gente esperaba la llegada de su autobús con mascarilla en la mayor parte de los casos. Algunos, pocos, se despistaron y llegaron hasta la puerta sin este elemento que se ha vuelto parte integrante de nuestro outfit. A estos, los conductores y conductoras de las distintas compañías de transporte les recordaron que la amnistía de mascarilla solo afecta a la vía pública.

llega el turismo

En las calles de la ciudad se escuchaba ayer casi más francés que euskera o castellano. Entre los visitantes galos, de todo un poco, aunque quizá más sin mascarillas.

Empieza ya a notarse en Donostia la llegada de turistas. La ciudad comienza a recuperar su pulso en este sentido. Un buen ejemplo de ello es que ya no resulta anecdótica, sino cada vez más frecuente, la presencia de grupos de visitantes acompañados de su guía. Plaza Gipuzkoa a mediodía. Una decena de personas atentas a las explicaciones sobre la historia de Donostia. Todas, sin excepción, con mascarilla.

Parecía ayer que ese día cero de la desescalada se viviera con un punto de desconcierto, otro de temor y una pizca de timidez. “Ponte la mascarilla”, una chica a su pareja. “¿Por qué? Ya podemos ir sin ella en la calle”, su respuesta. “No me fastidies, que aquí no hay distancias, estamos pegados”, concluye. Y siguieron su ruta ambos con la mascarilla puesta.

Pero, curiosamente, eran más los jóvenes -colectivo sin vacunar salvo excepciones- quienes se decantaron en mayor número por no usar la mascarilla. Sus madres y padres y aitonas y amonas, parecían no acabar de fiarse, pese a que muchos ya han completado la pauta de vacunación.

Ejemplo de este desconcierto o estado de duda es una escena observada en la Parte Vieja. Un hombre de mediana edad sale de su portal en la calle Narrika. Sale sin mascarilla, aunque la lleva en la muñeca, y a los pocos metros, como siendo consciente de que estaba en minoría, decide ponérsela.

Quienes ayer acudieron a hacer la compra a La Bretxa lo hicieron, en gran medida manteniendo las medidas de protección vigentes hasta la víspera. Solo quienes degustaban un café en alguno de los establecimientos hosteleros de esta zona tenían la mascarilla sobre la mesa o en el bolsillo.

El tiempo invitaba al paseo y a las compras. Tanto es así que en algunos establecimientos había gente esperando para entrar. Con mascarilla.

Otra conversación ilustrativa entre dos mujeres: “Yo no me fío”, dice la primera. “Pues yo tampoco”, contesta la amiga. “No te digo que no tenga ganas de quitármela, pero mira ahora con lo de los chavales en Mallorca”, continúa la primera. “Pues eso chica, si ya llevamos tantos meses qué importa un poco más. Además, yo tengo dos paquetes de 50 mascarillas en casa y habrá que usar”.

Poca idea clara respecto a este tema pero, de momento, parece que impera la prudencia, aunque puede que esta sea una tónica que se rompa en horario nocturno.

De lo que vaya a traer este relajo en el uso de los tapabocas seremos testigos en las próximas semanas, aunque los datos de vacunación hacen pensar que, salvo sustos como el importante brote que tiene como origen el viaje de fin de curso de muchos estudiantes donostiarras a Mallorca, la relajación podrá llegar en breve a cada vez más medidas. De momento, al parecer, calma y prudencia. Correr demasiado nunca es aconsejable.

En las calles. En la zona Centro de Donostia el primer día de la desescalada de la mascarilla eran más las personas que la llevaban que quienes optaron por colgársela de la muñeca o meterla en el bolso. En zonas de paseo, por contra, eran más quienes decidieron disfrutar del aire libre sin utilizarlas

Percepción. Comerciantes consultados señalan que, de momento, en la calle se sigue viendo más gente con mascarilla que sin ella. Todavía parece persistir cierta desconfianza y la prudencia prevalece entre los guipuzcoanos