Valentina Palmero, dueña de la tienda de confecciones Las cosas de Valen, en Zumaia, se dedica a dar una nueva vida a los chalecos salvavidas del atunero de rescate marítimo Aita MariAita Mari. Los chalecos que recibe directamente del pesquero han sido fundamentales a la hora de salvar vidas de las personas migrantes en el Mediterráneo, pero por normativa europea y de náutica internacional, ya no valen para hacer su labor. Valentina los convierte en originales bolsos y mochilas, y parte de lo recaudado lo manda de nuevo al Aita Mari.

A principios de este año, Valentina recibió la propuesta de Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) para hacer upcycling o suprarreciclaje con chalecos salvavidas del Aita Mari. Aceptó enseguida el reto de crear complementos de moda para la comercialización, no solo de un producto, sino de "todo el trabajo e historias a bordo del Aita Mari". La dueña de la tienda cree que es "una gran oportunidad" para hacer difusión y recaudar fondos a través de la reutilización del tejido de esos chalecos que se han usado de primera mano en la crisis humanitaria migratoria.

"Ha sido súperbonito, porque desde que me trajeron los primeros chalecos en marzo hasta que sacamos el producto pasó una semana y se vendió todo sobre pedido. Vendimos 20 mochilas y se han recaudado casi 1.500 euros para la asociación", explica Valentina a este periódico. "Hemos hecho de residuos un producto de lujo que estamos vendiendo a un precio alto, y de esa manera les estamos dando a ellos una gran parte de lo recaudado", añade.

Las mochilas grandes valen 180 euros y la gente está respondiendo muy bien a esta iniciativa llamada Otra vida en la red. "Tenemos lista de espera y el proyecto va genial", subraya. Viendo el éxito que ha tenido, incluso han decidido presentar el proyecto a la convocatoria de ayudas de economía circular del Gobierno Vasco.

el proceso

En Las cosas de Valen trabajan con redes de pesca del puerto de Getaria desde el año 2015 para confeccionar bolsos y mochilas. En este nuevo proyecto estudiaron la posibilidad de aplicar las redes al tejido de los chalecos salvavidas y el resultado fue "un tejido con estructura y mucha resistencia" que les ha permitido crear una línea de productos de gran calidad, diseño y durabilidad.

Una vez conseguido un tejido óptimo, dividieron el proyecto en seis fases. En la primera hay que desarmar o descoser cada dispositivo. "Nos dimos cuenta de que nos costaba muchísimo trabajo desarmar, porque se tarda hora y media o dos horas aproximadamente. Entonces decidimos hacer una pequeña campaña para pedir a la gente de Zumaia que colaborara con el proyecto. Y la verdad es que en una semana habíamos desarmado todo. Vino un montón de gente, incluso las costureras del pueblo que en el confinamiento se dedicaron a hacer mascarillas para todos los zumaiarras, y se llevaban los chalecos tal cual y los traían totalmente desarmados", explica.

Después de desarmar, hay que poner en remojo los chalecos y, acto seguido, hay que lavarlos en la lavadora. Cuando se lavan, hay que secarlos y plancharlos. "Para la remesa que tenemos ahora en la tienda hemos pensado lavar los chalecos antes de desarmar, porque es mas fácil trabajar de esta manera", indica.

La siguiente fase es la clasificación. "Hay que ver qué piezas se utilizan y qué parte de los chalecos están bien. Hay partes que después de lavarlas no se les quita la mancha y no las podemos utilizar. Tenemos que valorar todo eso y empezar a sacar los patrones de los modelos que queremos hacer", concreta.

Cuando ya tienen los patrones, comienzan a confeccionar las mochilas y, finalmente, se dedican a hacer la difusión del trabajo realizado. "Las redes sociales han sido fundamentales en todo esto y nos han servido para crear una especie de trazabilidad de todo el proceso", subraya.

Además, cabe destacar la colaboración del artista donostiarra Mikel Aranburu, que convierte chapas de material reciclado en colas de atún para hacer los adornos para las nuevas mochilas de Valentina. "Cuando me enteré de que Valentina tenía este proyecto entre manos, le dije que yo quería colaborar de alguna manera. Se me ocurrió hacer unas colitas de atún para la cremallera porque el Aita Mari es un atunero y quería que tuviera una lógica", explica Aranburu.

Primero arregla las chapas y después de lijarlas y recortarlas, las pinta. Para este proyecto ha creado entre 30 y 40 colas de atún y lo hace de una manera totalmente altruista.

Por otra parte, Aranburu ha sido el creador de una escultura de metal reciclado para el Primer Premio a la Sostenibilidad que convocan la empresa Aquanaria y Madrid Fusión. "Tiene como objetivo conocer el proyecto más sostenible relacionado con el mundo de la gastronomía teniendo en cuenta los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda 2030 de la ONU", indica Aranburu.

producto final

El producto final no es una simple mochila, este proyecto ambicioso va mucho mas allá. Cada producto lleva un código QR y cada pieza tiene una web particular. "Cada chaleco tiene una web donde se ve todo el proceso desde que se recibió hasta que se entregó, y es personalizada: pone a quién pertenece cada número, el nombre de la persona que la ha comprado", recalca Valentina.

Según explica, es una manera de adaptar a la época en la que vivimos un proyecto que es "totalmente artesanal y manual": "Tenemos una nueva materia prima, que son los residuos, y la historia que hay detrás de cada chaleco es muy potente. Además, obviamente, estamos gastando materiales (hilos, cremalleras...) que hay que comprarlas, pero el gasto que hacemos es mínimo. La materia prima como tal y el grueso del material es el residuo", subraya.