- El enfado es mayúsculo en Esquerra. Le pone voz Marta Vilalta (3-XII-1984, Torregrossa, Lleida). La decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de enterrar, al menos durante un lustro, la inversión de 1.700 millones de euros para la ampliación del aeropuerto de El Prat ha empedrado el camino hacia la mesa de diálogo y teñido de desconfianza las relaciones, en tanto que ERC cree que obedece a una estrategia premeditada de Moncloa para responsabilizar al Govern de la no ejecución del proyecto.

¿Qué poso les deja la decisión del Gobierno español de dar por enterrado el acuerdo sobre El Prat?

—Estamos sorprendidos, estupefactos, decepcionados. Había la posibilidad de hacer una gran inversión y por eso se creó una mesa de debate técnicos para ver las alternativas para mejorar el aeropuerto sin intervenir el entorno natural de La Ricarda. En esto estábamos hasta que el Gobierno del Estado ha roto la baraja de manera unilateral. Somos víctimas de un chantaje, de una farsa: o se hace la inversión como quiere el Gobierno y Aena, o no hay inversión. Solo entienden de sumisiones.

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Moncloa ya ha adelantado que no piensa retomar el asunto hasta dentro de cinco años culpándoles de falta de apoyo, señalando al president Aragonès y aludiendo a una división interna en el Govern.

—Esto es muy poco leal e irrespetuoso con las instituciones catalanas, es la prueba definitiva de que no se quería hacer esta inversión, sino que solo se buscó hacer una propuesta para luego culpar a la Generalitat de que no se llevaría a cabo. La propuesta era ampliar la tercera pista, y es difícil de hacer porque las directivas europeas protegen ese espacio natural, y lo propusieron sabiendo que era imposible. Ahora nos echan el muerto encima a nosotros por no hacer algo que ya sabíamos todos que no se podía realizar.

¿Y no lo barruntaban?

—Intuíamos que esto podía ocurrir porque ya lo dijo Oriol Junqueras, que solo estaban buscando no el interés común sino culpabilizar a la Generalitat. No ha habido lealtad ni ganas de construir un consenso. Y, para colmo, a sabiendas de que dentro del propio Gobierno del Estado no existía consenso. La vicepresidenta Yolanda Díaz y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, estaban en contra de esta ampliación y venían hoy mismo (por ayer) a visitar la zona de La Ricarda. Para esconder su propio desacuerdo lo han querido maquillar señalando al Govern como responsable.

No parece el mejor escenario para impulsar una mesa de diálogo prevista para dentro de una semana.

—En absoluto. Vemos que desde el Gobierno español, en vez de buscar trabajar paralelamente todos los retos y conflictos que tenemos encima de la mesa (infraestructuras, competencias, temas culturales y lingüísticos, conflicto político...), lo que intentan es justamente mezclarlo todo y sacar el foco mediático de la mesa de negociación para hablar de este proyecto y poder meter lío en la agenda política, que debería tomarse con mayor seriedad.

El Gobierno apunta además a las diferencias entre Esquerra y Junts como elemento que ha contaminado este episodio.

—Porque lo que persiguen es dividir al independentismo y desestabilizar al Govern. En este sentido, dentro del Ejecutivo catalán sí que tenemos una posición consensuada en este proyecto: inversiones sí y a la vez acuerdo entre los sectores medioambientales y socioeconómicos. Es una posición coherente y acordada frente a la que nos quieren dividir, y encima algunos caen en esta provocación. Es hora ya de mirar esto de las declaraciones, contradeclaraciones, tuits... y ponernos a hacer política, que es nuestro trabajo como representantes. Sentémonos en las mesas necesarias.

¿Considera que el Ejecutivo de Sánchez busca o le interesa aplazar la mesa de diálogo?

—Nosotros nos remitimos a los acuerdos. Y aquí hay un acuerdo entre dos presidentes, Pedro Sánchez y Pere Aragonès, para que esta mesa de diálogo se retomara ahora en septiembre. No tiene sentido que se vaya posponiendo porque es un compromiso entre los dos gobiernos en relación a la ciudadanía para resolver democráticamente el conflicto. El Gobierno de PSOE y Unidas Podemos se comprometió con esta agenda, y muy mal mensaje estarían mandando a la comunidad internacional si el Estado busca levantarse ahora de la mesa.

Hay elementos que no invitan al optimismo. Sánchez obvió Catalunya en su discurso de inicio de curso, pretende meter en el cajón la reforma del delito de sedición, ahora entierra el acuerdo sobre el aeropuerto...

