as cosas no son igual. Nada lo es, aunque lo hayamos naturalizado. Dicen expertos en varias materias que algunos de los cambios que ha provocado la pandemia de covid-19 en nuestras vidas se quedarán con nosotros. Quizá de una forma más sutil en determinados aspectos, quizá de forma notable en otros. Hoy se cumple justo un año desde que se declaró el estado de alarma. 365 días convulsos, de aprendizaje y shock. ¿Se va a protocolizar nuestra vida? ¿Volveremos a la normalidad? ¿Qué es normalidad a partir de ahora?

La higiene diaria, la consulta con el médico, el teletrabajo y otras fórmulas de flexibilización laboral, la educación, las compras (comercio electrónico), el modelo sociosanitario, es decir, las residencias de nuestras personas mayores, adecuadas y con protocolos impensables hasta la fecha. Incluso nuestros hábitos inmobiliarios han cambiado. En el bar, más allá del veranito, la terraza ya no es solo el sitio exclusivo de los fumadores y la familia y las relaciones sociales han tomado otra dimensión. ¿Cómo hemos cambiado? ¿Qué nos espera? La vida poscovid: Año I.

En octubre de 2020 entró en vigor en el Estado español una ley específica para regular el teletrabajo, que hasta entonces no había salido de proyectos piloto y empresas tecnológicamente muy avanzadas. Lo que se asumió como una solución de emergencia para mantener la actividad en miles de empresas que podían teletrabajar, ha pasado a ser una realidad cuya evolución es de difícil predicción. En todo caso, el teletrabajo ha dejado de ser un experimento.

Aseguran los expertos en la materia que hay que distinguir entre el teletrabajo sistemático, y el trabajo flexible, aquel que puede realizarse dentro o fuera de las instalaciones de la organización de forma indistinta. Y es ahí donde se pueden vencer resistencias. El teletrabajo ofrece sus ventajas, pero deja lagunas en muchos ámbitos en los que el cara a cara es necesario. Muchos expertos creen que el teletrabajo y el presencial tendrán que convivir.

A finales de 2020, un estudio realizado entre 200 empresas españolas por una consultora (Future for Work Institute), auguraba un futuro con más trabajo a distancia pero jornadas más largas. El informe ¿Cómo trabajaremos en nuestras empresas cuando termine la pandemia?, concluía que las empresas consultadas permitirían teletrabajar al 61% de su plantilla con trabajos que lo permitan. Un estudio previo a la pandemia lo cifraba en el 36%.

Las propias compañías auguraban el aumento de la automatización de tareas y procesos (84%), un descenso en el número de reuniones (83%), la disminución de los viajes de trabajo (82%) y también un rediseño de los espacios de trabajo (70%).

La economía también sufrirá cambios. La digitalización es ya un hecho. Lo era, se veía, pero el covid ha acelerado los ritmos. También la crisis generada ha precipitado la decadencia de modelos de negocio a los que se les intuía un futuro incierto. Todo va más rápido. Una de las apuestas de futuro de la propia Diputación de Gipuzkoa, el centro de electromovilidad Mubil, es un caso paradigmático. Se trata de apostar por una tecnología que amenaza buena parte de los actuales puestos de trabajo en la automoción, como es el vehículo eléctrico. Coches que llevan un 90% menos de componentes. Componentes que dejarán de fabricarse. La apuesta de Mubil es clara. Si hay que hacer baterías u otras cosas, empecemos ya, porque de la otra manera, no hay salida.

La educación se sobrepuso como pudo en el pasado curso académico. Las videoconferencias y el correo electrónico se convirtieron en una "solución de emergencia" que, sin embargo, abrió las puertas de lleno hacia la "alfabetización digital" de la población, profesores y alumnos de todas las edades, desde muy pequeñitos. No hay vuelta atrás, pero la profesora de la UPV/EHU Urtza Garay cree que hay que ir más adelante.

En su opinión, lo que "se ha hecho no es enseñanza online, sino enseñanza remota de emergencia", y para trasladar de un modelo presencial a otro online deben implantarse cambios de calado.

Asegura que "la enseñanza va a seguir siendo en Primaria y Secundaria presencial", salvo urgencias, y "en la Universidad en un alto grado también", pero "la tecnología debe enriquecer" la educación. "Yo creo que la pandemia nos ha valido para ver realmente lo que la tecnología nos puede aportar en la vida cotidiana y reflexionar sobre su uso educativo", dice.

A raíz de la pandemia, afirma, "se han abierto espacios de reflexión importantes en el mundo educativo. Es decir, vemos que desde que los niños son pequeños hasta más adelante, van a tener que alfabetizarse en modo convencional, pero también en el uso de la tecnología. Pero no solo como hasta ahora, sino el uso de la tecnología para todos los ámbitos de tu vida. Un uso responsable. También para ser capaces, para ser resilientes, que la sociedad sepa enfrentarse a cosas que ni sepa. Necesitamos personas así", apunta Garay, investigadora del grupo Weblearner en Tecnología Educativa y directora del máster en Tecnología, Aprendizaje y Educación de la UPV/EHU.

