iez años después de la desaparición de su líder, Osama Bin Laden, la organización terrorista Al Qaeda pasó a un segundo plano en la mayoría de las zonas del mundo donde tiene presencia, frente al ascenso de su facción disidente Estado Islámico (EI).

Según los expertos consultados, la disidencia del Estado Islámico es uno de los sucesos más importantes que le sucedió a Al Qaeda, como un reflejo de tensiones de liderazgo y de prioridades dentro de la idea única de la yihad global.

La última década estuvo marcada por la revisión de su ideología y la muerte de decenas de sus líderes veteranos procedentes de la guerra de Afgatistán, en acciones antiterroristas o en la lucha que libra contra el EI en determinadas zonas del mundo.

El único ámbito donde Al Qaeda mantiene una actividad creciente es el propagandístico, con una constante presencia mediante vídeos, boletines, revistas y redes sociales con los que hace predicación, pedagogía e incitación a atentados.

Al frente de Al Qaeda se encuentra hoy el cirujano cairota Ayman al Zawahiri, de 70 años y por cuya captura EEUU ofrece 25 millones de dólares. Al Zawahiri sigue difundiendo discursos de predicación y de incitación al terrorismo desde su refugio, que podría encontrarse en algún lugar de la frontera entre Afganistán y Pakistán.

En el continente africano, el protagonismo de Al Qaeda es cada vez menor, en beneficio del EI; la extensión de Al Qaeda en el Magreb Islámico a la zona del Sahel y la consiguiente creación del Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (GAIM) en 2017 tampoco consiguió frenar el declive de la organización.

Además, el grupo sufrió el pasado junio el golpe más fuerte desde su creación en 2006, con la muerte de su fundador, el argelino Abdelmalek Droukdal, en un bombardeo francés en el norte de Malí.

Si en Malí, Níger o Burkina Faso su presencia es cada vez menos visible, no sucede lo mismo en Somalia, donde el Movimiento Shabab al Muyahidin controla áreas rurales.

El grupo orquesta combates y ataques diarios contra las fuerzas gubernamentales somalíes y las tropas extranjeras basadas en el país, además de atacar a estados vecinos.

Al Shabab, que se beneficia de la inestabilidad política que vive el país desde 1991, también pretende expulsar a las tropas extranjeras desplegadas en el país.

El 5 de enero, combatientes del grupo atacaron una base militar usada por soldados keniatas y estadounidenses en la turística costa de Lamu, en el sureste de Kenia, que causó la muerte de tres estadounidenses y destruyó varios de sus aviones.

Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP), creada en 2009, alcanzó su máximo poder en 2015-16, cuando dirigió un "protoestado" en el sur del Yemen, como lo calificó Elisabeth Kendall, investigadora principal en Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Oxford.

"Desde entonces se fue degradando cada vez más. Especialmente durante los últimos tres años, AQAP se vio diezmada por ataques con aviones no tripulados y dividida por luchas internas", dijo la investigadora Kendall.

El gran golpe para la organización en los últimos años lo confirmaba AQAP al anunciar la muerte de su líder, Qasem al Rimi, en sustitución del cual se nombró al saudí Jaled Batarfi al frente del grupo terrorista.

El estallido de la guerra en Siria, casi paralelo al relevo de Bin Laden por Al Zawahiri al frente de Al Qaeda, enseguida se consideró por este último como una oportunidad para establecer un emirato islámico en Siria.

Esa tarea fue encomendada a la "sucursal" de Al Qaeda en Irak, llamada "Estado Islámico en Irak", que terminó separándose de su matriz en 2014 y tomó vida propia, convirtiéndose en la principal organización yihadista en la zona y más tarde en el mundo entero.

Sin embargo, la continuidad de la guerra en Siria propició numerosas escisiones e hizo aparecer nuevos actores yihadistas, entre los que actualmente destaca el Organismo de Liberación del Levante, dirigido por Abu Mohamed Al Julani, habiendo relegado a Al Qaeda a un rango de actor menor.

Un año después de la muerte de Bin Laden, Al Zawahiri, emitió dos documentos, uno político y otro militar, diseñando una nueva estrategia para su organización consistente en ser más selectivos con la acción violenta para buscar un mayor apoyo en las sociedades musulmanas sacudidas por la primavera árabe. También, Al Qaeda cambió el léxico que emplea hasta llegar a abrazar una retórica de tono izquierdista anticolonial.

Un responsable antiterrorista español especializado en yihadismo matiza sin embargo que Al Qaeda no abandonó "su ideario religioso de situar la lucha en un destino trágico del enfrentamiento permanente hasta el juicio final contra el occidente judío y cruzado".

La última década fue marcada por la revisión de su ideología y la muerte de decenas de sus líderes veteranos de la guerra