Casi todas las cartas ya están sobre la mesa, aunque boca abajo. Las candidatas a diputada general y las alcaldías de Gipuzkoa ya cuentan las horas para que al filo de las 23:00 horas de esta noche su futuro esté claro. Si no lo está del todo, empiece a estarlo: la foto que arrojen hoy las dos urnas que se colocarán en centenares de colegios electorales del territorio ayudarán a saber en qué punto comenzará un baile, el de las conversaciones postelectorales, que se antoja clave. Una cuenta atrás que constituirá los ayuntamientos el 17 de junio y por esas mismas fechas, las Juntas Generales. A partir de ahí, deberían faltar días para saber quién será la primera diputada general de Gipuzkoa en su historia.

Antes de todo eso, durante día se empezarán a voltear las cartas que están sobre la mesa. La primera, una de las más importantes, será la de la participación. Las últimas encuestas conocidas antes de que la última semana de la campaña entrara en vigor la prohibición de publicar este tipo de trabajos previeron una participación del 60%. Entre el 61% y el 64% en la urna para las Juntas Generales, algo inferior en los núcleos de Gipuzkoa más urbanos.

Lejos del histórico adagio que reza que una mayor participación beneficia siempre a las siglas de la izquierda, históricamente más dependientes de un electorado más fácil de motivar y desmotivar, los distintos partidos se afanan en que ningún voto se quede en casa. Por de pronto, el primer dato indica que el voto por correo cotiza a la baja respecto a 2019: si entonces fueron 19.655 las solicitudes en Gipuzkoa, la cifra de votos admitidos se situaba el jueves en 17.647 peticiones.

Entrada la noche se abrirán distintos escenarios que en el caso de Gipuzkoa son inciertos. La igualdad entre el PNV y EH Bildu hace previsible hipótesis en cualquier sentido: victoria a votos y escaños de la misma fuerza, empate a escaños o el triunfo de una sigla en asientos y el de la otra a papeletas. Ambas fuerzas rondarán la veintena de escaños y superarán cada una los 100.000 votos si los sondeos se cumplen.

Estrecho margen entre el PNV y EH Bildu

Eso es lo que esperan el PNV y su candidata, Eider Mendoza, que aspira a convertirse en la primera diputada general de la historia en Gipuzkoa. Un territorio, ha defendido Mendoza, que ha salido de la “parálisis” vivida entre 2011 y 2015, con Gobierno de Bildu, un bloqueo que a tenor de los jeltzales regresaría si gana EH Bildu. Ante eso, la expresidenta de las Juntas y actual diputada foral ha defendido los proyectos estratégicos planeados entre 2015 y 2019, y empezados a ejecutar en esta última legislatura. Algunos de ellos, como el centro pionero para cambiar la atención a la tercera edad, Adinberri, empezarán a construirse en los próximos meses. El PNV confía en ver reconocida la gestión del territorio durante la pandemia tanto en el Ayuntamiento donostiarra liderado por Eneko Goia como en la Diputación, y se presenta como el garante para dar continuidad a esos desafíos y afrontar los nuevos que traerá el futuro.

Enfrente, la hasta ahora portavoz de EH Bildu en el Parlamento Vasco, Maddalen Iriarte, también aspira a ser la primera jefa del Ejecutivo foral. Tanto la propia Iriarte como la coalición han intentado mantener un discurso próximo a la gestión, poniendo como ejemplo municipios como Errenteria o Azpeitia, e intentando alejarse de la polémica derivada de incluir en las listas electorales a siete expresos de ETA condenados por delitos de sangre y que han renunciado a tomar el cargo en caso de ser elegidos, y otra treintena larga sentenciados por pertenencia a ETA.

