o tener casa mata es el lema de la campaña por el Día de las Personas sin Hogar que se celebra hoy, impulsado por Cáritas y otras organizaciones parejas. Se trata de llamar la atención de los poderes públicos y de la ciudadanía, en general, sobre los efectos que la falta de una vivienda adecuada supone para miles de personas y familias. En el Estado español se estima que cerca 800.000 hogares y 2,1 millones de personas sufren situaciones de inseguridad grave en la vivienda.

En Cáritas conocemos bien las situaciones de precariedad extrema de estas personas gracias al trabajo cotidiano que hacemos de acogida, acompañamiento y apoyo social. Son más de 400.000 las personas en situación de "sin hogar" atendidas desde los diversos proyectos que desarrollamos a nivel de todo el Estado. Si nos referimos a Gipuzkoa, son aproximadamente 16.000 las personas beneficiadas con más de 8.000 atenciones concretas en parroquias y programas especializados, siendo las mujeres solas o con hijos el sector de las personas más necesitadas, así como los que habitualmente están en la calle o centros residenciales (varones jóvenes).

En Cáritas decimos que "no tener casa impide tener un hogar" (casa y hogar no son lo mismo, aunque los vinculemos) e "impide tener unas relaciones sociales normalizadas, un espacio básico de protección, además de suponer un serio impacto en la salud física y mental" (todo ello se ha visto especialmente en este tiempo del COVID-19). No cabe duda que el sinhogarismo afecta seriamente a los sueños, las oportunidades, la confianza y la vida de estas personas (como nos afectaría a cualquiera). La relatora de la ONU para la vivienda nos ha recordado que "la vivienda se ha convertido en la primera línea de defensa frente al coronavirus", en tanto y cuanto "las medidas dirigidas a la población para afrontar el problema exigiendo aumentar la higiene, quedarse en casa o el distanciamiento social estricto, no son realistas ni posibles para estas personas que viven en la calle o los albergues".

Pues bien, Cáritas sabe que estas dificultades son especialmente graves en un Estado como el español, que carece de un parque de vivienda social en alquiler adecuado, porque únicamente cuenta con unas 275.000 viviendas de ese tipo, lo que supone tan solo el 1,5% del parque de viviendas principales.

Lo mismo ocurre en nuestro territorio, aunque reconocemos los esfuerzos que se vienen haciendo. Ciertamente estamos muy lejos de lograr aquello que satisfaga a un mínimo necesario para un apoyo social digno y estable.

Cáritas constata un agravamiento de la problemática del sinhogarismo (las cosas no están como siempre sino que van a peor). Ante ello lanzamos propuestas concretas para avanzar en un escenario de reconstrucción social e invitamos a todos a su estudio en un marco de diálogo operativo. Se trataría de impulsar una ley de garantía de acceso a la vivienda donde se incluyan todas las situaciones de exclusión residencial y sinhogarismo. También importa mucho incrementar el esfuerzo de rehabilitación y mantenimiento del parque de viviendas, y la promoción de vivienda en alquiler social de forma preferencial.

En consonancia con lo afirmado, Cáritas también reclama definir e implementar una estrategia específica de lucha contra la exclusión residencial-sinhogarismo con un liderazgo claro entre los servicios sociales y vivienda y un presupuesto detallado para su ejecución y continuar con las medidas extraordinarias de paralización de los desahucios y desalojos sin alojamiento alternativo, en vivienda habitual de alquiler blando.

El objetivo de todo esto, claro está, es demandar que se garantice una vida digna para todas las personas, recordando que la vivienda es la primera barrera de protección para preservar la salud, la vida y construir un hogar. En este sentido, la última encíclica del papa Francisco nos coloca, a todos, en la perspectiva adecuada para abordar estas cuestiones, porque no son cosas de detalle, sino un problema de fondo; son "sombras de un mundo cerrado" que es como titula todo el capítulo primero, porque de lo que se trata es de "estar atentos ante algunas tendencias del mundo actual que desfavorecen el desarrollo de la fraternidad universal" (sueños rotos; sin proyecto para todos; un progreso sin rumbo común; pandemias y flagelos de la historia; sin dignidad humana en las fronteras; la ilusión de la comunicación; sometimientos y autodesprecios, son los subtítulos del primer capítulo).

Consiliario de Cáritas Gipuzkoa