- Desde niños en brazos a personas de avanzada edad. A diferencia de otros cribados más dirigidos que ha realizado Osakidetza, el Ramuntxo Berri del barrio donostiarra de Gros es un bar que atrae a familias y clientes de lo más variado. Así quedó patente ayer desde las 9.00 horas, con un goteo constante de ciudadanos llamados a someterse a las pruebas PCR. Los contagios entre los trabajadores de este conocido establecimiento han disparado las alarmas. "Vamos a tomar el aperitivo todos los días al bar. Somos población de riesgo, claro que hay cierta preocupación", admitía José Rodríguez junto a su esposa Raquel Vangeneverg poco antes de someterse al test.

Tras mostrar su DNI a la entrada de la Casa de Cultura de Okendo, frente al ambulatorio de Gros, cuatro sanitarios protegidos con EPI y pantallas faciales practicaban los test. El trasiego fue incesante. Solo ayer acudieron más de 700 personas de las 2.000 pruebas previstas hasta mañana.

Entre tanta gente, el ánimo va por barrios. Aunque buena parte de los clientes acudieron con relativa calma, los vecinos de más edad no ocultaban un inevitable desasosiego.

El llamamiento se ha hecho a todos los clientes que acudieron al bar Ramuntxo Berri entre el 26 de julio y este pasado lunes, tras detectarse cinco positivos entre los trabajadores del establecimiento. El cribado, de momento, se centra en este bar porque en ningún otro de la zona se han producido contagios, según reveló Osakidetza, que no descarta tomar las medidas que sean necesarias según se vayan conociendo los resultados.

Comerciantes y vecinos del barrio reconocían ayer que se trata de una zona muy concurrida, con una clientela principalmente local, pero "también de acento francés y catalán".

Osakidetza aconseja que todas las personas que hayan acudido al establecimiento llamen a su centro de salud para pedir una cita.

Así lo hicieron familias con todos sus integrantes tras haber acudido al bar a celebrar cumpleaños. Es el caso de Unai, Noa, Maddi y Beatriz. Aunque no son clientes habituales, estuvieron en el Ramuntxo Berri hace un mes, les gustó, y repitieron la semana pasada. Ahora, hasta nueva orden, no saldrán de casa. "La lotería no nos tocará, no", decía el padre de familia poniendo una pizca de humor a tanto sobresalto. "Estuvimos consumiendo en la terraza y tras cuatro días no hemos presentado síntomas. No estamos preocupados".

Eso sí, el comienzo de las vacaciones previsto ayer mismo va a tener que demorarse. Al menos, si quieren salir de casa. "Ha habido un cambio de planes de última hora. Iba a salir con las amigas esta misma mañana, (por ayer), pero no va a poder ser", lamentaba Noa.

En 24 horas recibirán el resultado vía SMS. Aquellas personas que den positivo serán puestas en contacto con la red de rastreadoras.

Fue tal el trasiego que incluso hubo ciertos problemas de accesibilidad telefónica que posteriormente fueron resueltos para atender a tantos clientes.

Cuatro mesas y otras tantas profesionales de enfermería tomando muestras, junto a un equipo de apoyo. Era el escenario, con telón negro de fondo, en el que se convirtió la casa de cultura a la que acudió Mikel Elizegi. Estuvo tomando algo con su pareja en el bar el lunes 27 de julio. "En cuanto supimos lo del contagio llamamos y enseguida nos dieron la cita. Tengo a los aitas mayores y también he estado con ellos algún día. Intentas mantener la tranquilidad, pero sí que hay preocupación. Ahora me voy a casa, hasta que me den el resultado".

Sus planes a corto plazo no pasan por unas vacaciones sino por todo lo contrario. Se tenía que haber incorporado ayer al trabajo en un hotel. "El médico me ha dicho que no vaya hasta saber si hay contagio o no. Estoy a la espera de hacérselo saber al jefe". Primaba ayer el sentido de la responsabilidad. Así lo demostró también Nerea, del barrio de Gros. "Estuvimos tomando unos zuritos en la terraza el lunes por la tarde. No es que tuviéramos mucho contacto con el resto, pero no he dudado en hacerme la prueba". De hecho, es el segundo test al que se somete estos días.

"Los camareros estaban protegidos con la mascarilla. Antes de sentarnos limpiaron la mesa. Evidentemente, mientras consumes te la quitas un momento pero inmediatamente te la vuelves a poner. Es más, mientras nos sirvió el camarero estuvimos con la mascarilla puesta". Asegura que se respetaron las distancias, y que se adoptaron las medidas oportunas. "Estábamos bastante separadas de la mesa de al lado". Ahora, a esperar el resultado. "Hay que ser precavidos, pero tampoco nos podemos quedar con miedo en casa. Es algo con lo que nos vamos a tener que acostumbrar a vivir".

Lo mismo piensa Estefani Novoa. "Suelo ir a ese local y a todos los que están en esa zona. Es un lugar muy concurrido. Ahora, visto lo visto, te entra el temor y dices que no vuelves, pero como en todo en la vida, hay que buscar un equilibrio".

Inaxio Narbaiza y su mujer Leo también se sometieron al test. Toda la familia estuvo en el bar celebrando un cumpleaños. "De momento no hay síntomas, por lo que hay optimismo. Se está actuando bien, haciendo controles y rastreos, aunque con el buen tiempo estamos todos en la calle, y es más fácil que nos contagiemos", decía la pareja.

Iñigo Fernández, de Errenteria, tampoco se lo pensó dos veces para acudir a la cita. "Vista la situación, y sabiendo que había estado con mi novia, no hemos dudado en venir por precaución. Te quedas con un poco de incertidumbre, pero bueno, si sale que sí, vuelta al confinamiento unos días y listo".