La campaña de EH Bildu ha compaginado dos discursos si atendemos al ticket electoral que componen su candidata a diputada general o a el alcaldable de la capital donostiarra. Mientras Juan Karlos Izagirre ha basado buena parte de su campaña en el modelo de gestión entre 2011 y 2015, Maddalen Iriarte ha tratado de evitar que se vea a EH Bildu como heredero del Gobierno foral que presidió Martin Garitano en aquellos mismos años. Lo evidenció en el debate electoral de ETB2, cuando tras varias alusiones del PNV y del PSE, Iriarte pidió a sus homólogos dejar el pasado atrás y “mirar al futuro”. Voluntad expresada en este mismo periódico, donde cuestionada si la gestión de los residuos pudo ser la clave que costó el Gobierno foral a Bildu, concedió que “probablemente sí. Probablemente le costó”.

PSE, Elkarrekin y PP buscan su hueco

Uno de los que con más ahínco le recordó a Iriarte el modelo de gestión entre 2011 y 2015 fue el aspirante socialista, José Ignacio Asensio. Como Mendoza y la dirigente de EH Bildu, se estrena al frente de la lista foral (en 2019, Denis Itxaso fue el candidato) y como le pasó entonces al hoy delegado del Gobierno español en la CAV, su gran objetivo pasa por asomar la cabeza en una suerte de bipartidismo abertzale guipuzcoano: las encuestas avanzan que entre el PNV y EH Bildu pueden superar el 70% de los votos. Fue la queja amarga del entonces secretario general de los socialistas guipuzcoanos, Eneko Andueza, la noche electoral de 2019: “La polarización ha perjudicado al PSE en Gipuzkoa”.

En una campaña que para el PSOE y el PP llega como gran aperitivo de las generales de fin de año, el PSE ha recibido las visitas de las ministras Pilar Alegría y Teresa Ribera, y días antes, Félix Bolaños acompañó a Asensio y Marisol Garmendia en La Concha. Esta noche el foco de la gobernabilidad les apuntará porque apuntan a ser claves. Parte del Ejecutivo foral desde 2015, los socialistas tratan de vender los logros tanto de los departamentos que han liderado como del resto del Gobierno de departamentos jeltzales, cuya impronta “socialdemócrata” reivindican.

En una campaña como la local, difícil para las formaciones jóvenes como Elkarrekin, la coalición ha tirado de temas aprobados en Madrid como la Vivienda (la ley estatal que entró en vigor el viernes), o la Educación y la Sanidad, que pese a que ni diputaciones ni ayuntamientos tienen apenas competencias, permiten a Elkarrekin Gipuzkoa hacer una defensa “de lo público”, intentando separar su mensaje del de EH Bildu y el PSE, sobre todo en materia educativa. La coalición ha contado con la presencia de dos ministras para apoyar a Miren Echeveste y Víctor Lasa: Irene Montero en Errenteria, que cargó contra la “privatización de la sanidad vasca” y la vicepresidenta Yolanda Díaz, que en Gipuzkoa apenas tiene el titánico trabajo de otros territorios para limar asperezas entre Sumar y Podemos.

Lejos de las coordenadas estatales, el PP de Gipuzkoa confía en ver hechos realidad los vaticinios de distintas encuestas, que avanzan una mínima recuperación en su baja intención de voto. Más difícil es que esas décimas se traduzcan en una mayor representación institucional, pero el ticket Mikel Lezama-Borja Corominas lo persigue con un discurso centrado en la gestión.

Sin evitarlo tampoco, sobre todo al tener que criticar las listas de EH Bildu, el PP de Gipuzkoa ha hablado mucho menos de ETA que en otras ocasiones electorales pese a que Génova ha dado orden general de hacerlo, consciente de que desgastaba a Pedro Sánchez y su política de alianzas.

En la línea que suspiraron otros dirigentes del PP guipuzcoano, han centrado su campaña en materias como la fiscalidad, la crisis demográfica en busca del voto joven y la “defensa de Gipuzkoa frente al vizcainismo del PNV”. Esa suerte de UPN guipuzcoano con cierto margen respecto al PP que idearon entre otros Borja Sémper años atrás. Por el momento, no han trazado “líneas rojas” a la hora de llegar a acuerdos en los plenos futuros. El cambio de guardia ha comenzado en las filas populares: como él mismo verbalizó, Lezama es el primer candidato del PP a diputado general que jamás ha vivido con escolta.

