a tercera corrección consecutiva del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco llega en forma de un auto firmado por unanimidad de los tres magistrados (Sra. Artaza y Sres. Garrido y González) que forman la Sala de lo Contencioso que, naturalmente respeto, pero en absoluto comparto, por sentido común. La cuestión que se sometía a la Sala era si debería prevalecer el daño económico que padece el sector hostelero como consecuencia de la suspensión de su actividad o la salud de la ciudadanía presumiblemente afectada por tal actividad. Nuevamente la confrontación permanente entre derechos individuales (hosteleros) y colectivos (la sociedad en peligro de enfermar), que planea en La Peste de Albert Camus.

Esta situación trae causa de las "rebajas" navideñas propiciadas en la interterritorial de diciembre, en contra de la opinión de la consejera Sagardui, avalada por sus técnicos, que supuso la dimisión del portavoz Garitano. Y posteriormente varias centenas de muertos.

El fin no justifica los medios. Todas las decisiones administrativas y judiciales deben estar fundamentadas y ajustadas a derecho. Incluso si se utilizan para combatir la pandemia. No hace falta que nos lo recuerda la presidenta en funciones del TSJPV. Eso no se dirime. Cuando dice el auto que en la tercera ola han tenido mayor influencia las reuniones familiares en domicilios, y no en establecimientos hosteleros, pareciendo evidente, se debe argumentar con datos técnicos objetivos o, cuando menos, avalados, sin fiarse de estimaciones. Supone una falta de rigor afirmar que "según una parte importante de los epidemiólogos -los encuentros familiares- puede producir en torno al 80% de los contagios". Ningún sanitario lo firmaríamos. ¿Cuánto es una parte importante de esos epidemiólogos? Ninguna revista científica de epidemiología publicaría tamaña afirmación.

La defensa gubernamental, esgrimió el criterio técnico adoptado por el Consejo Asesor (incidencia superior a 500 sobre 100.000 habitantes) y recordó el riesgo de transmisión en las actividades hosteleras. El sector, utilizando la información epidemiológica pública de los últimos dos meses de los 60 municipios de las zonas rojas, solicitaba la apertura, admitiendo todas las medidas restrictivas establecidas. La decisión unánime de la Sala, argumentando que la apertura de la hostelería fue el 12 de diciembre y que la incidencia mínima del virus se produjo el 27 del mismo mes, en que comenzaría la escalada hasta la actualidad, concluía que no quedaba acreditada la relación directa entre la suspensión de la actividad hostelera y la transmisión del virus, autorizando provisionalmente su apertura, argumentando que, de no hacerlo, periculum in mora, se podría provocar un daño irreparable al sector. El mismo día en que se hizo público el auto, el 9 de febrero, el diario parisino Le Monde publicó que el Gobierno francés había prorrogado el estado de alarma sanitario hasta el 1 de junio, con sus repercusiones en el sector hostelero. Y eso que París es la capital que más turistas recibe del mundo, si bien es cierto que carecen de nuestras ancestrales tradiciones milenarias de las sidrerías, los pintxos y el poteo, tan enraizadas en la cultura popular de nuestras gentes, que hacen tan singular a la hostelería vasca y tan pingües beneficios les reporta.

De auto naif (ingenuo, inocente) lo calificó el lehendakari y de inmediato lo amplificaron sus corifeos y medios de desinformación públicos, abriendo la veda contra el ponente, arguyendo unas pintorescas declaraciones, de las que posteriormente se disculpó públicamente, realizadas con anterioridad y fuera de la sede judicial.

La administración judicial vasca se encuentra en período electoral para elegir a su presidente y el magistrado Garrido es un candidato. Ya se ha hecho la campaña. Colabora, como otros magistrados, con un medio de comunicación, asumiendo los riesgos que ello conlleva, participando en una tertulia. Es humano pensar que, en ocasiones, encontrándose a gusto entre los tertulianos, se pierda un poco la perspectiva y puedan escaparse comentarios, bromas o ironías que generen confusión a terceros, como ha ocurrido. Algunos personajes, por prudencia, deberían autolimitar sus derechos a la libre expresión y de reunión. La soledad del mando. Un juez no puede ser el centro de los comentarios y debe cuidar su imagen. Y no cuestiono su imparcialidad, ni me escandalizan sus reflexiones sobre la epidemiología y sus profesionales, aunque no sea políticamente correcto admitirlo.

Un juez fue un estudiante empollón que, sin la menor experiencia de la vida, memorizó un montón de temas, los recitó con éxito y luego hizo un cursillo. A partir de ahí, puede, si quiere, jugar al mus con las reglas del tute. La epidemiología, a las bolsas de empleo del IVAP me remito, es una disciplina estadística que pueden ejercer médicos, veterinarios, biólogos, farmacéuticos y sociólogos. Es posible que esta pandemia origine varias tesis doctorales. El auto de la Sala, no.

Si quiere hacer pedagogía, podría comentar que las administraciones públicas se deben al decreto del estado de alarma del pasado 25 de octubre, toque de queda nocturno, cierres perimetrales y limitación del derecho de reunión a cuatro personas, dejando unos márgenes que parecen insuficientes a algunas comunidades autónomas para afrontar el problema. El Gobierno de Sánchez no ha atendido las peticiones de ampliar la cobertura legal para poder adoptar otras medidas, y quizás ahora que han pasado las elecciones catalanas modifique su postura.

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Es posible que esta pandemia origine varias tesis doctorales. El auto de la Sala, no