—El Gobierno del Estado no puede ir tomando decisiones unilaterales, por eso nos remitimos a la mesa. Y lo único que han hecho es decidir por su cuenta sobre lo que van a hacer o a no hacer sobre Catalunya. Si tenemos un instrumento que, ojo, sirvió también para contribuir a la investidura de Pedro Sánchez, hay que cumplirlo. Siéntense y hablemos. Le pedimos al Gobierno español que no se levante antes de empezar el proceso de negociación.

Tampoco sabemos aún si Sánchez quiere sentarse en esa mesa.

—Estamos convencidos de que en las próximas horas se cerrará la agenda del quién, cómo y cuándo y para qué. ¡Es que no hay alternativa! No hay excusas.

¿Sería osado pensar que el escenario del reencuentro, como Sánchez acuñó, se dé por amortizado con la concesión de los indultos?

—Se equivocaría muchísimo el Gobierno español si piensa que con los indultos está todo resuelto. Que además están pendientes de un recurso en el Supremo y ya sabemos cómo se las gasta la Justicia española. Simplemente se resolvió una situación absolutamente injusta. Aquí no termina nada ni se resuelve nada más. Hay personas en el exilio, otras aún con causas judiciales y gente represaliada. Y además hay un 80% de los catalanes que quiere votar para decidir su futuro. ¿Qué respuesta da el Estado a esta mayoría?

¿No está dando el Gobierno español argumentos a quienes apuestan por la confrontación?

—Esto es lo que tendrían que estar viendo. Que hay una alternativa, un proceso de negociación real, ambicioso, con valentía. Supuestamente, el Gobierno ha explicitado que reconoce el conflicto y que tiene ganas de solucionarlo. Pues que lo demuestre. Si no, está mandando un mensaje nefasto. Si PSOE y Podemos tanto se creen y dicen que son diferentes, que lo demuestren con hechos. Ahora tienen esa oportunidad.

¿Hay una estación intermedia hasta llegar al referéndum de autodeterminación y la amnistía? ¿Una mejora del autogobierno o del Estatuto como pretende el PSC?

—Es que no sabemos qué es lo que quiere el PSC ni el Gobierno del PSOE porque no lo dicen con claridad. Ese es el problema. Podemos intuir que podrían proponer una reforma estatutaria, más inversiones... Pero realmente sobre la mesa no hay ninguna propuesta. Si la tienen, que la hagan, y entonces veremos si es posible o no. Pero evidentemente es innegociable debatir del referéndum y la amnistía.

Y en este alambicado horizonte, están pendientes de aprobarse los presupuestos de Sánchez, quien, por cierto, los ha dado ya por amarrados para agotar la legislatura.

—Pueden intentar vender el cuento de la lechera de que lo tienen todo aprobado y encontrarse con una sorpresa. Nosotros entraremos en la negociación, por supuesto, pero se lo tendrán que ganar. Y ahora mismo Sánchez está muy lejos de poder aprobar sus presupuestos. Antes tiene que cumplir con sus compromisos y crear un clima favorable, y este clima pasa por comprometerse a cumplir los acuerdos de las mesas bilaterales. Si no, no habrá confianza y será imposible para Esquerra facilitar la aprobación de unos presupuestos si el Gobierno español desiste de poder resolver y afrontar todos los retos que hay con Catalunya. Ya puede trabajar el Gobierno español y ponerse las pilas. Que no dé nada por hecho, como mínimo con Esquerra. Los apoyos no se dan gratis. Sánchez se está equivocando en su actitud y debería ser más prudente porque si no le puede salir mal la apuesta. El espantajo de la derecha pierde fuerza cuando el Gobierno es incapaz de ofrecer alternativas. Insisto, si son diferentes y creemos obviamente que lo son, que lo demuestren. Con hechos. Y más allá de Catalunya: ¿dónde está la reforma laboral? ¿Y la derogación de la ley mordaza? ¿No iba a ser valiente con la acogida de los refugiados? ¿Y la política para hacer bajar los precios de la electricidad? No hay nada de eso.

"Somos víctimas de un chantaje para sacar el foco de la mesa de diálogo y dividir al independentismo"

"Muy mal mensaje estaría mandando el Gobierno si busca levantarse de la mesa antes de empezar a negociar"

"Ya puede Sánchez cambiar de actitud, ser prudente y crear un clima favorable, o la apuesta le puede salir mal"