n Euskadi hasta los parados son felices. Menos que el resto, es cierto, pero felices, según dicen los datos de una encuesta realizada por el Eustat referida a 2019 y dada a conocer ayer. Un 6,7 sobre diez, mientras que el conjunto de la tropa le pone a sus vidas un 7,4. Notable solvente. La nota, precisa el Instituto Vasco de Estadística, es la más alta desde 2014 (7,1). Ahí es nada. Eso, antes del coronavirus, claro está. ¡Éramos tan felices! Incluso los que tenían una mala salud daban el aprobado (5,2).

Los más satisfechos, con un 8, son las personas que dicen tener muy buena salud y entre ellos, cómo no, destacan los jóvenes, los más felices, también ahora, en la desescalada. Los vascos de entre 16 y 24 años viven más felices que el resto, aunque tengan dificultades laborales y no sepan muy bien cuando tendrán dinero suficiente para emanciparse. Un 7,8 se ponen, mientras que los mayores de 65, los jubilados, valoran su vida antes de coronavirus con un 7,3.

No se aprecian diferencias entre mujeres y hombres y, en lo que respecta al nivel de instrucción, los mejores resultados los obtienen los que tienen estudios superiores (7,6), frente a los que no los tienen (6,5).

Si hablamos de ocio, eso sí, los más felices son los más mayores, un 7,5 frente al 6 raspado que se auto asignan los que tienen entre 35 y 49 años, esos afortunados que han conseguido estabilidad laboral y muchos viven entregados a él, sin tiempo para el cine, probablemente. Esclavos del móvil. Y claro está, si de tiempo libre hablamos, se puede entender otro dato llamativo, que las personas inactivas, las que no tienen empleo, valoran su tiempo de ocio con un 7,5. Felices también.

La satisfacción con la economía doméstica (6,9) aumenta a medida que lo hace la percepción de buena salud y varía desde el 5,6 entre las personas con una salud mala o muy mala hasta el 7,4 de las que la consideran muy buena. Están más satisfechas con este parámetro las residentes en Gipuzkoa (7), que las de Araba y Bizkaia (6,9 y 6,8, respectivamente).

Por su parte, la confianza en los poderes públicos obtiene el peor resultado (4,5), aunque es el indicador que más ha mejorado (1,2 puntos) respecto a 2014. Solo un 5,4% de la población confía “mucho” en los poderes públicos, frente al 45,1 % que confía “poco”. En todos los grupos poblacionales los poderes públicos suspenden, excepto en el de las personas nacidas en el extranjero, donde alcanza la mejor puntuación (5,4).

Las relaciones personales tampoco se nos dan mal, aunque practiquemos poco sexo. Alcanzan su valor máximo (7,7) entre las personas que declaran muy buena salud y el mínimo (6,9) entre las consideran que la tienen mala o muy mala. Normal. Pero notable general.

El indicador de estado de ánimo no es tan alto y baja algo, de un 6,5 en 2014 hasta un 6,3, pero de nuevo, los guipuzcoanos estamos en lo más alto. Un 6,4. A ver la siguiente...