a unión hace la fuerza. Así lo piensan Mikel Laboreria y Helena García, propietarios de Galaxy Park, que junto con los titulares de más de 300 negocios de similares características de los que dependen un millar de empleos directos, han creado una asociación a nivel estatal para defender los intereses de unas actividades que, se temen, serán "las últimas" en volver a abrir.

Es impensable, afirman, que un txiki park funcione respetando la distancia social o con mascarillas, porque va en contra de la esencia, de la naturaleza de los niños y de lo que supone el juego y el disfrute de su ocio. "Es inviable mantener la distancia, y aunque obligáramos a llevar mascarillas se las quitarían y acabarían tiradas en cualquier sitio y las cogerían los que vienen detrás. Además son incluso peligrosas para este tipo de actividad", explica Laboreria.

Pese a que los titulares de Galaxy Park dedican varias horas al día a mantener las extensas instalaciones (tienen cabida para 400 personas: 200 niños y 200 personas responsables) en perfecto estado de limpieza, aspecto al que siempre han dado importancia prioritaria, el esfuerzo no sería suficiente para responder a las exigencias que, hoy por hoy, las autoridades sanitarias han fijado para que las actividades económicas vayan regresando a la normalidad.

Esa es la pregunta que se hacen, ¿cuándo podrán volver a abrir sus puertas? Y lo que más les preocupa es que no hay respuesta y, de momento, no parece que la vayan a obtener.

Consideran que ofrecen un servicio "absolutamente necesario en nuestra sociedad" pero que este parón sin fecha de finalización prevista puede llevar al cierre a algunos negocios. Laboreria y García quiere aguantar "todo lo que podamos", porque son unos entusiastas de su trabajo y porque su buen hacer ha hecho que desde que Galaxy Park abriera sus puertas hace algo más de un año funcionara "a tope" con cumpleaños y encuentros organizados por centros escolares.

"Cuando nos mandaron cerrar teníamos incluso reservas para verano", explica esta pareja que quiere ver encendida una luz al final del túnel. "Si supiéramos que cuando se alcance cierto grado de normalidad nos van a dejar abrir sería más fácil aguantar. Que tiene que ser en octubre o en noviembre, pues que así sea. Pero ya sabríamos algo".

La recientemente creada Sociedad Estatal de Parques Infantiles ha elaborado un documento que quiere dirigir a las distintas administraciones. "Queremos recordarles que estamos aquí y que somos muchos", apunta Laboreria. En la misiva se subraya que de la vuelta a la normalidad de sus negocios depende "que las actividades bancarias cobren puntualmente sus cuotas de préstamos y los arrendadores, su renta".

Se encuentran en una situación "vulnerable" por las características específicas de la actividad y preguntan a las instituciones sobre distintos temas: fase de la desescalada en la que les sitúan, obligaciones higiénico-sanitarias que deberían cumplir y, en el caso de no permitírseles la apertura "hasta la existencia de un tratamiento o vacuna", quieren conocer cuáles serían las ayudas económicas o las medidas a adoptar en esta materia para poder seguir adelante.

Y es que temen que esa nueva normalidad de la que tan poco se sabe conlleve la desaparición de todo un sector, algo que "no va a ocurrir con otro tipo de actividades".

Laboreria y García no quieren situarse en ese escenario, aunque la preocupación es grande. Reclaman más información para valorar las distintas medidas a adoptar a futuro. Han llegado a informarse incluso de "máquinas que van limpiando las bolas" que se incluyen las piscinas de juegos. Pero nada se puede avanzar cuando impera la incertidumbre.

En Galaxy Park han pasado de estar "llenos de reservas y con la agenda a tope" para meses a no saber cuándo volverán a oír las risas de los más pequeños en las instalaciones. "Pasamos del 120% a 0 en unas horas", apuntan estos profesionales que esperaban un buen número de encuentros de fin de curso en las próximas fechas.

"Al principio pensábamos que no sería tan largo. Ahora no sabemos qué esperar", añaden estos profesionales, que piden también que "no se carguen siempre las tintas sobre lo negativo" y se empiece a dar más luz a las noticias positivas, por el efecto que estas tienen en la sociedad.

En su sector, de momento, hay pocas noticias positivas. Laboreria no ha parado de buscar información sobre lo que ocurre en otros países, pero sobre el sector que les interesa poco o nada se ha dicho. A nivel estatal, apunta García, solo queda esperar a lo que digan las autoridades sanitarias.

Para esta pareja el otoño será clave. "Si no hay contagios, o a unos niveles muy bajos, el Gobierno tendrá que decir algo, no se podrá seguir igual", señalan.

García y Laboreria tiene a su equipo en ERTE y esperan que, en el caso de que la apertura se demore, puedan mantenerlos en esa situación aunque lo que quieren, sobre todo, es volver a echar a andar cuanto antes. "Lo haríamos con las medidas que en ese momento se nos pidiera, con dispensadores de geles, tomando la temperatura o utilizando los productos que nos digan en la limpieza, que estamos mirando ya. Lo que no se puede es mantener los dos metros de distancia ni usar mascarillas", insiste García.

Las dudas respecto al futuro son tales que incluso entre ellos hay distintas opiniones. Helena García es más optimista y cree que a medida que las autoridades sanitarias vayan aflojando las riendas la sociedad irá perdiendo miedo e irá subiéndose al carro de la normalidad. Laboreria, considerando también que ir dando pasos es esencial, no ve su actividad "con parches" y no tiene claro que con medidas de transición la vuelta del público estuviera garantizada aunque, una vez las autoridades comiencen a dar permisos de inicio de actividad, cree que la sociedad irá cambiando de perspectiva y perdiendo el miedo.

Pero todavía falta bastante tiempo para que esto ocurra. Lo que consideran necesario, siempre que se mantenga una tendencia clara de mejoría de los datos de contagios y fallecimiento por COVID, es ir retomando el ritmo de la vida, aunque reconozcan que las medidas de protección vigentes impidan por el momento la ansiada reapertura.

"Por nosotros pero también por los niños queremos algunas respuestas y ayudas. Si hay tan pocos parques infantiles es porque cuesta abrirlos, si se acaba con todo un sector habría que empezar de cero más adelante y no es fácil que la gente se anime a montar este negocio. Además, creemos que mientras haya demanda tenemos que estar ahí", concluyen. Mientras, considerando que la vacuna tardará en llegar, confían que "el otoño sea el momento del tratamiento" contra el COVID y se abra una puerta a la esperanza.

Experiencia. Antes de abrir las puertas de su exitoso Galaxy Park, Laboreria y García regentaron el parque infantil Camelot, del centro comercial Txingudi.

Profesionales. Exhaustivos en el cuidado de sus instalaciones, esta pareja se manejaba una agenda llena de reservas cuando el COVID-19 les obligó a cerrar sus puertas. Galaxy Park tiene capacidad para 400 personas -200 niños-, y se somete a diario a un cuidadoso proceso de limpieza a cargo de sus titulares.

"Hemos pasado del 120% a cero en unas horas y lo peor es que no sabemos cuándo volveremos"

"Hemos creado una sociedad a nivel estatal para que nos oigan y nos den explicaciones"

"Vamos a aguantar todo lo que podamos, pero existe el riesgo de que el sector desaparezca"