- Ni la curva ascendente de contagios de la última semana, ni el parón en la vacunación por la polémica con AstraZeneca, ni siquiera el frío que en las últimas horas ha azotado Euskadi han podido con las ganas de disfrutar del primer fin de semana de primavera que, además, ha coincidico con el puente de San José, el primer puente festivo sin restricciones de movilidad en el conjunto de la CAV.

Bastaba con pasear ayer por las calles del centro de Donostia para constatar que la pandemia está pasando factura en el ánimo de la gente, que tiene más ganas que nunca de echarse a la calle y de poder volver a hacer planes con la mayor normalidad posible. Pese a las mascarillas y geles hidroalcohólicos, que se han convertido ya en un complemento más de cualquier outfit que se precie.

El paseo de La Concha era a mediodía un hervidero de gente. Cruzar desde Ondarreta hasta el Boulevard suponía un eslalon, una suerte de zigzagueo de personas que aprovechaban el calor del sol en las horas centrales del día para disfrutar de un buen paseo. En las playas, en panorama era similar, con muchas familias disfrutando del buen tiempo e incluso algunos pocos valientes, que se zambullían en las frías aguas del Cantábrico para dar la bienvenida a la primavera.

Después de tanto tiempo con cierres perimetrales, había necesidad de salir de casa y hacer planes y buen ejemplo de ello lo daban las calles de la Parte Vieja, que durante muchos meses han permanecido casi desiertas, a consecuencia del cierre de la hostelería. Ayer el panorama no tenía nada que ver con aquellas jornadas grises del invierno. La gente volvía a tomar sus calles y encontrar mesa para disfrutar de un pintxo o tomar el aperitivo era una tarea nada sencilla. Hacerlo al sol era prácticamente imposible.

Igual que conseguir un sitio para comer sin tener reserva previa, y es que los más previsores habían asegurado su sitio desde hacía varios días. Tanto es así que en varios establecimienos, la cola para entrar superaba la decena de personas, una postal que hacía muchos meses que no se veía en la capital guipuzcoana.

Pero no solo la hostelería sacó provecho de la soleada jornada de ayer. Las colas en el Aquarium donostiarra han sido una constante desde el viernes y ayer la fila llegaba incluso al museo naval.

Postales que han tardado en llegar y que confiemos en que la pandemia no volverá a eliminar.