an pasado ya diez años. El 1 de enero de 2011 desaparecieron las zonas para fumadores en los establecimientos y directamente quedaba prohibido fumar en bares y restaurantes. Incluso en los frontones. Palabras mayores. Fue un antes y un después. Había que irse fuera, a la terraza, en pleno invierno, si se quería echar un pitillo. El sector hostelero se echó las manos a la cabeza, pero llevaba ya cinco años en el punto de mira, desde que en enero de 2006 quedó prohibido fumar en los centros de trabajo, pero no en restaurantes y bares. Sus protestas no pudieron frenar lo inevitable. Algo que hoy se ve como normal.

El Gobierno Vasco puso en marcha una gran campaña de sensibilización, con carteles y anuncios en establecimientos y medios de comunicación, porque de un día para otro el tabaco pasaría a estar vetado en todos los lugares cerrados de hostelería e instalaciones deportivas. Lugares habituales donde fumar.

Dicen los expertos que fue esta ley antitabaco, la que entró en vigor en enero de 2011 y dejó los bares sin humo, la que más ha conseguido descender el consumo. Se calcula que más de un 10% en un solo año. Su efecto fue inmediato. Pero más allá, marcó también una tendencia a la baja. Fue el final para muchos. Si no podían fumar en un bar, mejor dejarlo.

Actualmente, las cifras de prevalencia de tabaquismo y de consumo de cajetillas refuerzan el gran impacto que tuvo esta ley. Especialmente, en el consumo de cigarrillos: los vascos, por ejemplo, fumamos hoy un 41% menos que entonces, aunque es cierto que por el contrario se ha elevado el consumo de tabaco de liar y otras fórmulas. Con todo, los fumadores siguen retrocediendo. Dicen las autoridades sanitarias que el hecho de que la mortalidad por infarto se haya reducido un 9% y los partos prematuros un 4% es fruto de ello.

Lo cierto es que el 75% de los ciudadanos vascos ya no fuma, según datos oficiales, mientras que el porcentaje de quienes lo hacen habitualmente ha caído al 22%, la prevalencia más baja de los últimos 25 años. Según la última Encuesta sobre Adicciones en Euskadi, desde 2008 hasta 2017, el porcentaje de fumadores habría bajado del 30% al 22%. Además, el porcentaje de población que se declara no fumadora continúa su tendencia al alza, ya que ha pasado del 61% en 1992, cuando comenzaron los registros, al 75%. Son cerca de 30.000 las personas que en los últimos diez años han participado en los programas de deshabituación tabáquica de Osakidetza.

Pero la lucha contra el tabaco no ha terminado. Diez años después de la ley antitabaco, las autoridades sanitarias siguen preguntándose cómo ganar espacio al humo y limitar cada vez más el consumo: terrazas y playas en el punto de mira. Los coches particulares también. Son cosas que se quedaron en el tintero. Que no nos atrevimos a hacer.

Euskadi hizo su propia ley antitabaco en 2011 e intentó ir mucho más allá que la estatal, ser más ambicioso, pero finalmente se echó atrás en dos medidas de calado: prohibir el tabaco en los coches particulares si estos estaban ocupados por menores de edad y prohibir también la venta de tabaco en gasolineras. Estas, junto a otras, siguen siendo aún aspiraciones para muchos profesionales de la medicina.

Euskadi también quiso dar una vuelta de tuerca más con la Ley de Adicciones de 2016, que limitaba el consumo de tabaco y alcohol, prohibiéndolo en parques e instalaciones deportivas al aire libre, por ejemplo, pero su efecto fue escaso, por no decir nulo. Ha habido más intentos, menores, campañas concretas, aunque muchos expertos en tabaquismo consideran que son insuficientes y cosméticos. Que se ha perdido impulso en la lucha contra el tabaco.

En octubre de 2019, justo antes de este año perdido (2020), el Gobierno Vasco anunció que impulsaría un programa piloto destinado a evitar el consumo de tabaco en zonas con concentración de transeúntes, especialmente niños. Kerik Gabeko Herriak apelaba a la concienciación y tenía previsto arrancar con una experiencia piloto para evitar el consumo de tabaco en la entrada de los centros escolares.