Pronósticos inciertos

La última semana, sin encuestas publicadas, hacen difícil diagnosticar si en el mapa general de las Juntas Generales y, atención, en el concreto de cada circunscripción, y si pueblo a pueblo ha habido cambios de dinámica que, a tenor de lo estrecha que iba la pugna, pueden resultar definitivos.

EITB Focus anticipó en las Juntas una victoria del PNV de entre 2 y 3 escaños (entre el mínimo de EH Bildu, 19 asientos, y el máximo jeltzale, 22), pero apenas punto y medio en intención de voto. Cifra por debajo del margen de error de la encuesta.

¿Dónde puede estar la clave? Las últimas citas han terminado por resolverse en el Este de Gipuzkoa, en el corredor Irun-Donostia, en el que el PNV volvería a ganar, aunque cabe la opción de que la coalición soberanista empate a escaños. El foco, de Bidasoa-Oiartzun y Donostialdea, pasaría a las otras dos circunscripciones. En la de Oria, EH Bildu puede mantener el triunfo, pero es en Deba-Urola donde los jeltzales, que afrontan la batalla en unos niveles casi máximos, podrían crecer otro poco: lo suficiente para deshacer el empate a 6 escaños actual y llevarse el séptimo.

Municipios, ¿con sorpresas?

Tampoco hay pistas en el mapa municipal: el trabajo de Gizaker para la radiotelevisión pública anticipó un cambio de color en uno de los consistorios principales, en Tolosa, donde la izquierda soberanista volvería al poder tras ocho años del PNV. En el resto, los jeltzales reeditarían triunfo en Donostia, y los socialistas en Irun y en Eibar, si bien el PNV crecería en ambos municipios, sobre todo en el primero.

Arrasate, donde la jeltzale Maria Ubarretxena aspira a continuar un mandato más, y Bergara, donde EH Bildu confía en amarrar la Alcaldía, serán otros de los focos de interés de esta noche. Menos misterio habría en municipios como Errenteria y Azpeitia, que seguirían en manos de Aizpea Otaegi y Nagore Alkorta (EH Bildu), y Zarautz y Hondarribia, donde se da por seguro el triunfo del PNV. En el primer caso, la bancada de Xabier Txurruka suma la mayoría absoluta con los dos ediles socialistas, mientras que en el segundo, Gonzalo Txalo Carrion sucede a Txomin Sagarzazu con una lista renovada que se enfrenta al reto de mantener el gobierno en solitario.

Pactos… a esperar

La foto de esta noche fijará el punto del que partirán los partidos en Gipuzkoa y en la CAV. Uno de los focos por donde puede empezar todo, en función del ganador de cada plaza, es el acuerdo PNV-PSE. Más allá de declaraciones para marcar perfil propias en la campaña electoral y de las excepciones como Irun o Eibar, el pacto sigue en vigor en las principales instituciones de la CAV, donde se antojan casi imposibles las mayorías absolutas monocolor, y su final no se antoja inminente.

Menos en el arranque de un ciclo electoral que encadenará municipales y forales, generales y autonómicas hasta junio de 2024. Para cuando toque, convendrá no olvidar que los pactos de la política son como los entrenadores de fútbol: ratificados hasta el minuto anterior a la destitución.

Los debates públicos entre candidatas a diputada general (hasta diez en campaña) o a la Alcaldía de Donostia no han traído más obviedades que decir que toca esperar a la ciudadanía este 28-M y que después se pactará con base en programas, no siglas. Lo esperable en un escenario de normalidad política en el que han caído las líneas rojas.

Eso tocará a partir del lunes. Antes hablará la ciudadanía. Todo está listo para que 556.210 guipuzcoanas y guipuzcoanas voten entre las 9:00 horas y las 20:00 horas en hasta 277 colegios electorales para que al filo de las 23:00 horas, las Juntas Generales conozcan a sus nuevos 51 moradores y los consistorios del territorio, sepan quiénes serán sus 986 concejales. Casi todas las cartas están sobre la mesa: solo falta empezar a ponerlas boca arriba.