- Desde que el 6 de febrero de 2020 la tierra temblara y se viniera abajo en el núcleo de Eitzaga, en Zaldibar, únicamente ha habido cinco jornadas sin noticias sobre el operativo desplegado en el vertedero colapsado que se llevó por delante las vidas de Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán. El resto de días transcurridos hasta ayer, 463 para ser exactos, los partes informativos detallando el personal, la maquinaria desplegada y el tajo ejecutado sobre el terreno han sido fieles a su cita con este trágico suceso que ya forma parte de la historia de Euskadi.

Han sido un año, tres meses y ocho días salpicados de noticias tan intensas y escandalosas como el trágico suceso que ha estremecido, alarmado y emocionado por igual a la población. De hecho, solo horas antes de la avalancha de basura, tierra y maleza que se tragó a los dos operarios de Verter Recycling un e-mail ya alertaba a los propietarios de la instalación de que el estado del vaso del vertedero presentaba problemas de estabilidad.

El propio Beltrán ya lo había comentado pero esta vez la advertencia llevaba la firma de expertos. Eso ocurría antes de las diez de la mañana y apenas seis horas después el peor escenario posible se hizo realidad: la escombrera de residuos industriales se había derrumbado sobre la A-8. El cuerpo de Sololuze fue localizado el 16 de agosto.

A finales del pasado mes de julio, el signo de las informaciones asociadas a esta catástrofe humana y ambiental sumaba otro perfil: el judicial. Tres altos cargos de la empresa continúan en libertad provisional después de haber sido acusados de un delito de homicidio imprudente.

Hasta la fecha, todos los informes avalan la actividad inspectora y de control realizada y ponen en duda, por contra, la actividad de la firma. Toda esa documentación está incluida en el sumario que se instruye en Durango y que deberá esclarecer las causas del desprendimiento, pero también la culpabilidad o inocencia de Verter Recycling.