- El exparlamentario vasco Antton Karrera, uno de los condenados por pertenencia a ETA en el Proceso de Burgos, del que se cumplen 50 años, ha afirmado en una entrevista con Efe que los procesados convirtieron el juicio desde un primer momento "en una actividad política" para intentar acabar con el franquismo.

Karrera, exdirigente de Ezker Batua-IU y uno de los fundadores de CCOO en Navarra, fue uno de los 16 miembros de ETA que se sentó en el banquillo de los acusados durante el Proceso de Burgos, un juicio histórico que se inició el 3 de diciembre de 1970.

"Nosotros no éramos tontos. Desde el primer momento convertimos todo en actividad política, porque cuando una persona sufre la dictadura, lo que tiene que hacer es intentar deshacerla. No es una opción, es una obligación para un ciudadano responsable", ha señalado.

Karrera perteneció a ETA durante la dictadura franquista y afirma que su papel en la organización era el de dar charlas a grupos sobre política y temas sociales. "Eso es lo que hacía yo: concienciar a la gente. No hacía otra cosa. Nunca he cometido una acción violenta, y me encontré dentro de ETA sin darme cuenta de dónde estaba", asegura.

En su opinión, fue fundamental la planificación del proceso: "Los abogados claro que ayudaron mucho, pero nosotros teníamos claro qué papel tenía que jugar cada preso, qué tenía que responder y qué preguntas tenían que hacer los abogados".

El 1 de diciembre, aprovechando la repercusión internacional del juicio, la banda terrorista ETA secuestró al cónsul alemán Eugene Beihl. Poco antes de la vista, los acusados se plantearon tomar posición sobre este acto y dar a conocer su postura a la ciudadanía a través de un comunicado.

"Nuestro objetivo era que la gente participara en manifestaciones y en actos públicos en contra del proceso, y eso era absolutamente contrario. Tuvimos la discusión más dura que he conocido yo en la cárcel y al final tuvimos que resolver: nueve votos en contra (del secuestro), tres a favor y cuatro abstenciones. Hicimos una nota y se la dimos al abogado Bandrés, pero en el camino se perdió. Es una de las cosas que más me duelen", recuerda Karrera.

Este hecho, que "va más allá de una votación", revela que "algunos de nosotros -destaca Karrera-, no todos, respecto a lo que significa la violencia, teníamos una visión distinta de lo que después hizo ETA. Por algo se ocultó entonces y por algo todavía hoy procuran ocultarlo".

El 28 de diciembre de 1970, tras 18 días de deliberación, el tribunal hizo pública la sentencia: seis penas de muerte, tres de ellas dobles y más de 500 años de prisión entre todos los acusados. Antton Karrera fue condenado a 12 años y un día de prisión por un delito de rebelión militar.

"Que iba a haber penas de muerte lo intuíamos, pero que hubiera dobles penas era para hacer reflexionar, y reflexionamos. Para mí eso significaba que Franco quería dar un escarmiento. Pasaban los días y no había ningún movimiento. Los momentos más duros en la cárcel fueron desde que se dictó la sentencia hasta que se anularon las penas de muerte", rememora el exparlamentario vasco.

Las movilizaciones "enormes" que se vivieron tanto en Euskadi como en el resto de España y en Europa significaban que "la ciudadanía no estaba conforme con las sentencias", y la Iglesia también se posicionó: "Se movió hasta el papa. La jerarquía católica en pleno presionó a Franco".

El dictador era consciente de que el indulto sería visto como un signo de debilidad, pero la presión a la que estaban sometidas las autoridades le obligó a conmutar las penas de muerte, con un indulto que, a juicio de Karrera, tiene "un significado enorme: en el Gobierno había gente que presionó en el sentido de que no podía haber penas de muerte para hacer una transición, porque los que se quedaban para gobernar habrían tenido una papeleta muy fea".

"No éramos especiales, pero nos tocó responder a unos acontecimientos extraordinariamente graves y dimos lo mejor que podíamos dar en ese momento", concluye Karrera.