Hay políticos que no se mojan, y menos en campaña. Ayer llovía y Feijóo se puso a cubierto bajo techo para decir sus cosas durante una visita a una ganadería cántabra en el municipio de Ruesga, acompañado por la candidata a la presidencia del lugar, María José Sáenz de Buruaga, y los anfitriones. Frente a ellos, y a la intemperie, los periodistas con sus cámaras (esos cacharros que valen un pastón y no se pueden mojar). Algunos, afortunados, con paraguas. Los otros (es realmente difícil sujetar un micro, una grabadora, una cámara y tomar notas mientras sostienes un paraguas) aguantando el chaparrón... peores son los que llegan en forma de llamada telefónica a la redacción. Muy especialmente en estas fechas, cuando escribes cualquier cosa que ni te imaginas que pueda molestar y luego resulta que sí. Y la clase política te señala, te apunta con el dedo, susurra a tus espaldas... que cantaba Alaska, que ayer tuvo premio del PP por los servicios prestados, junto a Ana Rosa Quintana, que lo agradeció diciendo que Usera, el barrio donde creció, es el nuevo Chinatown de Madrid. Eso que tanto le gusta escuchar a PP y Vox. Supongo que el mundo se ve así cuando sales de tu jaula de oro para que te cuelguen una medallita y en el camino, quienes antes veías como personas ahora sólo te parecen pobres y extranjeros fuera de su hábitat natural (¿un bazar chino?) y sin derecho a resguardarse bajo un paraguas... social.