¿Qué es para usted el Aberri Eguna? ¿En qué cree que consiste? ¿Qué motivos hay para celebrarlo?

-El Aberri Eguna es una forma de recordar la propia identidad, de identificarse con tu país, con tu cultura, y al mismo tiempo es la reivindicación del derecho de este país a ser lo que quiera ser. Cuando el pueblo vasco logre poder decidir sobre su futuro la fiesta tendrá otro sentido, pero ahora el sentido es lograr la propia existencia de tu país e identificarte con esa patria, que yo creo que es importante, porque últimamente está de moda decir que eso de que las patrias es una cosa anticuada. Pero normalmente eso lo dicen los que ya tienen la suya perfectamente reconocida. Identificarse con una cultura, con un país, con una gente, forma parte de la naturaleza humana y es algo bueno siempre que no se lleve al extremo de menospreciar a quienes tengan otra identidad. Reivindicar la propia identidad, desde el respeto a las demás, creo que es positivo porque es ahondar en la libertad de las personas agrupadas en los pueblos.

¿Por qué no se da una celebración unitaria como en otros países o como se buscó antes en Euskadi?

-Sí es cierto que igual sería bueno que lo celebrásemos todos juntos, pero creo que que cada uno lo celebre a su manera es también una forma de respetar la propia diversidad del país y los propios enfoques. Lo celebramos lógicamente quienes tenemos ese sentimiento abertzale de reconocer Euskal Herria como patria propia. Quienes no lo reconocen porque tienen otra patria y otro sentimiento de identidad nacional no lo celebran y es lógico. Pero lo fundamental es respetarse unos a otros y que cada uno celebre o no como se encuentre más cómodo.

¿Cuál es el principal desafío que afronta el pueblo vasco y su principal deseo para el futuro?

-El Aberri Eguna es una forma de plantear que debemos tener nuestra propia soberanía para responder a los problemas diarios. Estamos en una situación cada vez más complicada desde el punto de vista económico, social o incluso sanitario. Y dar una respuesta eficaz a todos estos problemas desde una concepción próxima a la gente, especialmente social, solo se puede hacer partiendo del soberanismo, siendo soberanos, sin tener que estar sometido a otras legislaciones intermedias a la europea. Para ir a Bruselas, lo mejor es ir directos, no pasando por Madrid, y creo que ese es el mayor desafío: ganar la soberanía para responder mejor a las necesidades de la gente. Mi deseo para el futuro pasa por ser capaces de respetar todos al otro. Defender la diversidad, la pluralidad y hacer frente a todos los problemas que ahora se están instalando en todas las sociedades occidentales, donde anida una especie de talibanismo propio, valga la expresión. De decir yo tengo la verdad y toda la verdad y no admito otras verdades. Creo que eso atenta un poco contra la libertad, y desde ese punto de vista creo en recuperar el espíritu republicano, los principios de libertad, igualdad y fraternidad, de personas con derechos. Ese es el reto que tenemos, aumentar nuestra capacidad de escucha. Porque muchas veces escuchando a los demás, igual no tienes que cambiar de pensamiento, pero seguro que te enriqueces y avanzas en tus propios planteamientos. Descalificar al otro, plantearse siempre al otro como enemigo, está calando en la sociedad occidental, y esa polarización me preocupa. Ese surgimiento de fuerzas de extrema derecha quizá es que no se está entendiendo bien lo que es la libertad y no se está respetando la libertad de la gente.