- El Proceso de Burgos es uno de los hitos en la historia del conflicto y la violencia que ha sufrido Euskal Herria en los últimos 80 años. ¿Qué va a ver el público que se acerque a la exposición inaugurada hace una semana?

-Aprovechando la efeméride del 50º aniversario del Proceso de Burgos, hemos querido organizar una exposición divulgativa, dirigida principalmente a la gente joven. En la exposición hablamos del Proceso de Burgos, pero no solo. Abordamos el periodo conocido como el segundo franquismo, es decir, las décadas de los años 60 y 70 y el objetivo principal es acercarnos al contexto político y social que se vivía en Gipuzkoa en aquella época y especialmente, a las vulneraciones de derechos humanos. Para ello, hemos recopilado multitud de fotografías, carteles, audios e imágenes de la época, y también algunos objetos personales nunca antes expuestos.

El Proceso de Burgos también forma parte de ese relato sobre nuestro pasado que se ha convertido en campo de batalla tras el fin de la violencia. ¿Cómo debe abordarse la cuestión del relato?

-Trabajar temas de memoria reciente no es fácil, pero creo que es nuestro deber hacerlo. Hemos intentado no entrar en esa batalla, narrar los distintos hechos que ocurrieron en aquella época, sobre todo poniendo el foco en las distintas vulneraciones de derechos, y creo que la sociedad ya es madura y sabrá sacar sus propias conclusiones. Si queremos avanzar como sociedad democrática, debemos consolidar la conciencia de que no hay razón que justifique el terrorismo ejercido por ETA durante décadas, ni tampoco el resto de violencias de carácter político que hemos sufrido en nuestro país.

El objetivo estratégico de su departamento para esta legislatura es consolidar la convivencia ciudadana. ¿Qué iniciativas o medidas se están desarrollando para avanzar en ese objetivo?

-Nuestra dirección ha cambiado de nombre en esta legislatura. Ha pasado de ser la dirección de Convivencia y Derechos Humanos a ser la dirección de Derechos Humanos y Cultura Democrática. No es un simple cambio de nombre, sino un cambio en la vocación del propio departamento. Seguimos trabajando para consolidar la convivencia en nuestra sociedad, pero los tiempos han cambiado mucho y nos queremos centrar más en los jóvenes y en el futuro. Nuestro reto es que en el futuro no se vuelvan a repetir situaciones como las que hemos vivido y que no se justifiquen, ni se legitimen las distintas vulneraciones de derechos. Para ello, trabajamos en distintos programas con jóvenes, y destacaría el programa Jauzi Handia sobre cultura democrática con estudiantes de la universidad pública vasca.

El programa Bizikidetza Lantzen es una de las principales iniciativas de su departamento en el marco de la recuperación de la convivencia a partir de la certeza de que esa convivencia se tiene que restaurar desde la base, desde los propios municipios. ¿Podría explicar brevemente en qué consiste el programa y sus resultados?

-A través de este programa, promovemos foros de convivencia en una veintena municipios de Gipuzkoa. En los primeros años, los ayuntamientos y los distintos foros ciudadanos han realizado una enorme labor de forma muy discreta. Tan discretamente, que a veces se nos ha achacado estar avanzando muy poco. Sin embargo, creo que se han dado pasos muy grandes y en muy pocos años. No conocemos una iniciativa similar que haya dado estos resultados en ninguna otra parte del mundo. El camino es largo y todavía queda mucho por hacer, pero estoy convencido de que vamos por el buen camino. Ahora estamos en un momento de mayor madurez y en la que cada vez se visibiliza más el trabajo de estos foros. Un ejemplo visible del resultado de ese trabajo son los homenajes que distintos ayuntamientos están organizando a las víctimas.

¿Cuantos ayuntamientos han participado en el programa? ¿Hay de todas las tendencias políticas?

-Desde que el programa se puso en marcha, habrán participado del orden de 25 municipios de todos los colores políticos. Nosotros financiamos hasta el 80% de estos procesos y les ofrecemos un marco común, pero hay que subrayar que el verdadero trabajo lo realizan los propios municipios. En este programa, el factor humano y el compromiso personal es esencial y el color político no tiene tanto que ver.

Más allá de aspectos cuantitativos, ¿qué es lo que aflora en esas acciones en el ámbito municipal?

-Por una parte, destacaría que personas que llevaban décadas sin mirarse a la cara y sin saludarse en el pueblo, se sientan a hablar, a empatizar con el sufrimiento del otro, a hablar de forma respetuosa€ y ese es un gran paso, mucho mayor del que pensamos. Ahora el contexto es más favorable y ya hemos superado algunas barreras, pero, aun así, hay situaciones que todavía cuestan. Y por otra, en estos foros se trabaja para tomar las decisiones por consenso y creo que esa cultura para llegar a acuerdos entre diferentes, luego tiene efectos muy beneficiosos en otras facetas del día a día.

Tantos años de violación de esos derechos, ¿cree que su defensa está plenamente asentada en Gipuzkoa y Euskadi?

-Estoy convencido de que los pasos que se han dado en nuestra sociedad en los últimos años son sólidos y duraderos. Sigue habiendo una parte de la sociedad que todavía sigue justificando esos hechos, pero creo que cada vez es más minoritaria. Sin embargo, no debemos bajar la guardia y debemos seguir trabajando, sobre todo con las generaciones más jóvenes, para inculcarles esos valores democráticos y el respecto a los derechos humanos.

