Como en campaña todos los días son lunes, dicit militum, hoy nos dejamos de buenismos y pamplinas. Los empleados públicos solo cumplen con su obligación al abordar esta crisis. Están al servicio de la sociedad y es su trabajo, elegido voluntariamente. Los sanitarios merecen un respeto que, en el caso que nos ocupa, comienza por facilitarles los medios necesarios, dimensionar sus plantillas, reducir al mínimo razonable la precariedad e interinidades, dotarles de la autonomía suficiente para el desarrollo de su actividad y, además, dejarles en paz que, salvo algunos casos puntuales, prefieren la discreción. Paso de puntillas por nombramientos y ascensos sub iudice, pero de todos conocidos, desde siempre. En su trabajo, deben bregar con situaciones dantescas para la mayoría de los profanos. Nadie dijo que fuera sencillo, alegre y divertido. Si emocionalmente no estuvieran preparados, habrían optado por otras especialidades, o por la gestión sanitaria o la política Cardiología de Cruces es buena cantera, o directamente lo habrían dejado. Hay muchos casos. Lo de las series televisivas es mentira podrida. Claro que es duro, muy duro. Viene a mi memoria la reflexión del coronel Dax (Kirk Douglas) en aquella cruda película antimilitarista de Stanley Kubrick (1957), Senderos de gloria: "Dejaréis de ser héroes cuando la gente no tenga miedo. Dejaréis de ser héroes cuando a los políticos les interese. Ahora sois carne de cañón, por eso os llaman héroes". Yerra el profano que interpreta que esta crisis afectará psicológicamente a los sanitarios. No le creo. Se informa de que han muerto sanitarios por coronavirus. Lamentable, sobre todo si ha sido por falta de medios de protección. Más han fallecido por otras causas, habiendo merecido solo una esquela oficial. Efectivamente, también son mortales. Como todos. Aplaudamos, como terapia y alivio de la tensión. Y acuérdese de comprar producto local.