o se habían visto las caras desde hacía casi tres meses, clientes habituales en la barra del bar que acostumbran a departir con el camarero mientras dan cuenta de un pintxo bien regado, un café o un desayuno en condiciones. Costumbres arraigadas que la pandemia arrancó de cuajo y que ayer, en el inicio de la fase tres de la desescalada, se retomaron tímidamente, en un lunes gris y lluvioso en el que el transporte público en autobús ofreció su servicio a pleno pulmón, con todo el aforo de sus asientos. Se pudieron ver largas colas de pasajeros con el rostro cubierto entrando por la parte delantera de los vehículos, algo que hasta ahora no estaba permitido, y que va siendo posible en la medida que se instalan mamparas de protección. Un paso más en este pulso diario que se libra hacia una normalidad que sigue estando muy lejos de la que fue, con miles de personas en ERTE, estudiantes en sus hogares y un incierto futuro laboral.

Muchos establecimientos siguen sin abrir la persiana, otros la han bajado para siempre y quienes retoman la actividad lo hacen bajo estrictas medidas de seguridad. "Durante todo este tiempo no había probado el alcohol. De hecho, después de tanto paseo estas semanas atrás hasta había bajado cinco kilos". Sonreía con cierta picardía el lazkaotarra Ignacio Alkagaiaga, acodado en el barra del bar Itxaropena, en la Parte Vieja donostiarra. Después de comprar el pan y el periódico, decidió subirse al vagón de esta tercera fase y aprovechar la desapacible mañana para hacer una parada y tomar el aperitivo. "Aunque estemos aquí intentando recuperar lo que eran nuestras costumbres, esto hay que tomárselo muy en serio", señalaba el hombre mientras Moha Arab, el dueño del bar, le servía un vino blanco.

Los profesionales asumen que cada dos semanas les toca realizar una labor pedagógica con los clientes en la medida que se van aprobando diferentes normativas. La saturación informativa y el cruce dialéctico entre instituciones, dicen, "hace difícil separar el grano de la paja", lo que sigue ocasionando más de un quebradero de cabeza. Cuenta Arab que el establecimiento lo reabrieron hace dos semanas tras el parón impuesto por la crisis sanitaria.

Ahora, en esta tercera fase de la desescalada cree que hay que ser especialmente celoso a la hora de mantener las distancias entre los clientes dentro del bar. Muchos negocios, como pudo comprobar ayer este periódico, han optado por colocar pequeñas mesas en paralelo a la barra, a modo de advertencia a los clientes de esa distancia física tan necesaria.

Resultaba curioso observar la entrada de los consumidores a más de un establecimiento. Tras lavarse las manos con el gel hidroalcohólico, se quedaban a la expectativa, como esperando a que les dijeran dónde debían colocarse. Otros volvían a echar mano de ese gracejo canalla aparcado durante tanto tiempo. "¡Menudas vacaciones que te has cogido!". El bar Kamio de Pasai Antxo abrió ayer sus puertas por primera vez desde el 13 de marzo. Algún que otro cliente bromeaba con Andrea de Luis, la titular del negocio junto a su socio Iker. Han aguardado tres meses "eternos", a la espera del momento oportuno para retomar la actividad. "Es un negocio sólido, pero da la sensación de que diez años de trabajo se han ido por la borda en apenas unas semanas. Hay que empezar poco a poco, y hacerlo con mucho cuidado porque un posible rebrote sería una catástrofe absoluta para todos".

Entretanto se impone una labor pedagógica que no va a ser fácil entre una clientela ansiosa por recuperar el tiempo perdido, que a las primeras de cambio tiende a olvidar todo el camino andado. "Entre los consumidores hay de todo, desde quienes siguen las recomendaciones a rajatabla a quienes pasan de todo. Entiendo que el marco normativo que se nos ha impuesto pone el listón muy alto, conscientes de que el nivel de cumplimiento no va a ser del 100%. Lo que no comparto es que tengamos que estar como policías, todo el día detrás de esos clientes que cogen la consumición y, si ven que el interior está ocupado, se marchan afuera de pie, a sabiendas de que no pueden hacerlo salvo que estén ocupando terraza", sostiene la camarera. Es un problema que estos profesionales han trasladado a la Guardia Municipal. Los agentes responden que se trata de su negocio y, por tanto, de su responsabilidad.

"Casi es mejor que haya salido un día gris y lluvioso, porque al haber menos gente nos permite ir adaptándonos todos paulatinamente". Andrés López, de la cervecería Garagar, en Donostia, también es de los que ha optado por colocar unas pequeñas mesas de separación junto a la barra. "Lo que sí estamos notando durante todo el día es que a pesar de que ya se puede entrar, el cliente todavía se muestra cauteloso y prefiere quedarse en el exterior, en la terraza", observaba. "Es necesario ir dando pasos con seguridad, porque una recaída podría tener consecuencias irreparables".

Unos clientes cercanos hablaban en esos instantes sobre los nuevos focos detectados en Euskadi, con ocho pacientes y dos profesionales sanitarios en el Hospital de Basurto, que se suman a los cuatro positivos del Hospital de Txagorritxu. López insistía: "Hay que hacer las cosas bien y no correr más de la cuenta. En nuestro sector, además, la policía está presente para comprobar que todo funciona legalmente". Y no solo son la Guardia Municipal y la Ertzaintza los que velan por el buen funcionamiento diario. Los establecimientos que abren sus puertas estos días también sienten la mirada de quienes no pueden hacerlo, y que han dado ya la temporada por perdida.

La populosa calle Fermín Calbetón de la Parte Vieja de Donostia resultaba muy elocuente al respecto. Prácticamente todos los establecimientos estaban cerrados, salvo el bar Eibartarra, cuyo camarero no quiso hacer declaraciones, y el Izkiña, convertido en poco menos que un plató de televisión al no poner ninguna objeción y convertirse en lugar de parada para varios medios de comunicación que trataban de captar las primeras imágenes de la semana. "Somos de las de pintxo diario por la mañanas, y la verdad es que ya teníamos ganas", admitía entre el barullo Begoña Otegi. Acompañada por una amiga, se sentaba poco después en un lugar discreto del establecimiento.

Con geles, mascarilla y muchas ganas, los camareros despachaban a los clientes con ilusión renovada. A partir de ahora, se abre una nueva oportunidad para esos establecimientos sin terraza que durante estas semanas han seguido pagando el alquiler, el seguro y la luz. Muchos seguían ayer con la persiana bajada, algunos para siempre.

La nueva fase. Gipuzkoa recuperó ayer casi la normalidad en el inicio de la fase 3 de la desescalada por el coronavirus, con más bares abiertos y el transporte público más utilizado.

Viajar entre territorios. Una de las grandes novedades es el permiso para viajar entre los tres territorios, así como la apertura de lugares que estaban cerrados o medio abiertos como los juzgados, o los polideportivos.

Autobús. Lurraldebus ofrece todo el aforo de los asientos, y para quienes van de pie, se establece la restricción de dos personas por metro cuadrado.

"Tratamos de recuperar viejas costumbres, pero esto hay que tomarlo muy en serio"

Cliente del bar Itxaropena, en Donostia

"No comparto que tengamos que hacer una labor de policías vigilantes con la clientela"

Socia del Bar Kamio de Pasaia

"Somos de las de pintxo diario por las mañanas, y la verdad es que ya teníamos ganas"

Clienta del bar Izkiña