- La sensación de inseguridad que vive Pasaia ha provocado que su alcaldesa, Izaskun Gómez, haya salido a la palestra, calificando la situación de “grave”. En el municipio reina el malestar. Tanto es así que se ha creado un grupo ciudadano que ha salido a la calle y cuyos integrantes, según relatan los vecinos y puede constatarse en redes sociales, recientemente fueron identificados por la Ertzaintza tras protagonizar un incidente con uno de los jóvenes de origen magrebí.

Ante esta situación, ayer, la Asociación de Vecinos de Pasai Antxo convocó una manifestación de “apoyo a los jóvenes que salieron en defensa de los intereses del pueblo y para proteger a los más débiles”. Más allá de las demandas de la alcaldesa, los vecinos y vecinas no dudan en mostrar su malestar y su miedo ante una situación “inaguantable”.

“Que no me hablen de racismo. Pasaia es mestiza. A la clase con mi hijo van marroquíes y críos de otros países. Aquí vivimos todos juntos y tan bien. Hablamos de delincuencia y de impunidad”. Quien así se expresa es Ainhoa, madre de dos hijos que vive en la Alameda y que afirma que “noches sí noche también” oye “las broncas y los botellones de estos tres o cuatro a quien todo el mundo conoce y que se ríen de nosotros”.

Cuenta Ainhoa que siente miedo, sobre todo por sus hijos y porque esas personas “roban a cualquier hora del día. Da igual que sea a un señor mayor que una bici a un niño, que una cartera, que un móvil”. “El otro día robaron la cartera a un anciano manco, a las 15.00 horas. Pillaron al ladrón y a la misma tarde estaba en la calle paseando, recuerda. “Duermen en los garajes de las casas de VPO. La gente que aparca ahí está aterrorizada. Una amiga mía, que es enfermera, ya no entra y prefiere dejar el coche mal aparcado, aunque se compró el garaje para tener una plaza cuando llega de noche”, añade.

Esta madre pasaitarra ha pedido a su hija que, al mediodía, cuando saca al perro, limite su recorrido. “A un crío se le pusieron los tres delante y le quitaron la bici. A la madre de una amiga, un niño le pidió el móvil para llamar porque le acababan de robar el suyo. El que se lo había robado estaba paseando al lado tan tranquilo”.

“Hubo otro grupo en un piso tuteado, que no sé yo quien les tutelaba, porque el trapicheo de droga se daba a todas horas”, critica Ainhoa, que se muestra muy cansada de esta situación. “Van muy puestos y todo les da igual. Tienen todo perdido y nada por perder, solo ir a la cárcel”, subraya.

“A mi vecino, al ir a trabajar le dijeron que les pagara el desayuno sí o sí. Se enfrentó y le dejaron en paz, pero si me pasa a mí les pago el desayuno, la comida y la cena”. añade.

“Este es un pueblo dejado de la mano de Dios”, apunta esta vecina, que reclama mayor presencia policial, aunque reconoce que “se los llevan y pasan una noche en el calabozo”.

En similares términos habla Iban, que vive en un portal próximo al del piso tutelado. “Es una pasada lo que ocurre, sobre todo con las personas mayores y con los críos”, asegura.

Como a Ainhoa, a Iban le da más que rabia que esta cuestión se mezcle con actitudes racistas. “Ya vale. Que aquí vivimos gentes de muchas razas y orígenes y desde hace muchos años. Hablamos de un grupo de delincuentes, que a mí me daría igual que fueran del pueblo de al lado”, apunta.

“Da mucha rabia que se rían cuando sabes que han agarrado a un viejo para arrancarle la cadena”, critica Iban, que pone otros ejemplos. “Imagina que vas andando entre Herrera y Buenavista se te ponen dos detrás y a la altura de Escalerillas te salen otros dos y te hacen la encerrona. Esas cosas están pasando a cualquier hora”. “Al final, ha surgido una patrulla urbana, en la que hay también aitas que ya no aguantan”, explica.

Iban recuerda que no es la primera ocasión en la que han tenido que vivir situaciones similares. “Hace unos meses dormían unos cuantos debajo de casa y por orden judicial se cerró aquel local. Aquellos eran algo mayores, estos son unos críos”. “Es muy duro que pase algo y les veas en la acera de enfrente y se te estén riendo a la cara. Así luego pasa lo que pasa, que hace unos días gente del pueblo pilló a uno y le dieron. Mientras la Ertzain-tza les identificaba, sus colegas estaban partiéndose la caja al lado”, señala Iban. Los vecinos piden vivir tranquilos y que no paguen justos por pecadores. “Si todo el mundo sabe quiénes son, que se actúe contra ellos. En Pasaia vivimos mezclados con gente súper maja de aquí y de allí. Los delincuentes son el problema”.

“Van muy puestos y todo les da igual. Tienen todo perdido y nada que perder, solo ir a la cárcel”

Vecina de Pasai Antxo