- Como si de un prófugo de la justicia fuera, Juan Carlos I fue ayer una de las personas más buscadas de esta parte del globo. Al menos en el Estado español, en buena parte de Europa y en algunos otros lares con reminiscencias monárquicas, quien más quien menos trataba de imaginar dónde se ha exilado el rey emérito tras su espantada del fin de semana, cercado por la justicia y la prensa por sus escándalos con los negocios opacos que salpican su reputación y la de la monarquía, institución que ahora encarna su hijo Felipe VI. Se sabe de su puño y letra que ha abandonado España "para salvaguardar" la Corona, pero poco más. A partir de ahí todo es especulación, a la espera de que la Casa Real despeje el entuerto. Hasta que el Borbón no asome de la guarida en la que ha decidido refugiarse todo son conjeturas que le sitúan en lugares tan dispares como República Dominicana o Portugal, los dos países que más suenan, aunque también salieron a la palestra Francia e Italia, donde mantiene lazos con sagas aristocráticas.

Ni el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quiere mojarse y contar lo que sabe. Alega un poco creíble "no tengo información" para ganar tiempo y esperar a que sea la Zarzuela la que dé cuenta del paradero de Juan Carlos I. A Sánchez le quema este asunto como la cerilla al papel y opta por hacer cómo que no ha intervenido en el asunto a pesar de la incesante labor de cepillado de su mano derecha y vicepresidenta primera, Carmen Calvo, tratando de poner un cortafuegos entre los tejemanejes del emérito y la institución de la Corona.

Si el presidente español no lo sabe, difícilmente lo pueden adivinar el resto de los mortales y entonces se disparan las quinielas. Algunos medios dan por hecho que Juan Carlos se encuentra en la República Dominicana. Allí habría llegado el lunes en un vuelo procedente de Oporto, a donde llegó tras pasar noche en la Sanxenso (Pontevedra), tras un viaje en coche desde la Zarzuela el domingo, una vez redactado el comunicado publicado al día siguiente dando cuenta de que se va "fuera de España".

Según este relato, Juan Carlos I se alojará en una residencia en el complejo Casa de Campo, en La Romana, durante unas semanas. Su estancia tendrá carácter temporal ya que no se trata de instalarse en este destino definitivamente. Se trata de una lujosa urbanización a orillas del mar Caribe, uno de los más exclusivos del país, con espectaculares mansiones que albergan dentro infinidad de instalaciones y servicios. Este residencial de campanillas cuenta con su propia marina y un campo de golf a orillas del mar. Los Fanjul, una conocida familia muy adinerada de Latinoamérica gracias a plantaciones de azúcar, serían los anfitriones. Ninguna fuente oficial en República Dominicana o en España han informado de la presencia del padre del rey Felipe VI en el país caribeño.

Un dato a considerar en el lugar elegido por Juan Carlos para instalarse es su delicado estado de salud. En agosto le fue practicada una operación de corazón de la que todavía se recupera y tiene problemas de movilidad. Ello haría poco recomendable un viaje tan largo como el de la República Dominicana.

Por ello, cobra fuerza la posibilidad de que el rey emérito se hubiera decantado por un destino más cercano, a la vez que seguro. Ahí encajaría la opción de Portugal, un país de aroma republicano pero del gusto del rey emérito. No en vano, le evoca su infancia en Estoril, donde pasó varios años durante el exilio de su padre, Juan de Borbón, antes de su regreso a España.

Nadie en España ni en Portugal ha desmentido que el rey emérito se haya instalado en Estoril. Las pistas que conducen hacia esta posibilidad coinciden en que se trasladó en coche desde Madrid aunque en este caso hasta la localidad portuguesa de Azeitao, donde habría sido acogido por la familia Brito e Cunha-Espirito Santo, con quienes mantiene una relación estrecha desde los tiempos del exilio de su padre.

Fanjul y Brito e Cuhna. Durante su largo reinado Juan Carlos I ha forjado muy buenas relaciones en numerosos países con gente poderosa y adinerada a cambio de regalos y prebendas. La situación delicada que atraviesa al rey emérito puede ser un buen momento para cobrarse los favores. En el caso de la Republica Dominicana Juan Carlos tiene a su amigo Pepe Fanjul, propietario del complejo hotelero Casa de Campo, situado en La Romana. La hermana de la abuela de este empresario del azúcar era Edelmira Sampedro, una cubana que se casó con el Príncipe Alfonso, hijo mayor de Alfonso XIII, abuelo de Don Juan Carlos. En Portugal, la saga aristocrática de los Brito e Cunha son amigos personales de toda la vida.

Italia y Francia. El rey emérito tiene familiares de trato frecuente en estos dos países, donde tanto por rama paterna como materna entronca con la saga de los Borbón (donde nació Juan Carlos I) y de los Orleans, respectivamente.