Ni una palabra, ni una referencia y cuando las hay, son de hastío. Escuchar a quienes tengo al lado en el tren, el autobús, en una cola o a la cuadrilla que está sentada en la mesa de al lado me sirve para darme cuenta de que políticos y periodistas seguimos viviendo en una realidad paralela.

En nuestra burbuja hay polémicas declaraciones, cruce de acusaciones e incluso sorpresa cuando éste o aquel va en listas, pero cuando cruzamos la puerta de la radio lo que hay es el día a día y poco o nada tiene ver con nuestros titulares.

Los partidos muestran su preocupación por la desafección política y hacen bien. Por muy injusto que sea meter a todos en el mismo saco, la gente sabe que gobierne quien gobierne se va a levantar a la misma hora y casi seguro vaya a cobrar lo mismo. Así que, ¿cómo movilizar a la ciudadanía? Podemos tirar de los clásicos, pero en el mundo de las redes sociales en el que vivimos y de la búsqueda constante de la evasión de los problemas, a ver cómo le explicas a unos y a otros que sí, que es importante ir a votar. Viendo los programas y las campañas de este u otro partido y escuchando a la calle, da la sensación de que nuestros políticos no han dado con la tecla, especialmente entre la juventud. 

Pero al margen de la desmovilización, en estos primeros compases, me queda claro que va a ser difícil escapar de los mensajes que llegan desde Madrid y de que veamos todo esto de la campaña y las elecciones desde la barrera, sin que parezca que tiene que ver con nosotros. Que si el sanchismo, el ayusismo, los filoetarras y un largo etcétera que copan titulares y que a la gente que de por sí pasa bastante de la política le invitan únicamente a ver qué se cuece hoy en el circo y reñidero de turno. Por cierto, que no ayudan mensajes y enunciados en los programas de proyectos centrados en el tan manido “bienestar de todas las personas”. Lo damos por hecho, gracias.

Así que, volviendo al reñidero, nos toca insistir desde el micro y el papel en que no, no es Pedro Sánchez el que le va a arreglar la farola en su calle, ni es Feijóo el que va a poner el ascensor que nos evite una cuesta empinada o un largo tramo de escaleras. Ese será el alcalde o alcaldesa que elijan. Esto es lo que está en juego, ni más ni menos. Las cosas del día a día en nuestros pueblos, los servicios que presta el Ayuntamiento de turno o el que no realiza y queremos que incorpore.

Ha llegado el momento de valorar y juzgar. En esto consisten las elecciones. Hacer recuento de aquello que nos prometieron y que no han llevado a cabo o eso que no anunciaron pero sí han hecho y nos gusta. Se trata de decidir nosotros si queremos cambio o queremos seguir con quien está en el Ayuntamiento. Así que lo de quedarnos en casa no es una opción. Toca pedir cuentas y apostar. Ya saben: busquen, comparen, y si encuentran algo mejor, quédenselo.

Jefa de Informativos de Onda Vasca-Grupo Noticias