En su opinión, es importante "seguir en ese camino de capacitación de competencias, creatividad y pensamiento crítico y eso afecta al nivel universitario en todos los campos", señala. La interdisciplinariedad es otro de los pilares que destaca esta investigadora. "Creo que la educación puede tener ese camino de no ser asignaturas estancas, sino desde diferentes puntos de vista y a nivel comunitario, de conocimiento colectivo", indica.

Asegura que "todo el profesorado a todos los niveles educativos ha dado una respuesta muy buena, no reconocida", superando las dificultades que durante el confinamiento planteaba un un sistema "presencial total y de tecnología relegada". "Y hemos tenido que adaptarnos de un día para otro. Esa parte positiva existe, pero hay que reconocer que hay que seguir aprendiendo. Y caminar hacia una alfabetización real de toda la población", explica.

En un artículo conjunto publicado con su compañero Eneko Tejada, profesor adjunto del departamento de Didáctica y Organización Escolar de la UPV/EHU, señala también que la enseñanza universitaria se enfrenta a un nuevo reto: "lo híbrido, semipresencial (...). Esta segunda nueva situación, que parece convertirse en la herencia que nos dejará el confinamiento, requiere repensar todos los estudios de grado y posgrado y las asignaturas que los componen desde su planificación hasta su evaluación", precisan.

En el mismo artículo, Garay y Tejada comparten que "necesitamos profundizar de forma sistemática en la distribución de las tareas del alumnado en el aula y fuera de ella, basándonos en la utilización de la tecnología para la creación de materiales didácticos adecuados a nuevos entornos de aprendizaje con características propias como son los entornos de aprendizaje digital y en un sistema de evaluación centrado en un feedback más continuado y/o personalizado, que nos abriría las puertas a la implantación de una evaluación continua que involucre al alumnado en su propio aprendizaje y lo haga de forma consciente y responsable.

Cambio de tercios. El auge del comercio electrónico ya venía de antes, pero la pandemia ha sido el detonante. Ha sido la tormenta perfecta. El confinamiento llevó a decenas de miles de personas a convertirse en nuevos consumidores a través de los canales online. También ha aumentado la frecuencia de compra del resto y ha forzado al pequeño comercio a ofrecer soluciones online para no morir tras la persiana.

Según un reciente estudio de IAB, asociación de publicidad y marketing digital, 22,5 millones de compradores españoles, casi la mitad de la población, realiza ya compras online, pero el dato más impactante es que el 23% de los encuestados compra bienes y servicios exclusivamente online, frente a un 16% un año antes.

Uno de cada cuatro encuestados asume además que después de la pandemia, sus compras online serán superiores a las de antes del 14 de marzo de 2020. Hace justo un año.

Otro salto: las terrazas de los bares han dejado de ser ya ese espacio destinado a fumadores en invierno. Las terrazas se han convertido en un balón de oxígeno para los hosteleros y restauradores durante la pandemia y los municipios han flexibilizado las restricciones para el uso de espacio público en el desarrollo de la actividad. ¿Volverán las restricciones y un mayor control tras esta crisis sanitaria?

Menos consumo en barra y más en terraza podría ser perfectamente una tendencia lógica en un contexto de precaución si interiorizamos los mensajes sanitarios que tanto se repiten: evitar espacios interiores.

Otro de los debates en ciernes es el del tabaco. La pandemia ha resucitado la idea de prohibir fumar en las terrazas, algo permitido por la ley actual. Era una de las consideradas evoluciones lógicas por los técnicos y sanitarios que contribuyeron a la redacción de la ley antitabaco. Y podría avivar el debate en un contexto de mayor afluencia de gente en las terrazas, si los flujos cambian del interior al exterior.

Las relaciones sociales también han cambiado y una de las derivadas es el incremento de las videollamadas, una herramienta con la que han podido familiarizarse niños, adultos y personas de avanzada edad incluso. Las videollamadas, de la mano de los avances tecnológicos y el desarrollo de los dispositivos móviles están relegando otros tipos de comunicación convencional como la llamada o incluso los mensajes de texto. Ha venido para quedarse.

"Los niños van a tener que alfabetizarse en modo convencional, pero también en el uso de la tecnología"

Investigadora de la UPV/EHU

Una de cada cuatro personas asume que sus compras 'online' tras la pandemia serán superiores a las de antes del coronavirus

El teletrabajo y el empleo presencial tendrán que convivir; se augura un fuerte descenso de las reuniones y reordenación de espacios