- El líder del Partido Laborista noruego, Jonas Gahr Støre, inició ayer los primeros contactos para formar un Gobierno de centroizquierda después del claro triunfo logrado en los comicios generales del pasado lunes por el bloque opositor. Gahr Støre, cuyo partido fue el más votado, reveló que ya ha mantenido un contacto inicial con los líderes del Partido Centrista y del Partido de Izquierda Socialista, su fórmula preferida para gobernar y que suma 89 escaños, cuatro más que la mayoría absoluta.

Esas tres fuerzas ya gobernaron de forma conjunta durante ocho años (2005-2013), pero durante la campaña el líder centrista, Trygve Vedum, apostó por un ejecutivo con los laboristas sin contar con los socialistas.

“Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa”, dijo en rueda de prensa Støre sobre las diferencias entre sus socios, además de revelar que planea comenzar las negociaciones formales la próxima semana. Støre aseguró que lo “normal” es presentar el nuevo ejecutivo a mediados de octubre, pero añadió que no hay ninguna “camisa de fuerza” y que usará más tiempo si fuese necesario

La oposición de centroizquierda obtuvo el 56% de los votos frente al 40,5% del bloque gubernamental de la primera ministra conservadora, Erna Solberg, escrutado el 100% de los votos, informó la Autoridad Electoral de Noruega.

El Partido Laborista, la fuerza más votada desde 1924, ganó con el 26,4%, una caída de un punto respecto a 2017 y su segundo peor resultado en casi un siglo, y 48 escaños, uno menos.

El Partido Conservador obtuvo el 20,5% y 36 mandatos, lo que supone un retroceso de 4,5 puntos y nueve diputados.

El Partido Centrista mejoró 3,3 puntos hasta el 13,6% y obtuvo 28 escaños, nueve más.

El xenófobo Partido del Progreso, aliado de Solberg, cayó 3,5 puntos y se quedó en el 11,7% y 21 diputados, seis menos.

La Izquierda Socialista consiguió el 7,5%, 1,5 puntos mejor, y sumó dos diputados más para un total de trece.

Rojo, que aglutina a varias fuerzas de corte socialista y comunista, dobló sus votos hasta el 4,7% y obtuvo ocho diputados, siete más que en los anteriores comicios.

El Partido Liberal logró un resultado casi idéntico al de 2017, con el 4,5% y ocho mandatos.

Ni el Partido Cristianodemócrata ni Los Verdes alcanzaron por dos décimas la barrera mínima del 4%, pero lograron tres escaños cada uno por su buen resultado en varios distritos.

El último escaño del Storting (Parlamento) fue para Foco en los Pacientes, que compensó el 0,2% logrado a nivel nacional con un excepcional resultado en el distrito de Alta (norte), el único en el que se presentaba y para el que reclama la construcción de un nuevo centro de urgencias hospitalarias.

Los sondeos apuntaban a un cambio de gobierno, con una ventaja sólida de la oposición, y la única cuestión a dirimir parecía ser si Gahr Støre podría lograr la mayoría absoluta con sus aliados o debería recurrir a Rojo y Los Verdes.

Los Verdes, por ejemplo, habían asegurado en campaña que no respaldarían a ningún gobierno que no apoyase frenar la actividad petrolera, un tema sensible en un país que es el mayor exportador de gas y crudo de Europa occidental.

Las cuestiones climáticas han ocupado un lugar preferente en la campaña electoral, junto a temas más clásicos de política de bienestar como la sanidad o los impuestos, pero el modesto avance obtenido por las fuerzas de más corte ecologista puede suponer que el Gobierno siga una política menos ambiciosa en ese campo.