lgunas expresiones dichas por personas con acceso a un micrófono televisivo hacen fortuna. Me refiero a denominar arenal -gran extensión de terreno arenoso- a una playa -extensión casi plana de arena o piedras en la orilla del mar, de un río o de un lago-, o distancia social (grado de aislamiento de una persona o colectivo en el seno de su sociedad) por distancia física (distancia segura entre usted y otras personas que no pertenecen a su hogar). Lo mismo ocurre con la epidemiología y sus profesionales. Para los medios, ahora todos los médicos, cualquiera que sea su especialidad, pero solo los médicos, son epidemiólogos. Los epidemiólogos de verdad se hacen llamar preventivistas, porque se han especializado (MIR) en Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene. No es una especialidad muy solicitada. Muy burocrática, sosa, tiene la ventaja de no tratar directamente con enfermos. En el año 2019 se batió el récord de plazas convocadas, 88. Y ya comenté la semana pasada que, a efectos de figurar en las bolsas de empleo de la Administración vasca, podían optar a las vacantes los médicos, boticarios, veterinarios, sociólogos y biólogos.

En el Manual de Epidemiología Veterinaria, editado por la Unidad de Patología Infecciosa y Epidemiología de la Facultad de Veterinaria zaragozana -cuyos autores son los doctores Ignacio de Blas, de esa Unidad, y Chelo Ferreira, del Departamento de Matemática Aplicada de la misma facultad, Imanol Ruiz-Zarzuela, del Laboratorio de Ictiopatología, y Bonny Bayot, del Centro Nacional de Acuicultura e Investigaciones Marinas, Cenaim (Ecuador)-, editado en 2007 por la propia Unidad, muy recomendable, la epidemiología es "la aplicación rigurosa y científica del sentido común para evaluar y mejorar, en la medida de lo posible, el estado sanitario de una población", o "una ciencia multidisciplinar que permite estudiar desde un enfoque holístico la salud de las poblaciones estableciendo la metodología apropiada para medir la distribución y la evolución de la enfermedad y para cuantificar sus determinantes asociados". Dicho de otra manera, "conocer para predecir, predecir para actuar".

La epidemiología nace y se desarrolla enfocada hacia la salud del ganado. Hoy sigue siendo relevante en el currículo de Veterinaria, porque el veterinario clínico actual ejerce la conocida como "patología de las colectividades". Aunque continuemos siendo ignorados en los comités técnicos. Por cierto, en el LABI no hay ningún epidemiólogo.

Hipócrates (Siglo V a.C.), en su obra Aires, aguas y lugares, relaciona por primera vez la enfermedad con un desequilibrio entre la persona y el medio en el que vive, preconizando la necesidad de analizar el entorno y hábitos que rodean al enfermo como base del diagnóstico. Varrón (116-27 a.C.) formula la existencia de seres invisibles al ojo humano responsables de las enfermedades, proponiendo medidas para combatir las epidemias, en realidad epizootias (división de los rebaños en grupos menores, aislamiento entre estos grupos y abandono de zonas infectadas).

En la Edad Media se debatía entre el concepto de enfermedad como castigo divino y la teoría miasmática, impregnado todo por el miedo, por eso las cuarentenas y los hospitales de San Lázaro -lazaretos- a la entrada de las ciudades. Luego, por desconocimiento, se descuidaban aspectos tan importantes como el papel de ratas, pulgas e insectos en numerosas epidemias.

En 1546, Girolamo Fracastoro propone la existencia de dos formas de contagio: a través de fómites -materiales contaminados- y por el aire. Comienza a considerarse que algunas enfermedades se transmiten y/o se contagian, y se identifican las vías de transmisión. Ya nos vamos situando.

En el siglo XVII un comerciante inglés, John Graunt, padre de la demografía, se da cuenta de que los fenómenos biológicos pueden ser predecibles al observarlos en conjunto. Entre sus aportaciones se encuentran la utilización de indicadores de mortalidad, la constatación de variaciones estacionales en las defunciones, la distinción entre mortalidad debida a enfermedades agudas y crónicas, la elaboración de las primeras tablas de vida en las que se indicaba la probabilidad de vivir o morir según la edad y la creación de un sistema de vigilancia y alerta epidemiológica.

A principios del siglo XVIII, Bernardino Ramazzani establece que la peste bovina que asolaba Europa -hoy erradicada gracias a la vacuna- se debía al contagio entre animales y a la acción de factores ambientales.

Pero el padre de la epidemiología moderna es el médico inglés John Snow (1813-1858), aunque no se le reconocería hasta 1930, cuando hizo el primer estudio epidemiológico para identificar el origen de un brote de cólera en el barrio londinense de Golden Square y consiguió controlarlo, ignorando la existencia de la bacteria causante, que sería descrita por Robert Koch en 1884.

Los epidemiólogos deben contestar qué, en quién, cuánto, cuándo, dónde, cómo y por qué se produce la enfermedad y para ello utilizan la estadística, la gestión de datos y, con los necesarios conocimientos matemáticos, estiman riesgos, construyen intervalos de confianza e interpretan resultados proponiendo la toma de decisiones bajo certidumbre, riesgo e incertidumbre. Luego, los preventivistas usarán esos datos para establecer medidas de control, prevención y erradicación. El mes pasado, un grupo de investigadores de la Universidad de Zaragoza y de la Universitat Rovira i Virgili (URV) desarrolló un modelo matemático para hacer predicciones del riesgo de nuevos casos de contagio que existe en los municipios de España, teniendo en cuenta a las personas asintomáticas.

Efectivamente, los epidemiólogos han evolucionado bastante desde las cuarentenas de la Edad Media. Hoy, tortilla de patatas del Nevada de Antiguo Berri, arroz con langostinos y manzana asada con natillas de Bertako. Txakoli de Urruzola de Alkiza.