a pandemia del coronavirus sacude de lleno nuestro día a día, también nuestras tradiciones más arraigadas y, como no podía ser de otra manera, el Día de Todos los Santos se vio condicionado por la grave situación sanitaria que estamos viviendo.

Así las cosas, la realidad vivida en la jornada de ayer en los cementerios de Gipuzkoa dista mucho de la estampa que los camposantos han ofrecido años atrás, cuando cientos de familias se acercaban a honrar y recordar a sus difuntos.

La prohibición de salir del propio municipio, así como las limitaciones a la reunión de personas estuvo muy presente durante toda la jornada y la tranquilidad reinó en unos cementerios que, por primera vez, estuvieron vigilados por la Policía para que no se produjeran aglomeraciones.

Lo cierto es que apenas hizo falta, porque parece que los mensajes lanzados por las instituciones han calado en la población y muchos han entendido que no era el momento de hacer grandes ofrendas.

Por supuesto que se vivió más movimiento del habitual en los cementerios, pero las visitas fueron ordenadas y en ningún momento se produjeron aglomeraciones. El hecho de que la festividad de los difuntos cayera en domingo también ayudó a que la visita de familiares se escalonara a lo largo de todo el fin de semana. De hecho, ya durante la última semana, antes de decretarse el confinamiento en los propios municipios, muchas personas aprovecharon para velar a sus fallecidos.

La de ayer fue una jornada de recogimiento y recuerdo individual, lejos de los pasillos llenos de gente a los que nos hemos acostumbrado en los últimos años. La nueva normalidad llega también a las tradiciones más sagradas.

Las restricciones por la pandemia y el hecho de que la festividad cayera en domingo escalonaron las visitas durante el fin de semana