A la izquierda abertzale se le reprocha la ausencia de una mirada crítica a su pasado desde la perspectiva de los DDHH? ¿Cree que es un peaje que le queda por superar?

-Creo que sí. La izquierda abertzale ha incorporado a su lenguaje cotidiano la referencia constante a los derechos humanos, pero creo que todavía de una forma bastante selectiva. La defensa de los derechos humanos no la entiendo si no se hace de una forma integral y, en lo que se refiere a las víctimas de ETA, creo que todavía les queda mucho camino por recorrer.

Sin embargo, no son los únicos de deben dar esos pasos. Lamentablemente, en este pueblo se han dado vulneraciones de derechos humanos de diverso tipo y muchos de ellos siguen a día de hoy sin un reconocimiento real y sin ningún acto de reparación. Se habla de víctimas de primera y de segunda y es así. Algunos han tenido un reconocimiento institucional, pero les ha faltado apoyo social y otros siguen todavía sin un reconocimiento real.

También el Estado tiene cuentas pendientes. Reconocimiento de la violencia desde sus estructuras o el empleo de la tortura.

-Ya han pasado algunos años desde el final de la violencia en este pueblo y creo que es hora de que el Estado dé pasos más valientes en este sentido. Por lo menos, que se acepte que los abusos se han cometido y que se diga que han estado mal y no deben repetirse. En un estado democrático, esto es lo mínimo exigible.

¿Qué piensa de los actos de bienvenida a los presos que quedan libres?

-Ya se ha hablado mucho sobre esto y todos nos hemos posicionado. Creo que hay un consenso bastante amplio en que esos ongi-etorris deben hacerse en el ámbito privado e íntimo y no en el espacio público y en ambiente festivo. La izquierda abertzale debe saber gestionar este asunto porque, además de añadir dolor y sufrimiento a las víctimas, no son acordes a los valores democráticos y la defensa de los derechos humanos que todos reivindicamos.

En algunos sectores existe preocupación por el grado de conocimiento que tienen los jóvenes de lo ocurrido en Euskadi. El mismo lehendakari dijo recientemente que las nuevas generaciones tienen derecho a saber que se mató por pensar diferente. ¿Comparte esa preocupación?

-Por supuesto. Hemos vivido muchas décadas donde hablar de política te podía acarrear discusiones, enfados e incluso problemas en tu entorno. Eso deja un rastro y una carencia tremenda en la cultura política de un pueblo. Y no se le da la vuelta de un día para otro. A los jóvenes hay que hablarles de lo ocurrido en este pueblo, del sufrimiento vivido y enseñarles a gestionar las diferencias de opiniones de forma pacífica. Hablar de política y de nuestro pasado reciente es bueno y necesario, de esa idea ha surgido esta exposición y vendrán otras en el futuro.

¿Qué acciones está realizando su departamento entre los jóvenes guipuzcoanos?

-Tenemos el programa Jauzi Handia donde abordamos los retos de fomentar entre el estudiantado universitario, competencias ligadas a la cultura democrática y los derechos humanos, entendiendo que la educación para una ciudadanía crítica, es un reto fundamental en el territorio de Gipuzkoa. Cada año elegimos un tema de actualidad y en torno a ese tema organizamos sesiones de formación, de debates€ El año que viene queremos dar un nuevo salto y empezar a trabajar el tema de la convivencia. También tenemos otros dos programas en centros de educación primaria y secundaria, uno sobre cultura democrática y el otro de diversidad, pero debido a la pandemia este año se han quedado en suspenso. Y, por último, la exposición que acabamos de inaugurar sobre el Proceso de Burgos y el franquismo en el edificio Carlos Santamaría, en la propia universidad, donde tratamos de acercar este periodo histórico a los más jóvenes.

De la experiencia a través de encuentros y programas llevados a cabo por su dirección, qué piensan los jóvenes, qué les transmiten?

-La recepción por su parte suele ser buena y la valoración de las actividades que realizamos suele ser muy positiva. Las reflexiones que realizan, incluso en edades tempranas, nos sorprenden a menudo con su grado de análisis y de empatía y nos dan auténticas lecciones a los adultos.

Respecto a la querella franquista, la Diputación ha mostrado su voluntad de presentar un recurso de amparo al Constitucional en el caso de Florencia Olazagoitia.

-Hemos presentado ya ante el Tribunal Constitucional los recursos de amparo en nombre de las familias, como acusación particular, tanto en el caso de Florencia Olazagoitia, como en el de Aitzol. Desde un primer momento se planteó como un litigio estratégico que busca acabar con el muro de impunidad de los crímenes del franquismo.

¿Tienen esperanzas de que sea atendido? Y si no es así, ¿llevarán el caso a la justicia europea?.

-Siempre hemos manifestado nuestra intención de agotar todas las vías judiciales posibles y aunque somos conscientes de que la justicia española no tiene voluntad para entrar a investigar estos hechos, acudiremos a instancias internacionales con la esperanza de que allí se tomarán más en serio estas graves vulneraciones de derechos humanos.

"Si queremos avanzar como sociedad democrática, debemos consolidar la conciencia de que no hay razón para la violencia"

"Desde el principio, la querella franquista se planteó como un litigio estratégico contra la impunidad del franquismo"