- La próxima legislatura vasca es por ahora un libro en blanco que los partidos deberán escribir en los meses venideros. Pero el prólogo se está redactando ya, y las miradas están puestas en quien tiene la iniciativa para realizar los primeros movimientos por haber ganado las elecciones del pasado domingo. Lo más seguro pasa por la reelección como lehendakari del candidato del PNV, Iñigo Urkullu, pero en las próximas jornadas quedan por despejar incógnitas determinantes para dejar el camino expedito al jeltzale, y que pueda llevar a término su propósito de tener un gobierno plenamente operativo a principios de septiembre y redactar cuanto antes los presupuestos de 2021.

El PNV quiere celebrar la investidura a finales de agosto o principios de septiembre. No todo está en su mano porque la burocracia juega su papel y se deben cumplir unos plazos administrativos que no se pueden obviar. Sin embargo, sí tiene cierto margen para acortarlos: cuando se proclamen oficialmente los resultados (el último obstáculo ha quedado removido tras el recuento del voto exterior y la corrección de actas en algunas mesas), el PNV tiene la capacidad de hacer que empiecen a correr los plazos para convocar el pleno de constitución del Parlamento acreditando a sus representantes ante la Cámara. En concreto, cuando un tercio de los 75 parlamentarios (25, una cifra que supera el PNV con sus 31 actas) entregue su credencial de la Junta Electoral ante el Parlamento Vasco, se pondrá fecha a la constitución de la Cámara en quince días. A partir de la constitución del Parlamento, quedaría celebrar el pleno de incompatibilidades y, cuando termine, poner fecha a la investidura.

El PNV ha dejado ver su deseo de acelerar los trámites para tener un gobierno cuanto antes y combatir la crisis sanitaria y de empleo. Al PSE tampoco le interesa marear la perdiz en un momento en que cada segundo que pasa da mayor margen a Elkarrekin Podemos para especular e intentar desgastar con una alianza de izquierdas inviable, que se ha quedado además sin mayoría absoluta tras las últimas correcciones.

PNV y PSE desbordan con solidez la mayoría absoluta de 38 escaños con un total de 41 y tendrían ante sí una legislatura estable. Los jeltzales han apostado por negociar con los socialistas y no dispersar la atención ni perder un minuto con rondas de contactos de dudoso resultado una vez que EH Bildu se ha situado en la oposición. Mañana empieza la negociación con una cita a las 12.00 horas en Sabin Etxea. "Las negociaciones son difíciles aunque sean entre amigos", aclaran desde el entorno de Urkullu, si bien PNV y PSE parten con la ventaja de que ya gobiernan en coalición en el propio Ejecutivo vasco, en las tres diputaciones, las tres capitales de la comunidad autónoma e, incluso, los jeltzales son aliados preferentes de Pedro Sánchez en el Estado.

Aun así, queda por medir la ambición con que encara el socialismo este diálogo. No juega a su favor que haya perdido peso ante el PNV: el PSE ha ganado un escaño, frente a los tres de los jeltzales. Pero, al mismo tiempo, tiene las diez actas que dan la mayoría absoluta al PNV, a diferencia de la anterior legislatura. Sea para jugar al despiste o por responder tirando de manual para no cerrar ninguna puerta, Idoia Mendia ha dejado abierta la opción de no gobernar en coalición, sino con un pacto de legislatura y un apoyo desde fuera. Esa opción podría permitirle preservar con mayor intensidad su perfil y desmarcarse del PNV en algunas iniciativas, pero no parece lo más probable y todo apunta a un gobierno de coalición para dar mayor estabilidad. Se vaticina un intento de los socialistas de reforzar su perfil político para garantizarse visibilidad.

Llegar con un acuerdo a la investidura añadiría certezas para la proclamación de Urkullu, que de todos modos se da prácticamente por descontada. A diferencia de lo que ocurre en el Estado, no se admite el voto en contra en la investidura. Solo se puede proponer un nombre alternativo. Maddalen Iriarte, en el mejor de los casos, sumaría el apoyo de la propia EH Bildu y de Elkarrekin Podemos, pero al PNV le bastaría con sus propios votos para desactivarla, incluso aunque el PSE no tomara postura por nadie. Mendia ha aclarado que bajo ningún concepto votará a Iriarte. En el supuesto de que hubiera un terremoto y se plasmara la suma de 37 escaños con PSE, EH Bildu y Elkarrekin Podemos, Urkullu solo podría ser proclamado con PP+C's y Vox, un partido de ultraderecha de quien no quiere saber nada. Si en dos meses no hubiera investidura, habría elecciones, pero todos lo descartan.

El PNV ha machacado la idea de articular un gobierno con un amplio margen de actuación que pueda capear la crisis sin verse cometido al bloqueo de la oposición. Es algo vital para los jeltzales tener amarrada la mayoría absoluta ahora que entienden que pueden esperar poco o nada por parte del principal grupo de la oposición, EH Bildu. El PNV augura una dura oposición sin posibilidad de acuerdo, ni siquiera en el nuevo estatus, otra opción que ha sido descartada de manera explícita por la coalición abertzale al interpretar que los jeltzales han hecho renuncias. La dureza de la crisis económica por los efectos del confinamiento y el virus hace esperar al PNV que EH Bildu se movilice en las calles con los sindicatos ELA y LAB, y que recuperen dinámicas similares a la huelga general de enero aprovechando ese caldo de cultivo. La izquierda abertzale cree que no ha alcanzado su techo y va a dedicar los próximos cuatro años a cimentar su alternativa con la mirada puesta en las elecciones autónomicas previstas dentro de cuatro años.

La intención de Urkullu es lanzar cuanto antes las directrices presupuestarias y redactar las Cuentas de 2021, pero le hace tapón no conocer los recursos de los que va a disponer para los planes de empleo. Su receta es recurrir a la deuda para no acometer recortes sociales ni subir impuestos. Pero depende de que el Gobierno español ponga fecha a la Comisión Mixta del Concierto Económico para pactar unos límites más amplios de deuda y déficit. Sánchez lo retrasa con la mirada en las negociaciones con Europa, pero el PNV volverá a apretar este miércoles con una pregunta de Aitor Esteban en el Congreso.