- El COVID-19 ha agravado "las situaciones preexistentes, como la dependencia de otras personas para realizar las actividades de la vida diaria", siendo las personas mayores dependientes, las personas ingresadas en residencias o aquellas socialmente más desfavorecidas los colectivos más vulnerables.

Esta es una de las conclusiones que ha extraído, tras un proceso de reflexión en torno a la situación de los colectivos más vulnerables y frágiles, un grupo de personas que trabajan o dan apoyo con los citados colectivos en Gipuzkoa. El Grupo de Observación de Derechos de Personas dependientes está integrado por Martín Auzmendi, de Aubixa Fundazioa; José Agustín Arrieta, de Agijupens; Koldo Aulestia, de Afagi; Eduardo Clavé, experto en bioética; José Luis de la Cuesta y José Luis Marañón, de Hurkoa, y Pura Díaz Veiga, del Instituto Matia.

La irrupción de la pandemia ha puesto en una situación de máxima dificultad a la instituciones y la sociedad en general para dar respuesta adecuada a las necesidades de los sectores más frágiles, una situación ante la que este grupo reclama "unidad de acción de todas las sensibilidades políticas y sociales" y "un consenso social más amplio" a la hora de adoptar decisiones, tomando en cuenta también la opinión de los sectores afectados.

Para ello, sugieren abrir una vía de información a la sociedad y a las personas interesadas sobre la capacidad de los recursos asistencias disponibles y adoptar medidas "innovadoras, imaginativas y eficaces" para evitar el aislamiento y la soledad.

Además, consideran también oportuno que la sociedad civil dialogue con las instituciones y los profesionales sanitarios sobre la aplicación de los recursos y la consignación de cuantos recursos sean oportunos en materia de cuidados paliativos.

Respecto a los protocolos de aplicación general, señalan que "pueden ser fruto de problemas" cuando dicha aplicación se realiza sin conocer de forma suficiente la realidad de las residencias y sus usuarios o de las personas que viven solas en sus domicilios.

Para que esa situación no se dé, proponen un acercamiento al día a día de las personas que viven solas y necesitan ayuda, "individualizando" la atención que se les ofrece.

La escasez de personal de atención directa a mayores dependientes y con demencias es otro problema que requiere de intervenciones concretas, que han de pasar por el desarrollo de recursos de apoyo social desde una visión multidisciplinar. Para que mejore esta atención, además, resulta importante formar equipos de voluntarios y ofertar cursos de formación a personas con distintos perfiles, señalan en el documento.

Ante la idea de que "la vida de las personas mayores tiene menos valor que la de las personas jóvenes", que estos expertos perciben que va calando en la sociedad, proponen el desarrollo de actividades encaminadas a aumentar la relación entre distintas generaciones, fomentar redes ciudadanas de acompañamiento y desarrollar acciones de sensibilización con los jóvenes. Pero para avanzar en la concienciación y la participación de la ciudadanía en la tarea de plantarle cara al COVID, la información es fundamental y es un aspecto que los expertos creen que es claramente mejorable, por lo que plantean una revisión de la política de comunicación.

Informar y actuar, siendo vital el uso correcto de una de las herramientas más eficaces: la mascarilla. Sobre su uso, los expertos creen que se deberían efectuar más acciones informativas, redoblando los esfuerzos para hacerlas llegar a la población a través de servicios municipales, farmacias etc., y prestando especial atención al abastecimiento de los colectivo vulnerables. Fruto de esta reflexión compartida son las propuestas de actuación para evitar "actitudes y comportamientos" que contribuyan a "confundir y dividir la sociedad" y favorecer el incremento de las desigualdades. Con este fin insisten en la necesidad de lograr "un consenso de mínimos" entre representantes políticos y sociales para llevar a cabo las actuaciones que sean oportunas y después realizar un seguimiento de su aplicación, en especial cuando por efecto del COVID han de cambiarse o resulten de difícil comprensión.

Personas mayores. Informar a la sociedad de la capacidad actual de los recursos asistenciales, evitar la soledad y el aislamiento, y asegurar unos cuidados paliativos dignos.

Protocolo. Detectar y acompañar a las personas mayores que viven solas e individualizar la atención.

Personal. Impulso y formación de los grupos de voluntariado.

Brecha generacional. Aplicar acciones encaminadas a aumentar la relación entre generaciones y activar redes de ayuda.

Información. Revisar la política de comunicación.

Mascarillas. Facilitar que lleguen a los sectores vulnerables.

Mejora general. Búsqueda de un consenso de mínimos sobre las actuaciones en el ámbito sociosanitario y posterior seguimiento.