- Han sobrevivido al confinamiento, a una desescalada plagada de restricciones, a un verano marcado por los rebrotes, a la declaración del estado de emergencia sanitaria, a la segunda ola, a las prohibiciones de movilidad, a una Navidad atípica, a los límites de aforo, al cierre perimetral... Hasta que por fin, el comité técnico del Labi del pasado 5 de marzo propuso abrir la movilidad entre los tres territorios de la CAV. Fue un antes y un después para los alojamientos rurales, que han visto cómo desde ese momento la entrada de reservas no ha dejado de crecer. Este fin de semana largo de San José se enfrentan a su primer gran examen desde verano y esperan aprobarlo con nota y es que ni siquiera las malas previsiones meteorológicas han retraído a unos clientes más cercanos que nunca que sienten la necesidad de salir de su entorno.

Las cifras no son para echar cohetes, pero sí permiten comenzar a ver algo de luz al final de este largo túnel. Durante el puente, la ocupación en Gipuzkoa rondará el 46%, informa la Asociación de Agroturismo Rural de Euskadi, Nekatur, que señala que las comarcas con mayor demanda son Urola Garaia, Debabarrena y Bidasoa. “Hay que tener en cuenta que estamos hablando de un cliente euskaldun y en estas fechas no se demanda tanto la costa. Lo que quieren es naturaleza, aire libre, que no haya aglomeraciones y, en este contexto de pandemia, se está demandando mucho el interior”, asegura la gerente de Nekatur, Idoia Ezkurdia.

Respecto a quienes nos visitan, la tendencia es clara: los vizcainos ganan por goleada. “Se está viendo que un porcentaje muy alto de vizcainos. En estas fechas y en Semana Santa, muchos euskaldunes tienden a salir fuera: a Las Landas, a Castro, al Mediterráneo... el cierre perimetral de Euskadi lo que hace es que los que quieren salir tengan que optar por otros sitios y los vizcainos han elegido Gipuzkoa”, explica.

Lo que ha dejado claro las restricciones de la pandemia son las ganas que tienen los vascos de “cambiar de aires”. “Se ve que hay muchas ganas de salir, la gente lo necesita, aunque vengan a la casa rural para estar al lado de la chimenea”, dice.

Y en esta situación, los agroturismos cobran fuerza como tipología alojativa: “Es una modalidad muy valorada: son establecimientos pequeños, en entornos naturales, tranquilos, lejos de las aglomeraciones. Por eso vemos perfiles de usuarios que hasta este momento no nos conocían”, subraya Ezkurdia.

Para el sector, marzo ha sido un mes que les ha permitido “coger algo de aire” después de muchos meses de inactividad en los que los propietarios de los establecimientos apenas han tenido ingresos por sus negocios. Sin embargo, la evolución de la pandemia les obliga a ser cautelosos con las restricciones y lo que al principio apuntaba a ser el principio de la recuperación va llenándose de incertidumbre conforme avanzan los días, con la sombra del cierre perimetral de nuevo sobre el escenario.

Y es una lástima, porque la perspectiva era realmente buena. Según confirma la propia Ezkurdia, cuando todavía faltan casi dos semanas para los días festivos, la ocupación estaba al 82%. “Es un dato bastante alto teniendo en cuenta que todavía hay margen de tiempo y seguimos recibiendo peticiones de reserva. La última referencia que tenemos es de 2019 y tuvimos una ocupación del 88%”, explica.

Por ello, confían en que no haya más restricciones en las próximas semanas, porque volver a endurecer las medidas supondría la puntilla para un sector muy golpeado por la pandemia. “Sería lo peor que nos podría pasar y nos pondría en un contexto muy complicado”, reconoce la gerente de Nekatur, que ve en la situación actual un balón de oxígeno para sus negocios. “A nosotros lo que nos gustaría es seguir con las medidas actuales y, a partir de ahora, dar pasos hacia adelante en la flexibilidad de las mismas, para que nos permitan tener clientes no solo de Euskadi, sino del Estado y del extranjero”.

Y es que recuerda que, aunque el confinamiento más estricto no llegó a los dos meses de duración, para los agroturismos rurales todo 2020 ha sido “como estar en marzo”, lo que les ha supuesto una caída de la facturación del 80%. “Estuvimos dos meses y medio cerrados por decreto y luego tuvimos una desescalada en la que no podíamos tener clientes porque había limitaciones perimetrales en el ámbito de la provincia. La actividad que tuvimos en 2020 fue julio, agosto y algo en septiembre. Aunque a priori la entrada de reservas fue muy importante, nuestras perspectivas se quedaron truncadas por los rebrotes de Ordizia, Zarautz... Esto hizo que el volumen de reservas se paralizase y que hubiera cancelaciones. Y desde octubre no hemos estado cerrados por decreto, pero hemos estado sin actividad”, expone.

Por ello, celebran que la relajación de medidas supone “un primer paso” para comenzar a acercarse “a la normalidad”, y es que expone que aunque este tipo de alojamientos son en la mayoría de ocasiones parte de las viviendas habituales de sus propietarios, estos han tenido que hacer frente a un año en el que prácticamente no han percibido ningún ingreso, mientras hay “hipotecas por pagar”.

Una situación que no ha hecho que los negocios echen la persiana como en otros sectores, pero que sí ha provocado jubilaciones anticipadas, tal y como señala Ezkurdia: “Hay quien tenía previsto jubilarse en breve y que visto el panorama lo han adelantado y no van a volver a abrir”.

Al sector le preocupa que un empeoramiento de la situación epidemiológica acarree restricciones de movilidad en Semana Santa