- Hace casi un año tomó posesión de su cargo como nuevo nuncio del papa en España Bernardino Aúza. El nombramiento fue interpretado en medios eclesiales como el pistoletazo de salida para la renovación episcopal en la iglesia en el Estado. Es decir, la salida de aquellos obispos no alienados con la doctrina de Francisco y que llegaron a sus cargos de la mano de Rouco Varela, y su sustitución por nuevos prelados en sintonía con el mensaje de Bergoglio.

Pero el tiempo avanzaba y apenas se han producido movimientos en todo este tiempo hasta que, el pasado sePtiembre, se celebró en Roma una reunión clave para desencadenar el cambio esperado. El papa acogió en la Santa Sede a los arzobispos de Barcelona y Madrid Juan José Omella y Carlos Osoro, presidente y vicepresidente de la Conferencia episcopal, respectivamente. Según fuentes cercanas al encuentro, la reunión sirvió para activar esta renovación.

Y dos semanas después, las noticias lo confirman. Ayer se conoció la salida del obispo de Bilbao, Mario Iceta, a su nuevo destino en Burgos, y el nombramiento como obispo de Zaragoza del hasta ahora prelado en Calahorra, Carlos Escribano.

Según el diario Religión Digital, estos nombramientos suponen el comienzo de la renovación episcopal en el Estado siete años después de la llegada de Francisco al trono de San Pedro. Y rápidamente surge el interrogante: ¿Esta reforma alcanzará a José Ignacio Munilla? El obispo donostiarra llegó a este cargo por deseo de Rouco Varela en su cruzada contra la Iglesia vasca, y en sus once años de episcopado se ha revelado como un obispo conflictivo y reaccionario, representante de un estilo doctrinal que ha fracturado la diócesis y en las antípodas del que representa el papa argentino, más preocupado por las necesidades de la gente.

En su edición de ayer, Religión Digital daba por hecho la próxima salida de Munilla, la confirmación de Juan Carlos Elizalde en la diócesis de Gasteiz, y el nombramiento de Joseba Segura en sustitución de Iceta. En favor de Elizalde, juega su designación en marzo como responsable de migraciones de la Iglesia, una de las preocupaciones centrales de Francisco. Precisamente, en este ámbito no le han faltado reproches a Munilla desde su propia comunidad por su falta de sensibilidad y, en especial, su indiferencia hacia la misión del buque Aita Mari, pese a que hasta el papa alabó su labor.

Los rumores de la próxima salida de Munilla de la diócesis de Donostia llevan tiempo circulando en medios de la Iglesia guipuzcoana. Frente a la rumorología, Munilla dice a todo el que quiere escucharle que esta renovación no va con él y que su puesto no está en peligro. Así lo transmitió en una reciente reunión del arciprestazgo. Como signo de que en absoluto piensa en su próxima salida, fuentes bien informadas de lo que ocurre en la Iglesia de Gipuzkoa ponen el ejemplo de las profundas obras de reforma que está llevando a cabo en el edificio del Seminario, tanto en el interior del enorme edificio como en el exterior, con la jardinería y el ornamento. Además, los planes inmobiliarios siguen adelante y Munilla no ha detenido la incesante llegada de religiosos desde distintos puntos del Estado y de Latinoamérica, por supuesto, afines a su doctrina eclesial.

La salida de Iceta es el pistoletazo de salida para la renovación episcopal

en el Estado en línea con el mensaje del papa