Hay médicos y colectivos que llevan tiempo solicitando una ley más dura. Creen que las líneas marcadas en anteriores años han sido traspasadas, borradas, que se incumplen. Quizá no de forma sistemática, pero sí generalizada. Y piden que se permita a los policías hacer inspecciones de oficio. Las sanciones por incumplir la ley antitabaco en Euskadi no llegaron a 650 entre 2013 y 2018 y se concentraban exclusivamente en locales de hostelería. No las hay en los parques infantiles, ni en las entradas de los hospitales, donde la ley no permite fumar, pero se fuma. El control es meramente la presión social y la responsabilidad.

En el ámbito médico son varias las voces que piden que se prohíba fumar en los coches particulares, estén ocupados por menores de edad o no. Y que se impida también fumar en playas y en las terrazas de negocios de hostelería, aunque sean a cielo abierto. Dicen que es una cuestión de salud pública.

En este sentido, podrían servir como punto de partida las medidas adoptadas recientemente en Euskadi y otras comunidades en la lucha contra la pandemia de COVID-19, como son la prohibición de fumar en la calle y las terrazas si no se cumple una distancia interpersonal de al menos dos metros.

La salud está en juego. A día de hoy, se estima que el Estado español ingresa unos 9.000 millones de euros por tabaco al año y gasta 22.000 para tratar sus enfermedades. Se calcula que cada año unas 2.500 personas fallecen en Euskadi por cánceres, infartos, ictus y otras dolencias provocadas o acentuadas por el tabaco. El 11% de las muertes totales. El tabaco, dicen, es la causa directa de más de 20 tumores diferentes. Y se estima que en el conjunto del Estado español la exposición pasiva a su humo produce entre 2.500 y 3.000 muertes anuales y unas 22.000 en la Unión Europea.

1988: Colegios y hospitales. En junio de 1988 entró en vigor la prohibición de fumar en colegios, hospitales y centros de salud (salvo en zonas especialmente habilitadas), así como en los transportes colectivos donde hubiera plazas de pie.

1992: Tampoco en el avión. El Real Decreto 510/1992 prohibió fumar en los vuelos nacionales de menos de 90 minutos.

1999: Trenes y barcos. En 1999 se prohíbe fumar en todos los autobuses y en todos los vuelos estatales sin límite de tiempo, lo que incluye los vuelos a las Canarias. También se prohíbe fumar en trenes y barcos, salvo en cubierta.

2006: Sin humo en el trabajo. Si bien la ley 28/2005 de 26 de diciembre se aprobó a finales de 2005, entró en vigor el 1 de enero de 2006, hace quince años y prohibía fumar en el trabajo, y todos los transportes, sin excepción. Aunque desde 1988 un trabajador podía exigir que no se fumara a su alrededor y se regulaba específicamente la situación de embarazadas y personas sensibles, la realidad es que hasta 2006 no se atajó esta situación. Según esta ley, está prohibido fumar en los centros de trabajo, salvo en los espacios al aire libre. Se crea, sin embargo, una anomalía: los trabajadores de la hostelería se quedan como los únicos que respiran humo en su puesto de trabajo en un espacio cerrado. Aunque ellos no puedan fumar, tienen que soportar el humo de los clientes. Y se suprimen las excepciones o zonas habilitadas en colegios, universidades y centros de salud. En 2006 también se prohíbe fumar en los taxis y en cualquier lugar del metro, tampoco en las estaciones.

2011: Se prohíbe en los bares.

La reforma de la Ley Antitabaco que entra en vigor el 1 de enero de 2011 prohíbe fumar sin excepciones en bares y restaurantes. Se permite fumar al aire libre, es decir, en las terrazas, siempre y cuando no estén cubiertas o lateralmente rodeadas por más de dos paredes o muros. En hoteles y hostales solo se permite fumar al aire libre y en las pocas habitaciones reservadas para fumadores. No se podrá fumar en los recintos de los centros sanitarios (hospitales, centros de salud...), ni siquiera en el exterior, ni en parques infantiles.

Euskadi intentó aprobar una ley mucho más ambiciosa, prohibiendo fumar incluso en el coche particular, pero finalmente se echó atrás

Expertos en la lucha contra el tabaquismo reclaman un nuevo impulso y más medidas: terrazas, playas y coches, en el punto de mira